En cuanto el Leyma se relaja, se mete en un lío. Tanto en los partidos, como ayer en Azpeitia, donde cayó contra el Juaristi después de un horroroso segundo cuarto —solo tres canastas en juego—, que arregló en el tercero y tiró por la borda en los últimos cinco minutos del cuarto; una montaña rusa. Como en la clasificación, en la que todo se aprieta y cada vez se permitirán menos despistes, porque al mínimo te puedes ver hasta fuera del play off por el ascenso a la ACB. Es lo mínimo que se le puede pedir a una plantilla naranja muy por debajo en prestaciones con respecto a la enorme calidad que atesora. Le falta chispa, sangre y en ocasiones lo que le sobra es pasividad. Capaz de lo mejor tras la vuelta del vestuario, cuando el juego fue una sinfonía perfectamente equilibrada. Pero también de lo peor para solo ser capaz de anotar cuatro tiros libres en los últimos cinco minutos de encuentro —25% en triples y 40% en tiros de campo—. Con estas dos caras, Sergio García no consigue afinar las cuerdas de su banda. Deberes pendientes para el año nuevo.

El partido empezó raro, sin ritmo, como si ambos contendientes todavía se estuviesen sacudiendo los turrones de los días previos. Johan Lofberg era el más activo por los naranjas y de su mano, el Leyma fue el primero en entrar en calor y coger una pequeña ventaja (8-16). No le duró nada la alegría. Los locales pidieron tiempo muerto y ajustaron los sistemas. Funcionó porque con un parcial de 9-0, culminado con un triple, le dieron la vuelta al marcador hasta el 17-16. Demasiadas pérdidas no forzadas y malas decisiones en esos minutos. Pero los naranjas igualaban la balanza al término del cuarto (21-21).

El encuentro se mantuvo igualado, pero al Leyma se le ponía cuesta arriba porque sus porcentajes de tiro estaban por los suelos. Solo anotó tres canastas en juego en el segundo cuarto, las tres en los primeros compases, hasta el 27-29 con un 2+1 de Diagne. Quedaban casi siete minutos y desde entonces la única manera de subir puntos al marcador fue cuando visitó la línea de la personal. Siete tiros libres en poco más de seis minutos. Cuando en ataque se hace el aro cada vez más pequeño es cuando hay que apretar más en defensa. No fue así. Juaristi jugaba a placer. Incluso podía palmear hasta tres veces debajo de canasta sin oposición. El parcial de esos minutos se disparó hasta el 21-7 y el 48-36 al descanso.

El Leyma necesitaba reseatarse y salió del vestuario siendo otro. Nick Ward se reivindicó, pido el balón para hacer de las suyas debajo de canasta. Pero el que realmente metió una marcha más fue Zach Monaghan. Metió un triple y en la jugada siguiente robó para asistir a Hamilton. 2-11 de salida y los coruñeses ya se ponían casi a la par. Empataron con el segundo triple del de Chicago (52-52) y se pusieron por delante con el tercero (56-57). Los vascos, crecidos, respondían. Pese al buen momento el Leyma no se fue en el marcador, pero sí con ventaja al último cuarto gracias a un triple sobre la bocina de Javi Vega (66-69).

Pero en el cuarto volvió a las andadas. Desconcertado por una técnica a Monaghan y una antideportiva a Ward, eliminado por faltas, los naranjas se fueron diluyendo. Cada canasta era más cara y en el 79-78 regresó el apagón. Cinco minutos por delante en el que el Leyma solo anotó cuatro tiros libres —ayer fue uno de los mejores días para los de Sergio García en este aspecto con un 82%, incluso para Ward, con 9 de 10—. Insuficiente. Contra el Juaristi y ante cualquier otro equipo de la LEB Oro. Ya no hay excusas. Hay que mejorar.