Al Liceo le costó sacudirse los turrones. Siempre es complicado el primer partido después del parón por la Navidad, más cuando por el medio hay varios casos de coronavirus. Pero ayer había un jugador sobre la pista completamente diferencial. Ese fue David Torres. Cinco de los nueve goles verdiblancos llevaron su sello. Y guiado por el capitán, el conjunto que dirige Juan Copa se sobrepuso a las tres bajas —Marc Grau, Jordi Adroher y Maxi Oruste vieron el partido desde la valla— y a partir del minuto 27 impuso su superioridad para empezar el año y terminar la primera vuelta con un triunfo necesario por 9-3.

Costó más de lo que se podía esperar después de que David Torres abriera el marcador en el minuto dos, una ventaja que aumentó después Álex Rodríguez. Pero Dídac Alonso replicó en la jugada siguiente y al Liceo no le sentaron bien las rotaciones, con indecisiones defensivas que no le costaron más caras porque Carles Grau salvó varias de ellas, con un penalti y el posterior rechace justo antes del descanso.

El Manlleu había llegado con claridad y obtuvo su premio nada más iniciarse la segunda parte con el empate de Marc Pujadas. No le dio tiempo a celebrar porque David Torres no esperó más que unos segundos para volver a poner al Liceo por delante y repitió tres minutos después con un escándalo de gol que daba más tranquilidad. Los árbitros señalaron penalti para el Manlleu. Los verdiblancos llevaban cero faltas (con una terminaron) y dos penaltis en contra. Grau paró, otra vez, y los coruñeses se fueron a por más. Ya estaban cómodos. Jordi Burgaya punteó un tiro de Álex Rodríguez para el quinto y calcó la acción David Torres con disparo de Carballeira en el sexto. Recortó Biel Humà al encontrarse un rechace en el área y a Grau descolocado por una parada anterior. Torres puso la puntilla con una directa por azul a Marc Pujadas y Nanu Castro y Burgaya completaron la goleada.

David Torres, con los niños del Riazor. La Opinión

David Torres, 'fichado' por el Riazor

Marcó cinco goles y después del partido recibió la sorpresa de Abel y sus compañeros del Riazor, que le regalaron una camiseta del equipo con el 8 y Dava a la espalda como símbolo de agradecimiento. Meses antes el capitán había estado en un entrenamiento del Riazor para sorprender a Abel y ayudarle en su proceso de recuperación de una enfermedad en el que él siempre estuvo muy presente.