Es de Barcelona, pero Iván Morales ya enfila hacia la mayoría de edad en A Coruña, a donde llegó en 2004 guiado por el amor. Uno podría pensar que es cosa del destino que un joven marchador, que empezaba a asomar la cabeza en la selección española, se enamorara de una chica coruñesa en una de sus visitas para participar en el Gran Premio Los Cantones, la cita anual nacional más importante de esta modalidad y una de las más destacadas a nivel internacional. Sin embargo, fue aterrizar en la ciudad y dejar por completo el deporte. Empezó a trabajar, formó una familia, engordó 30 kilos y solo diez años después, cuando apuntó a su hija mayor al Marineda Atlético, le volvió a picar el gusanillo. En un año ya se había vuelto a poner en forma y poco después se inició en las competiciones de la categoría máster, donde arrasa. Es subcampeón del mundo, campeón de Europa y en España lo ha ganado todo. Las dos últimas medallas han sido el oro en los 35 kilómetros en ruta, hace dos semanas, y el de los 3.000 metros en pista cubierta, del pasado fin de semana. Y este próximo puede completar el triplete en Pamplona en los 20 kilómetros. “Estoy mejor que cuando era joven. Tanto de marcas como de forma de competir. La veteranía es un plus”, reconoce. Una prueba de que nunca es tarde para luchar por los sueños.

“Yo hacía marcha cuando era pequeño, en Barcelona. Era bueno, aunque digamos que el más paquete entre los mejores”, recuerda. Formaba parte de la selección catalana e incluso de la española, con la que participó en una prueba por equipos en Alemania. Y como marchador, también venía cada año a A Coruña para el Gran Premio Los Cantones. En una de esas visitas, le cambió la vida. “Me enamoré de una chica de aquí... y para aquí me vine”, continúa. Era 2004 y ya no disfrutaba tanto con el atletismo, que se estaba convirtiendo casi en una obligación. Así que el traslado vino acompañado de una temprana retirada. Diez años estuvo así. Un tiempo en el que incluso perdió por completo la forma al subir de peso cerca de 30 kilos. Hasta que su hija le pidió hacer atletismo. “La apunté en el Marineda Atlético, me dijeron que necesitaban a un marchador para una prueba... y me volví a enganchar. El primero año que competí, en 2018, ya quedé campeón de España y subcampeón del mundo”, relata, “y después gané también en el Campeonato de Europa”.

Estos resultados no se consiguen sin esfuerzo, sobre todo en épocas de máxima exigencia por el nivel de las competiciones, como es este mes de enero en el que ya van dos Campeonatos de España, el de 35 kilómetros y el de pista cubierta, oro en ambos, queda otro el fin de semana que viene sobre 20 kilómetros y el día 22 afrontará en Braga el Campeonato de Europa en pista cubierta. Para ello se levanta todos los días a las cuatro de la mañana para trabajar en una empresa de mantenimiento. Sale a media mañana y se va directo a las pista universitaria de Elviña para realizar la primera de las dos sesiones de cada jornada. Regresa por la tarde, a primera hora. Y después se queda hasta bien entrada la noche ejerciendo como entrenador del club.

La marcha es una disciplina “bastante dura”. “Hace falta mucha técnica y preparación y además hay jueces, por lo que cuando sales nunca sabes si vas a terminar o no”, resume. Aunque también tiene sus recompensas. “Me encuentro bien físicamente. Y para mí es una forma de superarme día a día. Es más, ganar es lo de menos. Lo que intento es mejorar mis marcas. Y disfrutar. Sobre todo que esto no se convierta en una obligación. Viajo a las competiciones, veo a amigos, siento el compañerismo... es algo más que deporte”, indica. Más cuando comparte la afición con su familia. “Mis dos hijas hacen marcha también. Este fin de semana en Pamplona viajamos los cuatro. Mi mujer me hará de asistente en los avituallamientos y la mayor también compite. Ya coincidimos una vez en carretera juntos y fue muy emocionante. Soy su referencia, incluso me pusieron como ejemplo en una exposición para el colegio... eso es muy bonito”, dice. La otra pata fundamental la pone el club. “Sin su apoyo no podría ir ni a la mitad de campeonatos”. Como el próximo Mundial de Finlandia. Allí tendrá el reto de buscar el último oro que falta a su colección. Pero siempre, siempre, con la diversión por bandera.

Juan Luis Paz (Marineda) e Inés Papín (Sada) triunfan en el Nacional máster de pista cubierta

En el Campeonato de España máster de pista cubierta, disputado el pasado fin de semana en Valencia, subieron al podio ocho representantes coruñeses entre los que destacan Juan Luis Paz (Marineda Atlético) e Inés Papín (Sada), con tres medallas para cada uno. El primero se proclamó campeón en la categoría M50 de la prueba de pentatlón y subcampeón tanto de los 60 metros vallas como del salto de altura. En el caso de la segunda, subió a lo más alto del podio en los 3.000 metros de la categoría F50, su segunda en 1.500 metros y sumó otro oro formando parte del relevo de 4x200 F50 de su club, el Club Atletismo Sada, que se impuso con Montse Fernández, Lina García, la propia Papín e Inés Barreiro.

El CAS Sada demostró una vez más que es uno de los clubes máster de mayor pujanza del panorama nacional, sobre todo en la categoría femenina. Pese algunas impotentes bajas, sus representantes siguen siendo unas asiduas al podio. Además de Papín también consiguieron medalla María Teresa Janeiro, plata en lanzamiento de peso F40; Concha Novais, bronce en 400 metros F40; Pilar Barreiro, bronce en 800 metros F50 y Miriam Ripoll, bronce en 3.000 metros F60. En Valencia hubo más participación coruñesa de la mano de Jacinto Parga, Fernando Míguez, Nieves Vázquez, Esther Martínez y Elva Martínez —fue baja de última hora Luisa Armesto—, del Club Atletismo Sada; y María Mesías, del Riazor Coruña.