Seung Han Shin Jang era un niño “debilucho” nacido en 1972 en una Corea que todavía se estaba recuperando de los efectos de la guerra veinte años después de la separación de sus dos mitades. Cuando tenía 8 años, sus padres decidieron apuntarle a un gimnasio que había cerca de su casa, a donde ya iba a clases de artes marciales su hermano mayor. Allí, descubrió el que iba a ser uno de los amores de su vida, el taekwondo, que le cambió y que, 42 años después, sigue practicando y enseñando de forma activa aunque a miles de kilómetros, en Betanzos, donde lleva asentado dos décadas y donde encontró su otro amor, Begoña Veiga. Con ella formó una familia que trajo al mundo dos miembros más, Ana Llin y Jessy Sun, y fundó un club, el Han’s Horang-I, donde los cuatro comparten la pasión por el poomsae, la especialidad en técnica. La dedicación durante tanto tiempo ha sido lo que ha valido a Shin para recibir el 8º DAN, lo que le convierte en el único maestro de España en haber alcanzado este reconocimiento.

El maestro Seung Han Shin. | // CARLOS PARDELLAS

“Es una cuestión de edad y experiencia”, dice Shin sobre su logro. “Para conseguir el cinturón negro 1º DAN tardé cinco años desde que empecé. Después, recibes el 2º DAN al año, el 3º a los dos, el 4º a los tres y así sucesivamente. Desde que me dieron el séptimo a este octavo han pasado ocho años. Y para llegar al 9º, que es el máximo que se puede alcanzar —hay un 10º DAN pero es un grado honorífico que han recibido muy pocas personas y lo han hecho de forma póstuma en reconocimiento a una vida y trayectoria en el taekwondo hasta el fin—, tienen que pasar otros 9. Este año cumplo 50, así que tengo que esperar a los 60”, desvela. ¿Resistirá? “Esa es mi idea. Yo creo que aguantaré, me gustaría mucho. He comprometido mi vida a dedicarme al taekwondo y así hago. Y también sirvo de ejemplo de trabajo y constancia para mis hijas”, afirma.

Porque la familia es muy importante en toda esta ecuación. El taekwondo es mucho más que un deporte, que un afición o que una actividad con la que mantenerse en forma. Es una enseñanza para la vida que comparte con los suyos. Su mujer, Begoña Veiga, empezó siendo su alumna. Ahora es ya también una maestra. Y sus hijas, de 14 y 12 años, siguen sus pasos sobre el tatami, todo en la especialidad de técnica. “Competimos y disfrutamos del taekwondo en familia. Vamos siempre juntos por ahí”, apunta. Pero sin presión: “Acabarán haciendo lo que quieran en el futuro. De momento dicen que quieren seguir, pero tendrán que hacer lo que quieran. Sí que me dolería que me dijeran que no quieren pero... es su vida”.

Y les acompañan los resultados. Juntos fueron subcampeones del mundo en la modalidad de familia en 2020, cuando el Mundial se tuvo que disputar online por la pandemia. La mayor es campeona de España cadete individual y con la pequeña y Carla Sesar ganaron el oro en la modalidad de trío. Unas medallas que además les aseguraron un puesto para el Mundial que se disputará en abril en Corea. “Es un Mundial especial para nuestra familia”, confirma Shin, por su pasado, pero también por ser la cuna de este deporte. Él y su mujer no se consiguieron clasificar, pero quieren estar allí. “Queremos ir como público. Pero dependeremos de las normas que haya para entrar en el país porque si exigen cuarentena será complicado. Y encima ahora están subiendo los casos”, explica. Ha vuelto a Corea en varias ocasiones desde 2001, cuando vino a España por primera vez para visitar a su hermano en Chantada y ya se quedó para siempre. “Begoña y yo nos casamos en los dos países y también fuimos con las niñas”, recuerda. Pero esta sería la más especial. La primera como maestro 8º DAN.

“Respetarse a uno mismo y a los demás”

Seung Han Shin es el maestro del gimnasio Han’s Horang-I de Betanzos, donde intenta enseñar algo más que un deporte a sus alumnos. “El taekwondo es autocontrol de cuerpo y mente que busca primero el respeto para uno mismo y después, hacia los demás: otras personas del gimnasio, la familia, los maestros...”, analiza y sobre los beneficios enumera que “forma a personas, mejora la resistencia y la fuerza, la flexibilidad y perfecciona habilidades”. Por eso las condiciones básicas son “flexibilidad, actitud, constancia y ganas de aprender”. Está especializado en técnica, pero el taekwondo también tiene la modalidad de combate. “Hay niños que son más nerviosos que sí que quieren, pero otros a los que no les gusta pelear. A mí me gusta enseñar de todo y me gusta que aprendan no solo la técnica o las patadas, sino también que sepan la historia y que aprendan respeto”, concluye.