La lucha contra el cáncer es una carrera que concierte a todos. Por eso una marea verde compuesta por dos mil corredores se dio cita ayer en las calles del centro de la ciudad para participar tanto en la carrera como en la caminata que la Asociación Española contra el Cáncer organizó en A Coruña para recaudar fondos y destinarlos a la investigación. Esa era la línea de meta virtual de la prueba.
En la física, los primeros que la cruzaron fueron Paula Mayobre, una habitual de esta carrera pero a la que hacía tiempo que no había oportunidad de verla en las calles coruñesas, y Álvaro Presedo, que este año ya es uno de los más destacados del circuito Coruña Corre que lleva a los barrios las carreras populares. Más que nunca lo importante era participar porque cada granito de arena cuenta. Una jornada solidaria, deportiva y lúdica.
“Es un día muy especial, volvemos a salir a las calles de nuestra ciudad, a correr y a caminar todas y todos juntos contra el cáncer. Volvemos con fuerza, para demostrar que pacientes de cáncer y familiares no están solos y para conseguir un futuro sin cáncer gracias a la investigación”, declaró Manuel Aguilar, presidente de la junta provincial de la Asociación Española contra el Cáncer en A Coruña. “Gracias a la solidaridad de todas y todos los participantes, a la ilusión de los más de 100 voluntarios involucrados, y al apoyo de organismos, entidades y empresas que lo han hecho posible”, añadió.
La cita tuvo como centro neurálgico el Obelisco. Arrancó con una actividad de zumba dirigida por Metropolitan La Solana y una batucada de Os Malandros. Sirvieron para calentar motores antes de la salida de la carrera y de la caminata, que además en este año de regreso a la presencialidad después de la pandemia, estrenaba un circuito de cinco kilómetros urbano que pasó por las calles más emblemáticas de la ciudad. Álvaro Presedo y Paula Mayobre fueron los primeros en terminar, pero la línea de meta se convirtió en un constante goteo de corredores que alcanzaban sus objetivos, algunos con dedicatorias y especiales, incluso algún superviviente, lo que dio paso a momentos de mucha emoción.
Como en la caminata, en la que las protagonistas fueron sobre todo las familias. Para cerrar la jornada tuvo lugar otra sesión de zumba, esta vez con el Club del Mar como maestro de ceremonias y dirigido a los más pequeños de la casa; y las carreras destinadas a los niños y niñas separados por distintos tramos de edad. Las nuevas generaciones de corredores también recibieron sus medallas a la solidaridad.