Treinta y seis partidos después y veintinueve victorias, dos empates y cinco derrotas mediante, el Liceo es campeón de liga. El equipo coruñés borró de la final del play off al Reus, que apenas tuvo opciones, unos cuantos minutos sueltos del segundo partido, algo más del tercero de ayer, ya en su feudo y en el que hubo remontada visitante tras la emoción de la primera parte, pero nuevo baño de los de Juan Copa, muy superiores físicamente, en la segunda con otro ejercicio coral: cinco tantos, cinco goleadores. En el global de la eliminatoria la diferencia fue enorme como certifica no solo el 3-0, sino los 15 goles a favor por 5 en contra. Octava liga liceísta. Título número 43 de su historia. Una auténtica barbaridad.

Celebración en la pista tras el pitido final. | // LOF María Varela

Por el camino quedaron diez meses de auténtica lucha por un objetivo. Empezó bien la temporada, con la consecución de la Supercopa de España. Termina todavía mejor. Pero lo ha tenido que pasar mal el equipo. Reponerse de duros golpes, algunos los más tristes y duros —el capitán David Torres jugó ayer con el nombre de Vince, su padre, fallecido el octubre pasado, a la espalda—; dificultades económicas muy serias y conocer a mitad de temporada que el equipo se destartala para la siguiente. Juan Copa ha conseguido otro milagro. Y estos solo llegan desde el corazón.

Los jugadores del Liceo levantan la copa. | // LOF María Varela

La eliminación en semifinales de la Golden Cup y en cuartos de la Copa del Rey que defendían los verdiblancos —a manos del Reus— supusieron otros golpes. Porque los objetivos siempre son los más altos. También el play off, que comenzó de forma inmejorable con un 2-0 en cuartos contra el Alcoy le dejó una mala pasada. Dos derrotas, una por goleada y otra con un gol sobre la bocina, le obligaron a jugar el quinto frente al Noia. Pero a este equipo nunca hay que darlo por muerto. Siempre resucita. Es el carácter que otorga esa camiseta.

Desde ese momento, el Liceo sumó cuatro victorias seguidas con un juego inquebrantable. El Reus, que había eliminado en semifinales al todopoderoso Barcelona, no encontró la llave. Era imposible. No pudo en los de A Coruña y tampoco en su feudo arropado por dos mil espectadores. El conjunto de Juan Copa tenía que jugar con cabeza y fue lo que hizo. Que arriesgaran los de casa y se fueran desgastando, que ya llegaría el momento de ponerles la puntilla. Era importante ayer aguantar el arreón inicial. Porque los rojinegros salieron mucho más agresivos, no les quedaba otra, y por medio de la velocidad de Marc Julià, Checco Compagno y Diego Rojas intentaban asustar a Carles Grau, que sacó manos y piernas. La única factura del inicio fueron las faltas y ahí también se llevó la peor parte el Reus con azul a Julià. Carballeira no acertó el penalti y en superioridad los verdiblancos no se volvieron locos. Justo cuando terminaban esos dos minutos y empezaban las rotaciones, un desajuste permitió que Salvat pillara la espalda a la defensa y abriera el marcador. Fue clave que respondieran los coruñeses prácticamente seguido. Grau y Rodríguez mandaron el partido al descanso con ventaja y a su vuelta, por más que Salvat con su puro sentimiento se empeñara, Torres anotó un penalti y Rodríguez asistió a Adroher y Carballeira para la sentencia de la liga del Liceo nueve años después de la última.