David Torres asomó por la puerta que da acceso a la pista del Palacio de los Deportes de Riazor encabezando la fila por delante de sus compañeros. Como cada vez que el Liceo juega como local. Pero ayer era especial. No había partido. Y no tenía las manos vacías. Sujetaba por una oreja la copa que acredita al conjunto que capitanea como campeón de la OK Liga de la temporada 2021-22 y la otra la agarraba la alcaldesa de A Coruña Inés Rey, que aprovechó la ocasión para anunciar que los verdiblancos serán los encargados de encender la próxima semana la falla de San Juan. Detrás de ellos salió el resto del equipo y el cuerpo técnico mientras que en el círculo central ya esperaban tanto la directiva coruñesa como el resto de autoridades locales. En la grada, los aficionados. Muchos cánticos de “¡Campeones, campeones!”, de “¡Liceo, liceo!”. El trofeo era para todos ellos. Para celebrar con una fiesta con la familia liceísta su último éxito. E incluso para decir adiós. El capitán pidió un pasillo para los siete compañeros que pisaban la cancha por última vez: Carles Grau, Maxi Oruste, Marc Grau, Jordi Burgaya, Roberto di Benedetto, Jordi Adroher y Martín Rodríguez, además del canterano Nanu Castro. Los más pequeños, que habían bajado a sacarse fotos con sus ídolos, cumplieron. La definición gráfica de marcharse por la puerta grande.

Entre ellos tomó la palabra Martín Rodríguez. El portero, que salió de la cantera del colegio, aseguró que nació liceísta y morirá liceísta y pidió que nunca se abandone al equipo. Antes había hablado David Torres en el nombre de todos sus compañeros y también el entrenador Juan Copa. Todos ovacionados por un público, de aproximadamente 500 personas, entregado. Inés Rey también se dirigió a la grada para señalar que el Liceo es un emblema y un orgullo para la ciudad. Después fue el turno para los niños. Pudieron bajar a la pista todos los que estaban en sus asientos. Hubo tiempo para que todos tuvieran sus firmas, en álbumes, en pancartas, en camisetas e incluso sobre la propia piel. “Ya no me ducho en la vida”, decían. Y espacio también para la emoción con las lágrimas de Pilar Pouso, la utillera del equipo, su mejor fichaje de invierno, a la que los jugadores le cedieron los honores de levantar la copa.

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Pantalla gigante en el Palacio de los Deportes de Riazor de A Coruña para ver al Liceo campeón de liga Víctor Echave

La fiesta terminó en la curva en la que el grupo Tsunami Naranja anima en los partidos del Leyma con Berrallouco de nuevo al megáfono y César Carballeira al bombo. Ha habido una conjunción entre ambas aficiones en este tramo final de la temporada. En un año el Liceo ha tenido tres celebraciones casi seguidas. Pero el título de la Copa del Rey, aunque fue en casa, llegó cuando todavía había fuertes de restricciones por la pandemia, lo mismo que la Supercopa de España de principios de esta temporada. Ahora sí pudieron celebrar. La liga lo merece después de un año muy duro. Los campeones de hockey visten de verde y blanco. Ayer. Hoy. Y siempre.