La Opinión de A Coruña

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hockey sobre patines

Pon un entrenador coruñés en tu vida

José Campos en 1983 y Juan Copa en 2022 ganaron desde el banquillo la primera y la última liga del Liceo - “Nadie va a querer tanto a un equipo como alguien de la casa”

Juan Copa y José Manuel Campos brindan con las copas de la liga de este año y la de 1983, la última y la primera del Liceo. | // VÍCTOR ECHAVE

“¡Qué bien jugasteis la final, qué maravilla!”, saluda y felicita José Manuel Campos (A Coruña, 1950) a Juan Copa (A Coruña, 1970). El abrazo en el que se funden los dos entrenadores une a dos generaciones verdiblancas. Uno ganó en 1983 la primera liga —un año antes los dos primeros títulos: Copa del Rey y Copa CERS— en el medio siglo de vida del Liceo. El otro tenía doce años cuando lo celebró como aficionado sin imaginar que él conquistaría la última (por ahora) hace solo unas semanas, casi cuatro décadas después. “Y vendrán más, eso seguro”, vaticinan los dos. Tienen en común, además de las iniciales (ambos son JC) y su procedencia, una historia de amor con el club. Dos técnicos de la casa que demuestran que no hace falta ir a buscar fuera lo que ya se tiene y que le dan un valor extra al banquillo.

“Un entrenador coruñés es muy importante porque va a amar el Liceo por encima de todas las cosas, mientras que el que viene de paso le da un poco más igual porque mañana se marcha y va a encontrar otro equipo”, valora Campos. “Somos gente que hemos vivido lo que es este club, sabemos de la importancia que tiene. Nadie nos tiene que explicar cuáles son los objetivos de este club porque sabemos perfectamente cuáles son. Llevamos toda la vida viéndolo”, indica Copa, que también mira hacia el vestuario: “Nosotros teníamos a Martín (Rodríguez), Dava (Torres) y César (Carballeira), que eran los capitanes. Inyectan a todos los que vienen de fuera lo que es el club”.

El entrenador coruñés se revaloriza. “Para mí es un orgullo estar entrenando a un club como este”, añade Copa, “y tal como hablamos muchas veces de los jugadores de la cantera, tenemos que hablar de los entrenadores de aquí, que hay muchos y muy buenos”. Para Campos, apostar por la gente de la casa es hacerlo por quien va a querer al club pase lo que pase. “Es el amor de nuestras vidas”, dice mientras su homólogo afirma con la cabeza. “Ha sentado cátedra”, bromea, aunque él se pone serio cuando habla de la enorme responsabilidad con la que vive: “Es el día a día, el hecho de ir por la calle, la gente te conoce, de ir al Palacio... Y si encima tienes la suerte de celebrar títulos, es la guinda”.

Juan Copa y José Manuel Campos. VICTOR ECHAVE

Campos era uno de los jugadores que, sobre la pista, logró el ascenso a División de Honor. “Y decidí dejarlo con 29 años. Como ya tenía experiencia de entrenar a niños, el club me preguntó si me veía capaz de llevar al equipo y no me lo pensé ni dos minutos”, recuerda. Estaba en el banquillo la primera temporada en la elite (1979-80) y la segunda no la empieza —lo hizo Pedro Gallén— pero sí la termina. Pero la del despegue definitivo fue la siguiente, la tercera, cuando el club se hace con los servicios de dos jugadores jóvenes argentinos que vienen a Europa a triunfar: Mario Agüero y Daniel Martinazzo. Se escapa la liga, pero no la Copa del Rey y la CERS. “La Copa abrió todas las puertas y ventanas de lo que ahora es el Liceo y la CERS fuimos el primer equipo español en ganarla, así que también son importantes”, comenta. Ya el culmen supuso la 1982-83 con la liga. “Los últimos partidos no podíamos perder ni un punto porque se escapaba la liga y el Barcelona había pagado a todos nuestros rivales. Fuimos a Tenerife a la última jornada. Y Agüero se negaba a salir porque el pantalón era demasiado corto”. Al final lo hizo, marcó tres goles y el Liceo ganó por 2-7 para celebrar el título.

El más deseado. Porque es el más difícil de ganar. El Liceo ganó esa liga, después cinco en un período de ocho años, todas con Andrés Caramés, y desde entonces solo ha podido celebrar dos más, la de 2013 con Carlos Gil y ahora la de 2022 con Juan Copa. A él tardó más en llegarle la oportunidad de dirigir al Liceo. “Yo veía que no me daba llegado y un entrenador me dijo que tuviera paciencia y siguiera trabajando. Es como con los títulos, hay que insistir y esperar tu oportunidad”, reconoce. Llegó a Matogrande para formar a la base, cogió el filial y como hombre de club se fue siempre allí a donde le requerían, primero a Cee, más tarde a Cerceda. “Después ya vino la oportunidad y una vez que llegó, hubo que tirarse a por ella. No es fácil que te llamen y hay que agarrarla”. Lleva cuatro títulos en cinco años y la liga ganada en la final del play off contra el Reus, podría no ser la última por más que le toque iniciar en un mes, que arrancará la pretemporada, un nuevo ciclo. “Yo confío en que Copa, que es joven y con toda la ilusión que tiene, va a pelear hasta el final. Y con la experiencia que tiene, se van a conseguir muchas más”, le desea Campos.

Willy Duarte, campeón como jugador, técnico y directivo

José Manuel Campos y Juan Copa no son los únicos entrenadores coruñeses en la historia verdiblanca. Desde su llegada a la máxima categoría, el club ha tenido pocos entrenadores y entre ellos, tres de la ciudad porque a ellos hay que sumar a Willy Duarte (A Coruña, 1966). El canterano de Dominicos cambió de casa para unirse a un Liceo al que quedaría atado para siempre, más allá de su carrera deportiva sobre la pista. Cuando estaba en activo como jugador, levantó trece títulos: cuatro Copas del Rey, tres Ligas, dos Supercopas de Europa, dos Recopas de Europa, una Liga Europea y una Intercontinental. Y fue de los que, tras colgar los patines, se pasó al otro lado de la valla para dirigir al equipo durante dos temporadas en las que sumó un título a su palmarés, la Copa CERS de 1999. Y ahora lo hace desde los despachos. Duarte fue uno de los exjugadores, junto a José Luis Huelves, que entró hace ya casi cuatro años en la junta directiva. Un tiempo en el que ha podido celebrar, ya desde un punto de vista diferente, pero con la misma intensidad, una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa de España.

Además de los tres coruñeses (Campos, Duarte y Copa), el banquillo del Liceo ha tenido como inquilinos en la máxima categoría al asturiano Andrés Caramés, al argentino Carlos Gil y al portugués José Querido, además del catalán Pedro Gallén y el alicantino Paco González, que no llegaron a terminar sus temporadas. Ocho entrenadores, casi la mitad de la casa —si es que a Carlos Gil no se le puede considerar prácticamente un coruñés más— en más de cuarenta años. Eso es estabilidad.

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