La Opinión de A Coruña

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taekwondo

Los genes de una campeona

Su madre Meri y su hermana Sara ya lo fueron y ahora es el turno de Helena García: un portento físico que empieza a escribir su futuro con el bronce en el Europeo júnior

Helena García junto a su madre, Meri Suárez y amsu hermana Sara García. | // CARLOS PARDELLAS

El gimnasio Dobok, situado en el barrio de Matogrande, se llena cada tarde de niños que siguen atentamente las órdenes de Meri Suárez y Sara García. Madre e hija comparten genes de campeonas de taekwondo —de Europa y del Mundo en categoría máster la primera; de España sénior la segunda— y, ahora más centradas en la formación, son las profesoras de lujo que van transmitiendo sus conocimientos mientras los escolares juegan y aprenden. Así empezó también Helena García, su alumna más aventajada. Con 16 años es la pequeña de la casa, ha ido cubriendo etapas y este año le ha llegado la hora de volar del nido para continuar con su progresión en el CGTD de Pontevedra, a donde se marchó el pasado mes de septiembre. Pero sin olvidar nunca sus raíces. Porque, sin duda, parte de la medalla de bronce que acaba de ganar en el Campeonato de Europa júnior pertenece a su familia. A una madre que le ha inculcado la cultura del trabajo. A una hermana mayor que además de su sparring es su ejemplo y sustento. Y a un padre, Roberto García, que significa un apoyo constante.

Helena García, en el gimnasio Dobok. Carlos Pardellas

Es una familia muy deportiva. Solo el hermano del medio —Rober— no ha tirado por esta rama. Aunque son las chicas las que son de armas tomar. “Será porque siempre han sido como mis pegotes”, dice Meri Suárez, de la que han heredado el inconformismo y que las llevaba consigo al gimnasio, por lo que era cuestión de tiempo que ambas probaran. Primero Sara, diez años mayor que Helena y que se convirtió en una de las mejores taekwondistas españolas, con títulos en las categorías júnior, sub 21 y sénior. Después Helena, que creció con el ejemplo de su madre y siguiendo a su hermana de competición en competición, sirviéndole de sparring. Hasta que los roles se intercambiaron. “Desde pequeña hice taekwondo, aunque al principio hacía técnica. No sé, siempre iba con mi madre y poco a poco me fui integrando”, recuerda Helena. “Con altibajos, que no todo es color de rosa”, interviene su progenitora mientras ella pone cara de no haber roto un plato. “Mi madre me ha inculcado que todo se consigue con esfuerzo. Ella está todas las mañanas y las tardes trabajando, hace que me dé cuenta de todo lo que hace falta para conseguir lo que quieres”, dice sobre ella. “Mi padre me hace la preparación física y siempre me apoya en todo”, continúa, “y mi hermana es la que más me anima, me está encima todo el rato, a mi me encantaba ir a sus competiciones y ahora es al revés”.

Hasta el pasado mes de septiembre, ese era el ambiente en el que fue creciendo y cubriendo etapas en su formación. Sin prisas. “No queremos campeones del mundo cadetes, queremos campeones del mundo absolutos”, resume su madre que define a Helena como una gran trabajadora y un portento físico: “Tiene unas cualidades físicas extraordinarias, como que es muy flexible, tiene mucha fuerza, su constitución es perfecta, con mucha altura y la pierna muy larga... evidentemente le falta madurez, pero su crecimiento ha sido equilibrado. Para mí es lo mejor. No va acelerada y todo lo que gana, no lo pierde. Es decir, si falla en una gestión de combate un día, al día siguiente no lo repite, va asimilando conceptos constantemente”.

Y la siguiente etapa en su carrera era marcharse a Pontevedra —donde su hermana Sara entrenó también cuatro años— para afrontar su último año júnior, que compaginará con las categorías sub 21 y absoluta —“voy a tener trabajo”, bromea—. “Empecé este curso en Pontevedra. Vengo a casa solo los fines de semana. Pero la verdad es que estoy muy a gusto allí”, dice la deportista. “Allí hay más rodaje y gente con la que entrenar”, reconoce sobre su decisión, en la que fue apoyada por su familia. “En ningún club los deportistas de este nivel pueden entrenar. Llega un momento en el que necesitan sparring con su nivel. Y eso solo se consigue allí, que tienen todos los medios a su alcance y hay un gran equipo”, apunta Meri Suárez.

La temporada empezó para ella de la mejor manera posible. Primero viajó al Campeonato de Europa sub 21, donde cayó en primera ronda. Y después, a la cita continental de su categoría, la júnior, en la que se colgó la medalla de bronce. “No me esperaba llegar a las semifinales”, analiza, “pero según fueron pasando los combates me fui encontrando muy bien”. No le afectó el hecho de haber perdido la semana anterior en su primera competición del curso. “Me di cuenta de algunos errores y me ayudó para mejorarlo. Iba más preparada y mentalizada”, valora. Es parte de ese aprendizaje continuo del que hablaba su madre: “Todos los campeonatos que vas haciendo vas recopilando cosas, sean buenas o malas, y te van sirviendo para mejorar cada vez”.

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