Hockey sobre patines - OK Plata femenina

Papá en casa, míster en Os Campóns

Carlos Parga dirige a sus hijas Raquel y Lucía en el Resa Cambre: “Pensé que iba a ser más complicado, pero está siendo una experiencia muy positiva”

Raquel, Carlos y Lucía Parga, padre entrenador e hijas jugadoras del Resa Cambre.

Raquel, Carlos y Lucía Parga, padre entrenador e hijas jugadoras del Resa Cambre. / VICTOR ECHAVE

A Coruña

El apellido Parga aparece por triplicado en la plantilla del Resa Cambre, equipo de hockey sobre patines que milita en la OK Plata femenina (segunda categoría nacional). Como entrenador, Carlos. Y como jugadoras, Lucía y Raquel. Padre e hijas. Una relación complicada para que no se altere la armonía familiar. Pero que de momento está funcionando mucho mejor de lo que esperaban cuando a principio de temporada le ofrecieron al progenitor hacerse cargo de la plantilla. Después de un cónclave en casa acordaron que lo que pasaba en Os Campóns se quedaba allí encerrado. “Es una de las condiciones que puse”, dice el técnico de las coruñesas, “y sinceramente para mí está siendo una experiencia reconfortante”. “Sorprendentemente lo estamos llevando muy bien”, confirman sus descendientes de 23 y 19 años.

En el hogar de los Parga el hockey sobre patines siempre ha sido uno más a la mesa. El propio Carlos también tuvo un padre entrenador, Venancio Parga, técnico del Deportivo —cuando el conjunto blanquiazul todavía tenía secciones como la de hockey— y uno de los pioneros que introdujo la semilla del hockey en Australia y Nueva Zelanda. “Yo con mi padre las había pasado canutas, porque me exigía más que al resto”, recuerda. Así que por lo menos sabía lo que no quería para sus hijas. “Cuando me ofrecieron entrenar al equipo dije que no. Pero después pasaron determinadas cosas y no me quedó más remedio. Pero tenía miedo. Pensaba que para qué me iba a complicar yo la vida”, confiesa.

Hubo una reunión familiar. “Todos pusimos de nuestra parte. Y la condición que pusimos fue no llevarnos el hockey a casa ni viceversa”, comenta. “Cuando entro en el vestuario no soy el padre de Lucía y Raquel. Soy el entrenador. Y ellas tampoco tienen padre en el vestuario”, continúa, aunque la pequeña bromea con que a ella todavía se le escapa llamarle “papá” cuando están en la pista. “Se me haría muy raro llamarle Carlos”, dice. “Ellas son unas niñas con carácter. Pero como las conoces bien, eso te ayuda a gestionar mejor determinadas situaciones”, explica el padre, orgulloso de que hayan desarrollado valores como la disciplina, la responsabilidad y el compromiso. “Son cosas que habíamos ido trabajado en casa con los años y que ahora veo que es una ventaja porque me lo ponen muy fácil”. Un experiencia, por tanto, positiva. “El riesgo era muy grande, pero hemos madurado todos y esto nos ha unido más”, concluye el entrenador. “Claro que aún tenemos toda la segunda vuelta por delante para estropearlo”, bromea.

Pero, ¿qué opinan las hijas de cómo es entrenar a las órdenes de su padre? ¿Igual de fácil? “Él habló con nosotras, quería saber nuestra opinión antes de decir que sí porque lo más importante era que todo fuera bien en casa. Y acordamos diferenciar lo que pasa en la pista y lo que pasa fuera. Porque si empezábamos a mezclar, acabaríamos fatal”, desvela Lucía, la mayor, que era la primera vez que coincidía en un mismo equipo con su padre, al contrario que Raquel, la pequeña, a la que ya le había dirigido en el equipo de categoría infantil del Liceo. “Ya tenía esa experiencia y siempre intentamos separar familia del hockey, una faceta en la que nos corrige a nosotras igual que a las demás, sin diferencias”, explica y apunta a que su padre es el entrenador y su hermana, la capitana, por lo que algunas “cosillas” siempre va a haber. “Siempre nos apoyó y dio consejos”, añade Lucía, “pero con los años intentó meterse menos en nuestras decisiones, nos daba su punto de vista pero mojándose lo menos posible”. Ahora es él el que pide consejos. “Nos pregunta nuestro punto de vista para tener opiniones distintas”, confirma Raquel. Una relación que se retroalimenta.

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El Resa Cambre ocupa la decimocuarta posición de la OK Plata femenina, que este fin de semana llegará a su ecuador. El equipo tuvo que reponerse a varios cambios al inicio de la temporada, cuando Tomás de Llano no siguió en el banquillo que había ocupado el anterior curso y después se hizo cargo de forma interina Sergio Suárez hasta que Carlos Parga dio un paso al frente. También sufrió algunas bajas inesperadas en la plantilla. Así que ha tenido que adaptarse y ahora está en su mejor momento. “Quitando el partido de Ponteareas, o los ganamos o los perdemos de un gol. Se nos escapó vivo, por ejemplo, el Bembibre, el líder, y con los de arriba estamos haciendo buenos partidos y estamos jugando bien”, comenta. Así que el objetivo es mantenerse en la categoría, pero sobre todo seguir formando a jugadoras, la mayoría de por aquí —con un par de refuerzos de fuera— para que el hockey femenino siga avanzando”, concluye.

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