Marco Nanini: “Navegar en solitario te pone en una situación filosófica de reflexión”

“Nunca había pensado en ser padre y, por la vuelta al mundo, tengo una hija”

El italiano Marco Nanini, en Marina Coruña

El italiano Marco Nanini, en Marina Coruña / Víctor Echave

Marco Nanini (Turín, 1978) trabajaba en un banco en Londres como “mánager en la gestión de riesgos financieros”. “Era muy estresante y no era compatible con mi idea de lo que quería para mi vida”, recuerda el italiano. Hizo varias travesías en solitario por el Atlántico, en 2009 y 2010, y luego la vuelta al mundo en 2011. Era su deseo, su gran sueño, y lo cumplió sin importarle las consecuencias. “Fue un riesgo muy grande para mí porque perdía un trabajo muy bien pagado y no sabía lo que pasaría en el futuro, y todo por una vuelta al mundo”, explica. Años después, tras la pandemia, empezó a “soñar lo que quería hacer” y el resultado es el Global Solo Challenge.

¿Por qué eligió A Coruña?

Es un lugar perfecto meteorológica y logísticamente porque permite empezar la vuelta al mundo navegando en el océano. La salida es perfecta porque no requiere muchísimas horas hasta el océano abierto.

¿Tendrá continuidad la sede?

Absolutamente. Esta primera edición va a servir de prueba. Si es un éxito, puede crecer muchísimo en la siguiente. Tenemos diez barcos que no estaban listos ahora pero que ya están pensando en 2027.

¿Por qué había 55 inscritos y al final solo competirán unos veinte?

Como no son profesionales, desafortunadamente no todos comprenden la complejidad del proyecto. No es solo cuestión económica, porque se puede participar con un barco viejo adaptado. El presupuesto total, incluida la embarcación, son unos 100.000 euros, que no es mucho para una vuelta al mundo. Pero el desafío es difícil para una persona que no hizo antes algo así. Se necesitan tres años de preparación.

¿Por qué navegar en solitario?

Hay muchas razones y pueden ser diferentes para cada persona. Primero, porque es un desafío. Menos de 200 personas en toda la historia han doblado el Cabo de Hornos en una regata en solitario. Y luego los navegantes, cuando vuelven, son otras personas, más calmas.

¿Enriquece una experiencia así?

Sin duda. Sirve para aprender a conocerse a uno mismo y para descubrir lo verdaderamente importante. La navegación en solitario te pone en una situación filosófica de reflexión que no existe en otros contextos. Es muy raro tener situaciones en las que estés tres o cuatro meses totalmente solo. No creo que sea posible tener la misma apertura mental en tierra. Durante mi vuelta al mundo tuve un período muy difícil en el Pacífico y todo el tiempo pensaba en qué podría ser la cosa de la que me arrepentiría de viejo si no la hiciera. Nunca había pensado en tener niños y, gracias a la vuelta al mundo, ahora tengo una hija de ocho años, Isabella. Se lo debo a esa navegación.

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