Balonmano | División de Honor Plata
Ángel Iglesias, el «niño del OAR» que regresó con un ascenso bajo el brazo
El extremo coruñés, formado en la base oarista, fichó un día antes del inicio del ‘play off’ | «¿Quedarme? Me encantaría, pero hay contratos en Lanzarote que debo respetar», indica

Ángel Iglesias ejecuta un lanzamiento con el OAR. | Casteleiro/R.A.
Llegar y besar el santo. Eso debió pensar Ángel Iglesias cuando el pasado domingo se consumó el ascenso del OAR Attica 21 a la División de Honor Plata. El extremo coruñés llegó a última hora como refuerzo de lujo para el play off y cerró su estadía express en San Francisco Javier logrando el objetivo más deseado por el club en los últimos años. «Deportivamente, están siendo los días más felices de mi vida», confiesa. Y añade: «Tener la oportunidad de vivir esto con mi familia y jugando con gente con la que me he criado es un sueño, es algo increíble».
Iglesias es un «niño» del OAR, cantera en la que se crió y jugó hasta los dieciocho años, cuando le llegó la oportunidad de dar el salto a la Primera División estatal. «Le debo toda mi formación a este club. Gracias a ellos fui con las selecciones júnior y juvenil, fiché en Liga Asobal y pude tener la carrera deportiva que he tenido», relata.
Pese a que su trayectoria es extensa y exitosa —ha estado en clubes como Cangas, Cisne, Academia Octavio, Teucro o Sinfín—, el equipo de su niñez siempre ocupó un hueco especial en su corazón. «Muchos de mis mejores amigos están aquí. Por ejemplo Diego [Martínez], que es el capitán del equipo, o Kevin [Dacosta], con quien también he compartido media vida en la pista. A nivel emotivo, volver era algo muy fuerte para mí, porque aún me siento muy vinculado con el OAR», indica.
Parte de ese vínculo se traduce en un contacto permanente entre el jugador y la entidad. Tanto, que su fichaje pudo haberse producido mucho antes de la semana pasada. «Hubo una primera tentativa para reforzar la plantilla de cara a la segunda vuelta», explica, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto porque su club actual —el San José Obrero de Lanzarote— no estuvo dispuesto a renunciar a él «por ninguna cantidad». Esa decepción hizo que Iglesias se olvidase, al menos momentáneamente, de volver a casa. Pero el tramo final de temporada le tenía preparada una sorpresa tras la baja de Joel Rábade en el conjunto oarista. «Cuando se lesiona un jugador antes de la fase, la liga permite inscribir a alguien que lo sustituya», señala el coruñés. A Iglesias no le costó posicionarse cuando recibió la llamada: «La negociación conmigo fue rápida porque había predisposición por ambas partes». El escollo fue, de nuevo, el San José Obrero. «No querían exponerse a perderme», comenta. Fue el propio jugador quien insistió en venir: «Les expliqué que no era una cuestión de dinero, sino de sentimiento, que si fuese cualquier otro club no se lo estaría pidiendo». Al final, ambas entidades llegaron a un acuerdo y Ángel volvió a enfundarse la camiseta del OAR por primera vez en muchos años.
Lo que se encontró en A Coruña fue una fase de ascenso de infarto. El combinado que dirige Nando González ganó el primer encuentro después de remontar ocho goles en contra, empató el segundo a falta de cuatro segundos para el final y venció el definitivo con una ventaja de 16 puntos, justo los que necesitaba para subir. «Fue una locura. La conexión, la energía, el pabellón lleno gritando ‘sí se puede’… Era imposible no creer, la verdad», rememora. Para el extremo fue, en resumen, un ascenso «épico e histórico», algo de lo que «se va a hablar mucho durante mucho tiempo».
Una vez logrado el objetivo, toca pensar en el futuro. «El OAR está haciendo muy bien las cosas», destaca Ángel. Iglesias cree que A Coruña se volcará con el conjunto oarista: «El Leyma Coruña ha sido un ejemplo clarísimo que un proyecto serio y ambicioso, en la categoría adecuada, puede funcionar. La gente va a responder, a los coruñeses nos gusta lo bueno». Su deseo es que el club «se estabilice en Plata» y que después «pueda mirar hacia delante». El futuro del jugador, en cambio, apunta lejos de Galicia. «Todo indica que seguiré en Lanzarote, hay contratos de por medio que hay que respetar», relata un Iglesias que, pese a todo, mantiene la ilusión de reencontrarse algún día con el equipo de sus amores: «¿Volver al OAR? No me gustaría, me encantaría».
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