Hockey sobre patines | ‘Play off’ por el título de la OK Liga

2-3 | El Liceo sobrevive con la magia de Dava Torres y el candado de Martí Serra

Tres asistencias del capitán en la primera parte alumbran al equipo para remontar y múltiples paradas del meta resguardan la victoria en la segunda | El martes, el desenlace

Dava Torres abraza a Fabri Ciocale en el primer partido en el Palacio. |  Casteleiro/Roller Agencia

Dava Torres abraza a Fabri Ciocale en el primer partido en el Palacio. | Casteleiro/Roller Agencia

Carlos Miranda

Carlos Miranda

A Coruña

Una varita y un candado. Así de simple y así de clara fue la fórmula de un Liceo resiliente como pocos para salir vivo de la emboscada de Lleida (2-3) y forzar el tercer partido en el Palacio. Le tocó remontar y lo hizo. También debió resistir y puso todo su empeño hasta conseguirlo. La magia de Dava Torres en su versión de asistente (el mejor de la OK Liga) alumbró a un equipo entre tinieblas en la primera parte. Tres pases de gol del capitán para llegar con ventaja al descanso y para pasarle toda la responsabilidad a un Martí Serra enorme cubriendo su portería tras el intervalo. Sin goles y con multitud de paradas suyas tras el descanso. Ni siquiera la fórmula del portero-jugador rescató esta vez a los catalanes. Nuno Paiva lo volvió a intentar sobre la hora, como en el Palacio de los Deportes, y se topó una mano salvadora, la enésima.

El Lleida se contagió de ese ambiente caliente y caluroso del Onze de Septembre y no quiso dar ni un respiro en el inicio de la batalla. Con un Nico Ojeda hiperactivo y con la amenaza de Tombita, desplegaba ese hockey físico, eléctrico y de precauciones defensivas que neutralizó a los coruñeses en el primer partido. En el minuto 3, el argentino ya había forzado una tarjeta azul, la directa fue al palo. A los pocos segundos, en superioridad catalana, hacía el 1-0. Golpe para un Liceo que no era él, al que le incomodaba el ritmo, las pugnas de su rival y el propio escenario. Estaba al precipicio y lo estaba notando. Es humano.

En situaciones límite, en las que parecía imposible encontrar un hueco en la cobertura, no hay mejor receta que encomendarse a la magia de Dava Torres. Más allá de alguna transición, contadas, no era capaz ni de lanzar a puerta. Pero emergió ahí la figura del capitán, quien encontró a Arnau Xaus en una zona intermedia para que empatase el duelo. 1-1, minuto 7. Primera asistencia.

El tanto le liberó. Unos segundos después se encontraba con una azul a favor, pero Tato Ferruccio correspondía a Nico Ojeda y él también mandaba la directa al palo. Tampoco aprovechaba la superioridad, luego sí lo haría. Hasta entonces diabluras de Tombita, alguna ocasión para Moncusí y muchas quejas de la grada hasta que llegaba una nueva directa para el Liceo por azul a Giménez. Xaus tampoco la transformaba. Casi al instante, ahí estaba de nuevo Dava Torres para descifrar la defensa local y que Nil Cervera solo la tuviese que empujar. 1-2, minuto 15. Tres más tarde llegaba el tanto de Bruno Saavedra con otra genialidad de Dava: 1-3. Segunda y tercera asistencia para el capitán. Solo el 2-3 de Moncusí, con varios rechaces, antes del descanso deslucía el resurgir del Liceo. Había partido, el equipo coruñés tenía que tener cuidado también con las faltas: 3-7.

Esa diferencia de infracciones le abocaba casi con toda seguridad a una situación límite. No tardó en llegar, porque ahí apareció la sangre caliente de dos jugadores como Bruno Saavedra y, sobre todo, Ferruccio. No fue una directa, fueron dos en menos de minuto. En ambas apareció imponente Martí Serra para frenar los lanzamientos de Darío Giménez y de Tombita. El equipo coruñés encima resistió en inferioridad. Jugada redonda para un Liceo que, para entonces, había metido el partido en formol. Poco después, llegó esa desgraciada jugada en la que Tombita se fue con la rodilla dolorida e inmovilizada. Mala pinta.

Y es que en ese segundo acto a los hombres de Copa no les interesaba que pasase nada y se notaba. Ataques largos y que el muro siguiese resistiendo. Nada de ofrecer transiciones ni ocasiones claras. Eso sí, el problema con las faltas no cesaba porque se acercaban peligrosamente a las quince. No ocurría nada, parecía que en cualquier momento se desencadenaría la tormenta. Y llegó, en cierta medida, en los instantes finales con el portero-jugador. Casi se repite el guion con el fichado Nuno Paiva, pero ahí estaba Martí. Llegaba el final sin castigo. Hasta hubo amago de tángana final. Hay cuentas pendientes para el martes. El Reus espera a uno de los dos.

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