El Liceo más resiliente del curso tira de carácter para aferrarse a la liga

El Liceo de Juan Copa es un equipo que hay que matar varias veces para verlo morir de verdad. Si se le deja un resquicio de vida, una mínima rendija de aire, resurge de sus cenizas como un ave fénix para sobreponerse a situaciones insalvables. Los play off ligueros están dando buena cuenta de ello. Para empezar, los coruñeses dieron la vuelta por primera vez a una eliminatoria en contra en los cuartos de final frente al Lleida. Después, doblegaron a base de carácter a un Reus que llegaba a Riazor convertido en bestia negra. Ahora, en la final por el título, tendrán que hacer frente a un FC Barcelona que ha vencido quince de los últimos veinte duelos contra los colegiales. La escuadra verdiblanca se aferra a su ADN, resiliente, competitivo y tenaz, para mantener viva la llama de la esperanza en la lucha por la OK Liga.

El Lleida fue el primero en exigir la mejor versión liceísta. El cuadro catalán asaltó Riazor en el primer encuentro, con las estocadas de Tombita y Nuno Paiva en la prórroga, y se llevó como botín un triunfo que ponía al cuadro de Copa contra las cuerdas (5-6). Sin margen de error y sin precedentes —no había remontado una eliminatoria desde la instauración del sistema de play off en la temporada 2021-22—, los jugadores colegiales se plantaron en el Onze de Setembre y subieron las revoluciones para forzar el tercer partido con dos grandes actuaciones de Martí Serra y Dava Torres (2-3). En el Palacio, Bruno Saavedra rubricó la primera proeza con un tanto en el tramo final del choque que garantizó el billete para las semifinales (2-1).

Una ronda en la que esperaba el Reus, a quien los coruñeses no vencían desde 2022. El Liceo se remangó y se preparó para bregar. Sufrió en el primer enfrentamiento, donde hicieron falta una veintena de penaltis para deshacer la igualada (4-4). Arrasó como un vendaval en el segundo, ante un combinado rojinegro noqueado sobre la tarima del Palacio (4-0). Y sobrevivió en el tercero, en la caldera del Palau d’Esports, con un tanto de Dava Torres a tres segundos para el final que forzó un tiempo extra en el que Cervera sentenció con un gran gol (5-4).

A la épica y sin nada que perder, como quien va a la guerra a pecho descubierto, el combinado de Juan Copa juega los grandes partidos sin miedo al error y con el corazón por delante. Esa osadía le ha valido algún susto, pero cuando los finales parecen escritos, el cuadro colegial siempre encuentra la manera de alterar la narrativa a su favor. Con jugadores convencidos de sus capacidades y conscientes de la responsabilidad que implica vestir la verdiblanca, el ADN guerrero termina apareciendo cuando más hace falta. Lo necesitará en la final, ante un Barça todopoderoso que supondrá el enésimo reto del curso. Que pase. El Liceo se siente preparado.