En un partido tan extraño como emocionante, el Deportivo logró un empate en Mestalla después de ir dos goles por debajo en el marcador. Tan raro fue que Abel Aguilar, que hasta ahora solo había marcado un tanto en Primera División, anotó dos para los blanquiazules en un encuentro en el que el conjunto de José Luis Oltra terminó por arrepentirse de una calamitosa actuación defensiva.

Al Valencia le bastó con adivinar los costurones defensivos blanquiazules para ponerse con ventaja en el marcador sin apenas haber mostrado los colmillos. No le hizo falta siquiera presionar a los blanquiazules para arrebatarle el balón ante la poca iniciativa demostrada por los de José Luis Oltra en los instantes iniciales.

Tampoco lo hizo el Deportivo y se encontró con el primer gol de Soldado cuando apenas habían transcurrido diez minutos. El pase de Jonas unos metros por delante de la medular retrató la indolencia del centro del campo, incapaz de presionar la línea de pase rival; el desmarque del delantero valencianista desenmascaró a una defensa que falló al tirar el fuera de juego.

Sin centrales rápidos sobre los que apoyarse, el Deportivo se fía de la buena coordinación de su zaga para achicar lo máximo posible el campo al rival y adelantar la línea defensiva. Basta sin embargo una combinación del adversario como la que hilvanaron ayer Jonas y Soldado para desmontar el plan blanquiazul y poner en entredicho el honesto pero a la vez temerario planteamiento de Oltra.

El técnico asume riesgos colocando la defensa de ese modo y dando vía libre a Evaldo por la izquierda, quien antes de su error en el tercero del Valencia se había incorporado un par de veces al ataque con sendos centros que a punto estuvo Riki en una ocasión de convertir en gol con un cabezazo flojo desde el punto de penalti a las manos de Diego Alves. Esos riesgos no se traducen sin embargo en una mayor fluidez ofensiva y el Deportivo no multiplica las opciones de las que disfruta a cuenta de limitar las del contrario.

Ahí se manifiesta el cortocircuito blanquiazul, que ayer quedó evidenciado en el segundo y el tercero de los tantos valencianistas. Feghouli ya avisó antes de que el equipo local ampliase el gol inicial de Soldado. De nuevo un pase en perpendicular a la defensa situó al delantero franco-argelino delante de Aranzubia. Su control no fue lo suficientemente preciso y el balón acabó en las manos del portero riojano, que en la siguiente jugada ya nada podría hacer.

Esta vez fue Tino Costa el encargado de denunciar la fragilidad defensiva blanquiazul con otro pase frontal, templado, que la pareja de centrales deportivista contempló sobre sus cabezas hasta que Jonas se la cedió a Soldado para anotar el segundo de su equipo.

Ese gol antes de que se alcanzara la media hora sirvió para evaluar a Marchena y Aythami, mal compenetrados durante todo el partido y dubitativos cuando se trató de anular la iniciativa rival. El tercero puso en evidencia de nuevo a Evaldo.

Fue tan solo tres minutos después de que Abel Aguilar recortase distancias a la salida de un córner. Aythami rebañó un balón tras el centro, perfecto, de Pizzi. La pelota se la encontró el colombiano en el área pequeña para batir a Diego Alves.

Las ilusiones se esfumaron poco después con un pase a la espalda de Evaldo, que le tenía ganada la posición a Feghouli, pero que por despiste o exceso de confianza vio como el rápido extremo valencianista le adelantaba y se plantaba ante Aranzubia para batirle de un disparo preciso.

La segunda parte, al contrario de lo que parecía, sembró la duda acerca de lo que podría haber ocurrido de no ser por esos errores. Oltra prescindió de un desaparecido Valerón para dar entrada a Oliveira y jugar con dos puntas. En otro saque de esquina bien botado de nuevo por Pizzi, Abel Aguilar colocó el segundo para los blanquiazules con un recurso elegante que alimentó las posibilidades deportivistas. Ya se habían despertado poco antes gracias a la mayor participación de Pizzi y Bruno por las bandas y las dudas defensivas del Valencia, que también las tuvo.

Un nuevo horizonte se abrió con el penalti señalado sobre Riki, deciviso un encuentro más, y la expulsión de Ricardo Costa. Fue entonces cuando el Deportivo se arrepintió de todo lo anterior y de sus propios pecados.