Cada llegada del Valencia vino a suponer un gol en contra del Deportivo. La fragilidad defensiva de los blanquiazules dejó en bandeja el triunfo, que no llegó, a los locales, en un partido en el que los jugadores de Oltra ofrecieron una gran imagen en ataque, en contraste con el trabajo que tenían que hacer en la retaguardia. Y no se trata solo de los cuatro defensores, sino de la función de todo el equipo. Pues los cuatro de atrás, más allá de los fallos individuales, se encontraron casi siempre desnudos, es decir, con escaso apoyo de la medular y de los hombres más avanzados. Entre tanto error, destacó el toque de calidad de Pizzi que permitió a Riki batir a Diego Alves, aunque el gol fue invalidado por fuera de juego del atacante de Aranjuez.

Fue de lo mejor que se vio en el partido, además del acierto de Abel Aguilar en sus subidas al remate en las jugadas a balón parado. Claro que el colombiano se vio favorecido por la colaboración de los defensores valencianistas, que parecían competir con los deportivistas a la hora de cometer errores. El toque del interior portugués con el exterior del pie derecho para que Riki rematase a placer, en posición antirreglamentaria por poco, fue una muestra de la calidad que atesora y de la que ya dejó muestra en su debut en Riazor frente a Osasuna en la primera jornada. Si además, marca un penalti con la frialdad como el que anotó... poco más se puede decir de la categoría que atesora. Calidad y frialdad.

Fue de lo mejor ayer en Mestalla, como ante Osasuna. Afortunadamente para el equipo blanquiazul, supo ajustar mejor el trabajo defensivo en la segunda mitad, en la que fue capaz de aguantar las escasas acometidas de un Valencia, que jugó siempre a la contra y en función de los que hacía los jugadores que dirige José Luis Oltra.

Influyó que el Valencia afrontase los últimos minutos en inferioridad numérica, tras la expulsión de Ricardo Costa, pero ya en la primera mitad los locales sólo llegaron en cuatro ocasiones al área de Aranzubia. Marcaron tres goles, cierto, porque lo más difícil sería no hacerlos. Mucho más se acercó el Deportivo. Y porque el árbitro no quiso rizar el rizo, ya que en los últimos instantes hubo un penalti de Rami, que el madrileño ya no se atrevió a pitar. Bastante hizo con señalar el de Ricardo Costa, fue claro pero es de los que no se pitan, porque son faltas que sólo se señalan fuera del área. Fue justo, pero inusual. Pitar el segundo, sería ya mucho más complejo en un campo como Mestalla.