Llevaba algún tiempo sin aparecer Bruno Gama, lejos del nivel que ofreció en Segunda, y ayer lo hizo de golpe para decidir un partido igualado que se decantó a favor del Deportivo por pequeños detalles. Su golazo, a la media hora de juego, resultó suficiente para amarrar tres puntos que rompen la racha negativa de ocho jornadas sin vencer y permiten al equipo coruñés escapar de los puestos de descenso. Además del gol, lo mejor fue el resultado porque el encuentro, desde luego, no pasará a la historia precisamente por su exquisitez. Sin llegar a ser el muermo del jueves en la Copa, no fue en absoluto un partido brillante por parte de ninguno de los dos, aunque quizá el Dépor expuso algo más, al menos en cuanto a intención. Primero, porque estaba obligado jugando en casa; y segundo, porque otra semana sin ganar hubiera encendido definitivamente las luces de alarma.

Tres días después del decepcionante ensayo copero, Deportivo y Mallorca se citaban de nuevo en Riazor, pero esta vez luchando por su verdadero objetivo: la supervivencia en Primera. Los dos enredados en sendas rachas negativas y ansiosos por lograr una victoria balsámica, casi obligatoria en el caso del conjunto coruñés. Venía el Dépor de ocho jornadas consecutivas sin vencer y eso es mucho tiempo para un equipo que aspira a conservar su sitio en la máxima categoría sin demasiados sobresaltos. No era simplemente otro partido contra el Mallorca. Nada de eso. Era el partido, el importante de verdad, como había recordado José Luis Oltra en la víspera.

El valenciano había amagado con juntar de inicio a Nélson Oliveira y a Riki para inyectar más pólvora en ataque, pero finalmente apostó por los mismos once que venían de empatar en Balaídos en la anterior jornada. Entre ellos, Bruno Gama, cuestionado en un inicio de temporada nada brillante en el plano personal. El portugués, de los mejores jugadores de Segunda el curso pasado, apenas había brillado en Primera. El propio Oltra había reconocido tres días antes, tras el partido de Copa, que el luso no atravesaba su mejor momento. Tenía bastantes papeletas para quedarse en el banquillo, pero el técnico le dio confianza manteniéndolo en la alineación.

No desaprovechó esta nueva oportunidad el portugués, de lo mejor del equipo desde el pitido inicial. Apareció por una y otra banda, igual que su compatriota Pizzi. Aun así el Dépor tardó algo más de un cuarto de hora en tomarle el pulso al partido. Empezó espeso y sin fluidez en campo contrario, quizá sorprendido por el planteamiento inicial del Mallorca, ligeramente más ofensivo que el jueves en Copa. Caparrós plantó una defensa más adelantada y su equipo logró robar algunos balones en campo contrario que aprovechó para generar tímidas llegadas al área. Víctor, Pereira y Hemed fueron los primeros en probar suerte en el disparo, aunque sin demasiado peligro. Poquito hizo el Dépor en ataque en esa fase inicial: un par de tiritos de Riki y Valerón, y poco más. Tenía mucho balón el equipo coruñés, pero sin la suficiente profundidad como para crear ocasiones claras. Poco a poco el Deportivo se fue sacudiendo el dominio y el Mallorca no tuvo más remedio que relajar sus ansias iniciales. Las cabalgadas de Pizzi y Bruno, más algunas pinceladas de Juan Domínguez y Valerón, le bastaron al Deportivo para tomar el mando del partido de forma clara.

Fruto de ese dominio llegó el primer gol a la media hora de juego, tras una contra bien armada por Pizzi y mejor continuada por Valerón. El Flaco conectó con Bruno Gama y el portugués, tras un gran recorte, chutó cruzado haciendo inútil la estirada de Aouate. Pese al 1-0 el Deportivo no se echó atrás. Siguió cargando en busca de un segundo tanto con el que dejar encarrilado el encuentro antes del descanso. Mucha valentía y a la vez demasiados riesgos en defensa. Más que riesgos, imprecisiones, como al inicio de la segunda mitad, cuando Aranzubia evitó que Arizmendi firmara el empate tras un error en la entrega de Zé Castro.

Comenzó el segundo acto sin un dominador claro, en parte por la obligación del Mallorca de irse hacia arriba y también como consecuencia de la intensa lluvia que convirtió el césped de Riazor casi en una pista de patinaje. Partido de ida y vuelta, sin apenas pausa y con muchos balones en largo. Uno de ellos casi lo aprovecha Bruno para firmar el segundo en su cuenta. Superó por alto la salida desesperada de Aouate, pero el balón no encontró portería. La mala suerte volvió a negarle el 2-0 al Dépor cuatro minutos después, con un lanzamiento de falta de Pizzi que repelió el larguero. No le gustaba a Caparrós lo que estaba viendo y reaccionó de inmediato agotando sus tres sustituciones con todavía media hora por delante. Entraron Giovani, Marc y Fontàs en busca de un cambio. Lo necesitaba el Mallorca, un equipo ordenado, disciplinado y rocoso, pero que sufre cada vez que tiene que levantar un marcador adverso.

Cargó con todo lo que pudo el conjunto balear, pero sin generar demasiadas ocasiones claras. El Dépor nadaba y guardaba la ropa sin renunciar a estirarse en busca del segundo. Lo acarició Nélson Oliveira, quien en esa misma acción notó un pinchazo en el recto anterior y tuvo que pedir el cambio. Por él entró Bodipo, cuyo debut en Liga fue celebrado por la grada con vítores. La afición aclamó cada una de sus intervenciones, ofensivas y también defensivas, porque el andaluz se limitó a pelear los balones divididos y a aguantar la pelota todo lo que pudo. No hizo falta mucho más para amarrar el 1-0 ante un Mallorca sin fluidez ni pegada.