Le hacía falta al Deportivo un partido como el de ayer. Por el resultado, ya de por sí valioso, pero también por las sensaciones que transmitió el equipo en la segunda parte. Derrochó casta, supo sufrir tras el empate y demostró que también sabe competir a domicilio, no solo en Riazor. Esta vez no se arrugó en las disputas. Peleó todos los balones, por arriba y por abajo, y concedió lo justo al Athletic, que aun así tuvo ocasiones suficientes como para haber amarrado la victoria. También el Dépor tuvo las suyas en el tramo final, pero se marchó de La Catedral contento por el empate, un premio gordo tal y como se le puso el partido en la primera mitad, en la que apenas dio señales de vida.

Sin balón ni demasiadas ideas en ataque, el Deportivo contuvo como buenamente pudo las embestidas del Athletic, decidido a poner cerco a la meta de Lux desde el pitido inicial. De Marcos y Llorente protagonizaron las primeras aproximaciones peligrosas. Avisaban los leones cada vez con más insistencia a la espera de un primer tanto que no tardó en llegar. Nació de una rápida combinación entre Iturraspe y Susaeta, cuyo pase atrás lo convirtió De Marcos en el 1-0 con un certero disparo (m.23). Sin hacer nada del otro mundo, más bien solo con la intención, el Athletic se encontraba a las primeras de cambio con el partido de cara.

Poquita capacidad de reacción demostró el Dépor nada más encajar el gol. Más bien, ninguna. Sobre todo, por su falta de lucidez en ataque. Apenas le duraba el balón y cuando era capaz de enlazar más de tres pases seguidos se acababa estrellando una y otra vez contra la ordenada defensa bilbaína. Faltaba profundidad y, sobre todo, finalización. Un panorama nada alentador que Llorente pudo empeorar aún más poco antes del descanso, con un lanzamiento cruzado que no encontró portería por poco. El delantero internacional destapó todo su repertorio en busca del gol. En carrera, de cabeza o recibiendo de espaldas, Llorente lo intentó de todas las maneras posibles, pero no le dieron demasiadas facilidades ni Aythami ni tampoco el debutante Roderick. Ambos cumplieron, igual que el resto de la defensa. El problema, esta vez, estaba arriba.

Con Valerón desaparecido durante toda la primera parte, los otros tres atacantes -Bruno, Pizzi y Riki- decidieron hacer cada uno la guerra por su cuenta. Más que guerra, pequeñas escaramuzas, ninguna dañina. Así, con una preocupante sensación de impotencia, terminó el Deportivo la primera parte. El descanso le sentó bien, porque solo tardó siete minutos en empatar. Fue a la salida de un córner que la defensa del Athletic no acertó a despejar. El balón le llegó a Valerón, quien metió un centro-chut en busca de alguna cabeza amiga. Encontró la de Abel Aguilar, oportunista para firmar un testarazo que cambió por completo el guión del partido. El 1-1 dejó tocado al Athletic y espoleó al Deportivo, cada vez con más criterio en la circulación.

Tardaron en rehacerse los vascos, que aun así dispusieron de varias ocasiones, las suficientes como para ganar. Están a años luz de ser ese equipo dinámico y eficaz que encandiló a España y a Europa hace solo unos meses, pero tienen mucha variedad arriba. Con Aduriz y sin él. Muniain, De Marcos, Iturraspe y, cómo no, Llorente dispusieron de las oportunidades más claras para recobrar la ventaja en el marcador. Fue en esa fase cuando el Dépor echó mano de la casta y el coraje para sobrevivir al cuerpo a cuerpo que le propuso el Athletic.

No se arrugaron los jugadores blanquiazules, conscientes de lo mucho que había en juego. Lucharon cada balón como si fuese el último y metieron el pie siempre, aun a costa de recibir golpes, como le pasó varias veces a Abel Aguilar. El colombiano, omnipresente en los dos campos, contagió su competitividad a todo el equipo, que supo sufrir para aguantar el valioso empate. Y eso que en San Mamés, igual que en la jornada anterior frente al Levante, los cambios de Oltra volvieron a estar condicionados por las desgracias, esta vez menores. Roderick y Riki, con sendas molestias, prefirieron no forzar y el técnico tuvo que echar mano de Insua y Bodipo.

Los dos entraron dispuestos a sumar cada uno en su parcela, el fabrilista pegado a Llorente y el andaluz con la caña preparada por si le llegaba algún balón, como el que le filtró Camuñas en el 84. Bodipo lo voleó con intención, pero demasiado alto. Aún tuvo otra más el Dépor, ya en el 91, un regalo de Iraizoz, fallón a la hora de blocar un balón aéreo. Pero el 1-1 ya no se movió. Un punto meritorio para el Deportivo, de los que suman de verdad. Valioso empate en La Catedral. Valioso, siempre y cuando el Betis salga derrotado de Riazor el próximo domingo. Esa será otra historia. La de ayer le deja un sabor dulce al equipo coruñés, que por fin saca la cabeza, con orgullo y coraje, para salir de los puestos de descenso. Hay tres peores en la tabla. De eso se trata, de que los haya ahora y al final del campeonato.