A su llegada dejó claro que no estaría sentado en el banquillo deportivista de haber ido mejor las cosas anteriormente, así que se imponían cambios para modificar la trayectoria hasta la fecha. Con esas credenciales se presentó Domingos Paciência en el partido ante el Málaga, donde le dio prácticamente la vuelta al equipo como a un calcetín.

Desde el principio quedó claro que el Deportivo es otro, con un planteamiento completamente diferente y que sin embargo estuvo muy presente durante los mejores momentos de la etapa anterior. Y es que a los blanquiazules, por las características de algunos jugadores, les va el vértigo más que armarse desde la posesión de la pelota.

Señal de que quizá el nuevo técnico deportivista otorga más valor a sacar el máximo rendimiento a los instantes que se posee la pelota que a resguardarla o privilegiarla es que de inicio prescindió de los dos principales peloteros de la plantilla. Valerón y Juan Domínguez, de regreso en la convocatoria, se quedaron en el banquillo, y en su lugar Domingos colocó a André Santos, inédito con Oltra. Jugador de corte distinto, su posición entre los dos mediocentros obedeció más a una fórmula para poblar el centro del campo, reducir la distancia entre las líneas y dar vuelo a los jugadores de ataque.

Fue con las transiciones rápidas como el Deportivo encontró la manera de hacerle más daño a un Málaga tan parsimonioso con el balón como perezoso con él. La intención se tradujo en ocasiones y de dos robos de balón se obtuvo resultado en oportunidades sin una elaboración exquisita. Esas parecen las nuevas armas blanquiazules para el escenario de supervivencia extrema, deportiva e institucional, en la que se encuentra el equipo y no obstante le permitieron abalanzarse sobre el Málaga por momentos.

Avisó Bruno muy pronto con un disparo desde dentro del área que medio atajó Caballero y cuyo rechace no acertó a rebañar Riki en boca de gol. Para entonces ya había quedado claro que Paciência iba a privilegiar la consistencia del equipo por encima del atrevimiento. Líneas más juntas y una presión más organizada evitaron los sofocones defensivos que atravesaba el equipo anteriormente.

Al Málaga comenzó a poderle la mayor intensidad de los blanquiazules y a medida que su centro del campo comenzó a perder consistencia y ni Joaquín ni Isco proponían lo suficiente el Deportivo comenzó a adueñarse del encuentro. Un contragolpe hilvanado entre Pizzi y Bruno a partir de un robo de Manuel Pablo en la banda acabó con el primero de los portugueses solo ante Willy Caballero. Antes de trastabillarse fue la ocasión más clara de la que dispusieron antes de que Pizzi estrellase una falta en el palo.

Esas ocasiones terminaron por desatar a los de Paciência y noquear a los de Pellegrini, que en los últimos instantes de la primera mitad terminaron arrinconados sobre su propia área.

Le faltó tiempo a los deportivistas para adelantarse en el marcador en esos primeros cuarenta y cinco minutos y le sobró al técnico chileno del Málaga en el descanso para sacrificar a Portillo y colocar a Iturra como acompañante de Camacho para frenar el ímpetu de los blanquiazules.

El recurso le funcionó lo que tardó Pizzi en culminar una jugada individual tras otro robo con la consiguiente salida como alma que lleva el diablo de los deportivistas. El portugués abusó del balón, como en otras muchas ocasiones, pero esta vez le funcionó mucho mejor.

Su partido demostró que el futbolista a préstamo del Atlético funciona mejor con espacios que encarando, empeñado como parecía en anteriores partidos en hacer la guerra por su cuenta.

Si con empate los riesgos eran mínimos, con la ventaja en el marcador se redujeron más allá de lo posible. Apenas se sufrió, en parte porque al Deportivo no se le adivinaron los costurones y en parte también porque el Málaga no llegó a meterse nunca en el partido, ni siquiera con el ingreso en el terreno de juego de Saviola y Buonanotte, delanteros habilidosos que suelen seleccionar a sus víctimas en jugadores del corte de Evaldo, que sin embargo ayer experimentó su particular resurrección en forma de lateral solvente.

Tampoco los dos argentinos ayudaron cuando al Deportivo ya no le duraba la posesión más de dos toques y se dedicaba a afianzar lo que representa un lavado de cara completo con el que empezar a recorrer el camino lejos de los puestos de descenso. Todo con Paciência.