Una mezcla de resignación, impotencia y rabia invadió el sábado una parte del Coliseum Alfonso Pérez inmediatamente después de que Paradas Romero señalase el final del encuentro entre el Getafe y el Deportivo. Los algo más de 200 aficionados blanquiazules que presenciaron el partido desde la grada no querían a esas alturas saber nada de sus jugadores, que se acercaron hasta sus localidades para de un modo indisimulado disculparse por lo que había ocurrido. Por entonces ya habían comenzado a aflorar las lágrimas entre algunos, a los que no quedó más remedio que consolarse mutuamente.

"Nosotros somos el Dépor", reclama Ana Barja, desplazada como parte de la peña La Estrella hasta el estadio getafense para un partido que se presentaba como trascendental y que acabó por transformarse en un capítulo más de la historia de tropiezos y decepciones que encadenan los deportivistas este curso. "La desidia y el pasotismo ya no se pueden permitir", resume Basilio Suárez, otro seguidor desplazado desde A Coruña hasta la comunidad de Madrid para el partido, sobre la actitud que percibieron de los jugadores ante el Getafe.

Para algunos "fue la gota que colmó el vaso" después de un reguero de sinsabores esta temporada, en la que todavía no se ha conseguido ganar lejos de Riazor. "Se puede perder, pero lo que molestó fue la actitud", protesta el presidente de la peña Centenariazo, Jorge Álvarez, ampliamente representada en el Coliseum Alfonso Pérez. "No hay un plan B o un cambio de actitud", añade; "de lo del Málaga no queda nada, parece que les ha durado un partido, que todo ha vuelto al principio de la Liga".

Asistir al modo en que el equipo desaprovechó la ventaja en el marcador y la superioridad numérica de la que disfrutó durante casi una hora encendió los ánimos de una parte de los aficionados, pero la mayor parte reaccionó con preocupante resignación. El sector blanquiazul de la grada se sumió en un silencio que tan solo interrumpieron los sollozos y algún reproche aislado. "Nadie hablaba, nadie decía nada", corrobora Ana Barja sobre el modo en el que los aficionados encajaron el resultado. Hubo incluso quien despreció el saludo de los jugadores al finalizar el encuentro y su disculpa de lo ocurrido sobre el césped. "Al final del partido, cuando los jugadores se acercaron a nosotros, hubo gente que les decía: 'A mí no me aplaudas".

Hubo también quien se convenció, acertada o erróneamente, de lo que sospechaba desde hacía jornadas y que tiene que ver con la implicación de algunos de los futbolistas de la plantilla blanquiazul. "Hay jugadores que lo dan todo, pero en otros no se nota la misma actitud", reflexiona Ana Barja. "Creo que son conscientes de la situación, pero no de que si descendemos podemos hundirnos por muchos años", apunta Basilio Suárez.

Aunque los reproches ya se comenzaron a escuchar tras el empate sin goles ante el Valladolid en Riazor, en el interior del vestuario se ha confiado siempre en el apoyo incondicional de la afición. El sábado en Getafe, sin embargo, comenzaron a palpar el desconsuelo y la decepción en las caras de algunos de esos seguidores. Las lágrimas de Ana Barja, por ejemplo, fueron captadas por las cámaras de televisión al acabar el encuentro: "Empecé a llorar de la impotencia con el segundo gol y después con el tercero ya no pude parar".

La mayoría de los aficionados desplazados para el partido consideran que los jugadores pudieron sentir por primera vez su desilusión con la situación que atraviesa el equipo. "Lo más raro es que esta vez no hubo ánimos, como ocurrió otras veces", apunta Basilio Suárez. Los tradicionales cánticos de apoyo al finalizar cada encuentro se transformaron en apatía hacia los futbolistas de la plantilla. "La imagen en Vallecas también fue lamentable, en ese sentido no fue muy distinto al resto de partidos malos de este año, pero fue la acumulación de decepciones, la gota que colmó el vaso", constata Suárez.

"Cabe destacar las caras y la actitud de Álex, Valerón y Riki", desvela el presidente de la peña Centenariazo. "La sensación que nos da es que los jugadores que llevan años en el club sí son conscientes de la responsabilidad de lo que están viviendo", añade.

Entre los seguidores crece la sensación de que "ya no queda tanto" para corregir la trayectoria del equipo, como ilustra Ana Barja. Cada jornada las opciones de salvación de los deportivistas se reducen al mismo tiempo que aumenta la distancia con el resto de conjuntos que luchan por evitar un descenso de categoría todavía reciente en la memoria de los aficionados.