Los titulares apuntan a un nombre: Borja. Los dos goles con los que celebró su estreno como deportivista en partido oficial, que fueron decisivos para que el equipo coruñés sumase su segunda victoria del curso, también la segunda a domicilio, pueden eclipsar el excelso partido de los futbolistas de Fernando Vázquez en la segunda parte. Cierto que todo empezó con el golazo del delantero madrileño casi recién salidos del vestuario para iniciar el segundo tiempo, pero la razón de tan contundente victoria hay que encontrarla en el manejo del balón que mostró el equipo y en la omnipresencia de Juan Domínguez, que se convirtió en el amo y señor del centro del campo.

Son dos nombres propios, injusto quedarse con solo estos, pues el papel de Culio fue básico en el control del ritmo, Rudy fue una pesadilla para la defensa vallesana, Álex se bastó casi para destruir el juego de los locales... Cada uno destacó en la faceta que tiene asignada por el entrenador. Sobre todo en la segunda parte. La primera fue para olvidar. Como otras tantas que se vieron y se verán a lo largo del curso futbolístico. ¡Claro que influye ponerse por delante en el marcador! Pero muchas veces resulta insuficiente si no hay quien sepa manejar la situación. Ayer lo hubo, Juan Domínguez, que puso el aplomo que necesitaba el equipo para manejar la ventaja y tratar de ampliarla, como acabó sucediendo con otros dos goles, que incluso pudieron ser más.

Es que el Deportivo se lució en la faceta ofensiva. La salida de balón era según convenía, pausada y controlada por momentos, para hacerlo con velocidad cuando había espacios para sorprender. De hecho así nació el tercer gol en una acción originada en el saque de una falta del Sabadell. El balón se lo llevó Arizmendi que, acompañado de Rudy, cruzó todo el campo y tras combinar con el portugués materializó con una frivolité digna del más grande entre los grandes. Picó el balón lo justo sobre la salida de Navas para tocarlo con el interior hacia la portería indefensa una vez superó al guardameta local.

Lució en ataque porque es lo más vistoso, pero hay un dato significativo cual es que Lux no tuvo que intervenir para nada en esa segunda mitad y que los vallesanos no dispusieron de ninguna ocasión para batir al argentino. Todo lo contrario de lo que había sucedido en el primer periodo, cuando el portero deportivista salvó dos opciones de los locales, en la segunda hasta en dos veces y en la que contó con la ayuda de Kaká, que cortó el balón casi bajo la línea de gol.

Pintaba regular el partido, porque nadie era capaz de hacerse con el control y los locales le ganaban con relativa facilidad la espalda a los dos centrales del Deportivo que, por su parte, también tuvo la oportunidad de adelantarse con un remate de Borja. Mal remate con la zurda, la pelota salió mordida y se fue al poste. Una ocasión desperdiciada. Una clara oportunidad que se podía haber lamentado, pero el madrileño corrigió en la segunda parte. Primero colocando el balón abajo, pegado al poste, y después con un zapatazo desde el interior del área al que Navas no pudo responder. Lleva la portería entre ceja y ceja. Requisito fundamental para un rematador, aunque esto suponga que a veces peque de individualista y no sea capaz de encontrar a compañeros en mejor disposición para el remate. No todo va a ser perfecto. Aunque en la segunda parte, casi lo fue.

Quizá porque el equipo se fue directo a por el partido en vez de esperar. Quizá porque, además, marcó cuando solo se habían disputados tres minutos desde el regreso del vestuario. Y seguro que fue por la aparición de Juan Domínguez y su alianza con Culio, un futbolista que siempre se ofrece y que parece tener una gran ascendencia sobre sus compañeros. De hecho ya en la primera parte se le vio cómo les decía claramente que subieran un poco las líneas, convirtiéndose en esa especie de brazo alargado del entrenador. Cuando estos dos futbolistas consigan combinar el equipo ganará muchísimo. Son dos peloteros, que saben manejar, en los que confían los compañeros, con un peso específico tanto en el aspecto anímico como en el técnico por las condiciones de cada uno de ellos.

El único pero es el carácter del argentino, que ayer se ganó una tarjeta amarilla un poco ingenua. Con esa amonestación el equipo corrió el riesgo de quedarse en inferioridad como había sucedido en Las Palmas. Así lo entendió Fernando Vázquez, que avisó a Culio - "Culio, tienes una amarilla", le gritó desde la banda-. Con el marcador ya decantado del lado del equipo coruñés, el entrenador de Castrofeito hizo lo correcto, enviarlo al vestuario para dar entrada a Juan Carlos.

Es muy pronto todavía para asegurarlo, pero es posible que el equipo pueda tener Culiodependencia. Estuvo en Gran Canaria, y el equipo ganó jugando bien. Estuvo ayer, otra victoria. Faltó en Riazor contra el Córdoba y... Juan Domínguez tampoco apareció. Solo son tres partidos, pero parecen suficientes para atisbar cuál es la base de este equipo y sobre quién va a girar todo el juego. Ayer, Juan Domínguez decidió mandar y lo hizo porque tiene condiciones, pero además tiene a un buen socio para lanzar a sus compañeros de ataque, que lo van a tener muy fácil con estos dos peloteros, ya que van a recibir balones y muy pocas pedradas. Es lo que pinta.