El tiempo dirá si fue bueno el punto sumado en La Rosaleda. De momento, sirve para crecer y, sobre todo, para creer. Porque el Deportivo demostró que, si quiere, puede. Y ayer quiso de verdad. Pudo ganar, también pudo perder, y acabó arañando un punto que sirve de refuerzo, aunque más emocional que clasificatorio. Por encima de todo, compitió, que es lo que muchas veces le faltaba. Plantó cara al Málaga, supo rehacerse pronto tras un gol en contra y dispuso de ocasiones suficientes para haber sumado los tres puntos. En definitiva, dio señales de vida muy claras, de que quiere agarrarse a Primera como sea. No ganó, y ya van once jornadas sin hacerlo, pero se marchó de tierras andaluzas con sensaciones positivas tras tutear en su campo a un candidato a Europa.

A estas alturas de temporada la imagen es lo de menos, pero reconforta comprobar que hay mimbres para jugar bastante mejor de como lo venía haciendo el equipo. Víctor Sánchez volvió a diseñar un plan específico para su tercer test en el banquillo del Deportivo, esta vez con Juan Domínguez tirado a la banda izquierda. Experimento arriesgado, de los que sorprenden. Llevaba tiempo sin jugar de inicio el naronés, pero cumplió en esa nueva función. Dos minutos tardó en asistir a Lucas para que el coruñés desperdiciara su primera ocasión clara. Tiró raso, directamente al muñeco, en el primer aviso de que esta vez el Dépor no salía solo a verlas venir, como en tantos y tantos partidos anteriores a domicilio. El Málaga dominó en los compases iniciales, pero tampoco de manera descaradamente clara. Solo generó verdadero peligro en una acción a balón parado, una falta que Juanmi casi culmina en gol tras recibir el balón y revolverse dentro del área. Su disparo, al palo, fue consecuencia de la pasividad colectiva de la defensa. Otra vez el dichoso balón parado, que a la postre en La Rosaleda iba a acabar convirtiéndose en un aliado, no en un enemigo.

El Deportivo era punzante arriba. Hizo circular el balón con bastante más fluidez que frente al Atlético. Aparcó los pelotazos en largo -esta vez fueron un recurso ofensivo, no un argumento principal para llegar al área- y trató de combinar con criterio. Mucha gente se asoció para triangular con peligro, y no solo los delanteros, sino también los hombres de segunda línea y los laterales, sobre todo Luisinho. El portugués, más profundo que nunca, pisó el campo contrario tanto como el propio. Poco a poco el Deportivo fue llevando el partido a su terreno, el del orden defensivo y la rapidez para montar contras, como la que Lucas condujo y culminó con un disparo potente que Kameni rechazó con apuros. Otra llegada peligrosa ante un Málaga que no encontraba el camino, ya no solo del gol, sino de las oportunidades. Le costaba mucho armar fútbol ante un Dépor bien posicionado y con las ideas claras para saber lo que tocaba en cada momento: esperar o atacar.

La segunda parte aún fue más vistosa que la primera, con muchas alternativas y constantes llegadas a las dos porterías. Empezó de manera frenética, con un centro de Cavaleiro que Lucas Pérez remató arriba justo antes de que Amrabat firmara el 1-0 en la siguiente jugada. Balón a la espalda de la defensa y buena acción personal del delantero, cuyo disparo seco sorprendió a Fabricio (m.47). Golpe inmerecido, pero igualmente duro para el Deportivo. Tenía dos caminos: venirse abajo y dejarse ir, o reaccionar y buscar la remontada. Eligió de forma clara esta segunda vía. No se dio por vencido y siguió confiando en el plan de Víctor Sánchez hasta encontrar el premio del gol. Llegó a balón parado, tras una falta bien colgada por Lucas y mejor cabeceada por Oriol Riera (m.60). Cuarto gol del catalán y el primero que sirve para puntuar.

El Deportivo no se conformó con el empate. Tenía mérito sumar en La Rosaleda, aunque fuese un punto, pero quería los tres. Porque los necesitaba, y también porque el partido pedía eso, una marcha más. La buscó Víctor con la entrada de Salomão. Poco se dejó ver el luso, lo mismo que su compatriota Hélder Postiga, el otro que reapareció en la recta final. También el Málaga se lanzó al ataque y dispuso de varias llegadas peligrosas, además de la del gol bien anulado a Samu García por fuera de juego. Horta y Recio probaron a Fabricio antes de que el palo derecho de Kameni evitara el gol de Lucas de falta directa (m.84). De milagro no entró el balón . El coruñés no se lo creía, como tampoco Javi Guerra el paradón de Fabricio ya en el tiempo de prolongación. La última la tuvo el Málaga. Pudo ganar sin merecerlo. Por lo menos, el Dépor salvó un punto. Suma y recupera sensaciones, un buen refuerzo para reencontrarse con el triunfo el miércoles en Elche. Allí no le valdrá con otro empate. Toca ganar para volver a cuadrar las cuentas por la salvación. Cualquier otro resultado será un paso atrás, quizá irrecuperable.