Peñistas, aficionados de Deportivo y Athletic y también muchos curiosos ocuparon ayer las calles que rodean el estadio de Riazor para crear un ambiente especial, ese que solo se puede disfrutar en las grandes ocasiones. Ni era el derbi, ni el Deportivo se jugaba nada pero el regreso del Día de las Peñas ilusionaba a la ciudad.

Los primeros en unirse a la fiesta fueron el alcalde Xulio Ferreiro y el concejal José Manuel Sande, así como el presidente del club coruñés, Tino Fernández. Junto a ellos, además, Martín Pita, Dani Ramos y Tania Gómez, presidenta de la Federación de Peñas. Acudieron a Almirante Cadarso para conocer de primera mano lo que el deportivismo tenía preparado y aprovecharon para recibir a los aficionados que ayer estrenaron la iniciativa Destino Riazor. Hasta siete rutas diferentes -Cee, Santiago de Compostela, Cedeira, Fene, Verín, Pontevedra y Rianxo- recorrieron los autobuses fletados por la entidad blanquiazul, que pretende que ningún deportivista se quede sin ocupar las gradas del estadio herculino. Todos sumaron kilómetros para animar a su equipo en su partido contra el Athletic, con apetito de fútbol después del parón del fin de semana pasado ya que era el turno de las selecciones.

Las peñas posaban en Manuel Murguía con las pancartas que lucían los nombres de cada una de las agrupaciones y los que ya colgaron las botas, como Manolete y Alfonso Castro, se dejaron ver por las carpas. Los más pequeños, como si de un cumpleaños se tratase, saltaron como locos en los hinchables de La Casa del Árbol. Nadie quiso fallar. La Federación de Peñas hizo un trabajo impecable. Comida, bebida y música fueron los ingredientes para elaborar un buen prepartido. Una verbena de casi seis horas que reunió a niños y mayores.

Incluso los vascos pusieron el toque de color con las camisetas rojiblancas. A media tarde empezó la lluvia y los bares, a reventar, eran el escenario de conversaciones entre aficionados de ambos equipos. Sin rivalidades. Ayer solo valía disfrutar. Por suerte, las nubes se fueron y los paraguas se cerraron cuando el Dépor llegó en el autobús al estadio. Fue emotivo y motivador a partes iguales. Los jugadores, desde sus asientos, miraban fijamente a sus seguidores, que se encontraban esperando con bufandas y móviles en alto. "Échale huevos" fue el primer cántico que se escuchó seguido, por supuesto, de ovaciones para todos. El más aclamado, Lucas Pérez.

Sin embargo, algunos prefirieron reservar los pulmones no solo para el partido, sino para pedir justicia por el asesinato de Francisco Romero Taboada, Jimmy, quien perdió la vida en Madrid Río tras una reyerta con miembros del Frente Atlético. En lo alto de la Torre de Marathon, un portavoz leyó un comunicado lamentándose de que los causantes de la muerte del aficionado coruñés continúan en libertad. Silencio absoluto en un grupo de aproximadamente mil personas que, una vez finalizado el acto, estallaron en gritos de "Jimmy, hermano, nosotros no olvidamos". Las bengalas, además, iluminaron el homenaje.