Derrota justa del Deportivo, de las que no cuesta asumir porque refleja de forma fiel lo ocurrido sobre el terreno de juego. El equipo coruñés hizo muy poco, más bien nada, para arañar un resultado positivo en Málaga. Le faltó de todo, empezando por la intensidad y la intención, dos cualidades que había derrochado en las ocho jornadas anteriores. Acabó el partido igual que lo empezó, de puntillas sobre el césped de La Rosaleda, y así es imposible sumar en Primera, aunque sea ante un adversario dolido y con problemas como era el conjunto andaluz. El Dépor propuso muy poco, mucho menos que el rival, y se acomodó con el 0-0 para acabar cediendo tras el descanso. Esta vez no tuvo respuesta cuando se vio por debajo en el marcador. Cuando quiso entrar en el partido, ya era demasiado tarde, y esta Liga tan competitiva no espera por nadie.

El Málaga llegaba en una situación incómoda, con un solo triunfo en ocho partidos. Por eso salió de inicio con todo a por la victoria, como con una marcha más que el Deportivo. Los coruñeses esperaban esa salida en tromba del rival y se limitaron a aguantar el chaparrón. Juankar y Thigadouini, con sendos disparos a las manos de Lux, protagonizaron los primeros acercamientos peligrosos del Málaga. Suyo era el balón en esa fase inicial en la que al Dépor le costó bastante entrar en el partido. Tardó algo más de 25 minutos en sacudirse ese claro dominio local y empezar a acercarse tímidamente al área de Kameni.

Lucas Pérez volvió a liderar los ataques, siempre con mucha movilidad para arrancar en diagonal desde los costados o bien más centrado a espaldas de Oriol Riera. El coruñés, de nuevo especialmente peligroso con espacios, asistió al catalán en el 28 para generar la primera ocasión del Deportivo. El delantero centro recortó con precisión y conectó un zurdazo ajustado, flojo pero con buena dirección. El poste evitó el 0-1 porque Kameni no pudo hacer otra cosa que mirar cómo el balón daba en la madera. Ese arreón animó al conjunto deportivista, que poco a poco se fue creciendo en la recta final del primer acto. Sin llegar a embotellar al Málaga, pero sí pisando algo más campo contrario. Los andaluces, en cambio, fueron de más a menos. Su efervescente arranque se fue diluyendo con el paso de los minutos hasta el punto de acabar la primera parte más preocupados de defender, que de buscar la portería de Lux. El último disparo peligroso antes del ecuador fue visitante. Lo firmó Fede Cartabia con un zurdazo seco desde lejos, ligeramente alto. El argentino fue una de las novedades en el once. Llevaba semanas pidiendo paso haciendo buenos minutos en las rectas finales de los partidos y el último ejemplo fue el pasado fin de semana frente al Athletic. Ayer no apareció demasiado, aunque sí más que Oriol Riera. Apenas le llegaron balones al catalán y, los pocos que tocó, los recibió demasiado lejos del área.

El 0-0 al descanso era un resultado que tampoco le iba mal al Deportivo. Las prisas tenían que ser todas del Málaga. Por jugar en casa y, sobre todo, por sus urgencias clasificatorias. En teoría, con el paso de los minutos le acabarían entrando. También la ansiedad, algo de lo que podría sacar provecho el Dépor a la contra. Se trataba de defender con eficacia y madurar el partido lentamente, un plan arriesgado que Thigadouini pudo romper nada más comenzar el segundo acto. En el minuto 50 el marroquí acarició el gol con un cabezazo que no encontró portería. De nuevo el Málaga salía del vestuario lanzado, como en el arranque del encuentro. Llegaba con demasiada facilidad al área, en oleadas continuas al acecho del gol. Lo anotó Charles en el 54, aunque fue anulado por un fuera de juego inexistente. Definitivamente merecían más los andaluces ante un Deportivo sin ambición que jugaba con fuego al ceder todo el control al rival.

A Víctor Sánchez no le gustaba nada lo que estaba viendo y reaccionó con un doble cambio en el 57. Sentó a Fede Cartabia y Oriol Riera para dar entrada a Laure y Luis Alberto, pero el nuevo planteamiento duró cinco minutos, los que tardó Tighadouini en adelantar al Málaga. Su lanzamiento de falta lateral sorprendió a Lux, muy tapado con tanta gente en el área. Al Dépor le quedaba media hora por delante para irse hacia arriba en busca del empate. Venía de igualar un 0-2 ante el Athletic, así que la misión de darle la vuelta al marcador en La Rosaleda no era ni mucho menos imposible. Todo pasaba por adelantar líneas y tratar de que Fayçal, Luis Alberto y Lucas se asociaran cerca del área contraria después de una primera hora de partido muy pobre en ataque. Trataron de combinar, pero ya era demasiado tarde. Les faltó tiempo y, sobre todo, fluidez. El Dépor no tuvo más remedio que recurrir al balón parado para estirarse. De esa forma casi marca Arribas en el minuto 70 tras un buen servicio de Fayçal. El madrileño no tuvo convicción para cabecear pese a que su posición era inmejorable, solo ante Kameni.

Ese testarazo frustrado fue la última aproximación del Deportivo, que siguió igual de nublado pese a la entrada de Cani. Nadie fue capaz de echarse al equipo a sus espaldas, ni siquiera Lucas pese a sus intentos por dinamizar el ataque. El Málaga no sufría atrás e incluso se atrevía a merodear el área coruñesa en busca de la sentencia. La encontró Juankar en el 85, con una acción rápida que cogió despistada a la defensa. El resto, sobró. El partido ya estaba resuelto. El Dépor tuvo tiempo para colgar algunos balones más, sobre todo desde el banderín de córner, pero siguió igual de espeso a la hora de triangular. Muchas imprecisiones, demasiadas cuando toca remontar en campo contrario. La derrota acabó de consumarse y con ella una lección para el equipo coruñés, que se vuelve vulgar si se olvida de morder. El viernes llega el Atlético a Riazor, un rival de otra liga, pero ni mucho menos inaccesible, siempre y cuando el Deportivo muestre su mejor versión.