Volvió a mandar el Deportivo en el derbi gallego después del paréntesis de la temporada pasada para clausurar de la mejor manera posible una racha de cinco empates consecutivos y recuperar las sensaciones de ese primer tramo de temporada ilusionante. Solidario, compacto y tremendamente competitivo, el conjunto de Víctor Sánchez superó al Celta con la receta que mejor le ha funcionado.

Se anunciaba un derbi de kilates entre dos alternativas contrapuestas: el orden deportivista frente al atrevimiento celeste. Y prácticamente desde el primer balón quedó patente que el equipo de Víctor iba a intentar aprovechar cualquier traspié de los de Berizzo.Se había alcanzado apenas el primer minuto cuando una recuperación blanquiazul desembocó en un contragolpe vertiginoso conducido por Sidnei y Juanfran que Lucas no acertó a embocar después de un servicio de Luisinho. El árbitro ya había invalidado la jugada, pero supuso una clara advertencia al planteamiento céltico. El Deportivo avisó a su rival de que castigaría cualquiera de sus errores.

Presionaba el equipo en esos instantes iniciales y descolocaba a un Celta tembloroso, quizá sorprendido por el ímpetu inicial coruñés. Tenía tal tiritona el conjunto vigués y era tal el empuje deportivista que al poco volvieron a avisar con una espléndida jugada llevada desde la defensa. Combinó Álex con Cani y éste con Juanfran, que puso un servicio al punto de penalti que recogió de nuevo Lucas. El coruñés se revolvió para deshacerse de Sergi Gómez, pero perdió de vista la pelota.

No habían transcurrido diez minutos y el Deportivo ya había acumulado dos ocasiones claras y dejado medio sonado a un Celta desubicado. Recordaba por entonces el equipo de Víctor al que había seducido en los primeros compases del campeonato: atento a los errores de los rivales, con un profundo carácter competitivo y una velocidad endiablada para combinar en la parcela atacante. Esa versión es la que contradice a su técnico, que asegura no renunciar a mandar en los partidos, pero se encuentra con un mejor rendimiento cuando aguarda bien protegido y después golpea con saña.

Estaban groguis los visitantes al cuarto de hora, sin poder asociarse con su peligrosísimo tridente, completamente superados en el centro del campo ante la maravillosa lectura de los tiempos y los espacios que hicieron Mosquera y Álex Bergantiños para neutralizar a Wass y Augusto. No hubiera funcionado, sin embargo, con la solidaridad que volvieron a mostrar los deportivistas en las ayudas y las coberturas. Tan solo se concedieron un despiste cuando Arribas perdió el horizonte del campo y arriesgó una pelota ante Nolito. No acertó el delantero celeste y encontraron los coruñeses respaldo a su apuesta en el marcador ante un contrario cada vez más achicado.

No había rastro de ese conjunto dominador que sometía a los contrarios con una presión adelantada, era más bien la versión con boquetes atrás que cada vez vislumbraban con mayor claridad los deportivistas. En una de esas encontró Cani el camino hacia el gol.

El aragonés, sin el fuelle de temporadas pasadas mantiene la calidad que le hizo ser visto como uno de los mediapuntas con mejor trato de balón de la Liga. Vislumbró un pase para Álex Bergantiños y el coruñés empujó hasta casi colocar la pelota en la red. Fue sin embargo Lucas el que puso a los deportivistas en ventaja con merecimiento después de un dominio claro hasta ese minuto 23.

Tenía el Deportivo lo que había buscado con ímpetu hasta entonces y veía Víctor refrendado su planteamiento y especialmente su alineación. Volvió a sorprender el técnico con un once plagado de sorpresas y jugadores con protagonismo menor. Estaban Cani y Jonathan Rodríguez, hasta hace poco meros espectadores, y también el propio Álex Bergantiños, que hasta ayer nada más que había jugado unos minutos residuales en el cómodo triunfo ante el Espanyol.

Destacó el coruñés en esa labor de brega como complemento de Mosquera en el centro del campo. Sin la llegada de Borges, el canterano sí mostró las virtudes que le han hecho hacerse un hueco siempre en todos los equipos deportivistas desde hace cuatro temporadas. Atento al cruce, se adelantó en casi todas las ocasiones a Wass y Augusto, pero sobre todo a Hernández. Tuvo también templanza para acomodarse a un equipo en el que apenas había participado y para encontrar el camino para combinar y servir de apoyo a Mosquera.

Pero en partidos como los de ayer a veces los detalles desnivelan más que el conjunto. Apenas unos minutos después del tanto deportivista, el Celta encontró una manera de meterse en el partido después de un derribo impropio de un jugador del cuajo de Navarro. El lateral se pasó de frenada al intentar encimar a Aspas en el área y se lo llevó por delante. El árbitro no dudó pese a la insistencia en la protesta de los deportivistas, que veían cómo su trabajo dependía del acierto de Nolito desde los once metros y de Lux.

Esta clase de partidos, sin embargo, guardan también sorpresas que hacen aflorar héroes inesperados. Ayer le tocó el turno al argentino, en el once de rebote por la lesión de Fabricio y siempre a la sombra de su compañero. Quién sabe ahora si el canario regresará a una portería que era suya por las dudas despertadas por su lesión y el ruido que rodea a su posible renovación con el conjunto deportivista. El caso es que lanzó Nolito el penalti y Lux esperó lo suficiente hasta adivinar la dirección de la pelota.

La parada sostuvo a los deportivistas, que rebajaron la intensidad en espera de lo que pudiera proponer también el Celta. No hicieron demasiado los celestes y el partido se encaminó hacia el descanso con números que atestiguaban el dominio blanquiazul.

El Deportivo había superado en posesión a los celestes, quizá uno de los rasgos diferenciadores del equipo de Berizzo, pero también había jugado con más ambición, habían llegado más a portería y ganaron todos los duelos individuales.

Quedaba por delante toda la segunda mitad, pero el partido bajó en intensidad. El equipo de Víctor ya miraba menos al área contraria y los visitantes no encontraban la manera de superar el orden deportivista. No aparecían Aspas, Orellana ni Nolito y el control del centro del campo continuaba siendo de la pareja formada por Álex y Mosquera. La mejor ocasión la tendría Juanfran con un lanzamiento lejano al palo antes de que el Deportivo reculara y encontrara el premio final en el gol que Jonny se coló en su propia portería con la colaboración de Sergio.