Aún con el susto en el cuerpo por la doble parada de Lux y Laure, Pedro Mosquera recogió un balón suelto. No dudó, su fútbol brota. En un segundo la jugada estaba lanzada y Fayçal se veía en ventaja con Lucas Pérez galopando a su lado. Una dejada y 0-2. El coruñés buscó a su desprendido amigo y a la cámara de televisión. La omnipresencia del 7 es de tal magnitud que es imposible que las miradas no le sigan, que los focos no le alumbren... ¿Pero quién estaba en el origen de la jugada? ¿Quién está siempre en el génesis de casi todo lo bueno que ocurre en este Deportivo? Mosquera.

Pedro ha mutado en pivote, en iniciador del juego, desde la media punta. Su capacidad para abarcar campo, para leer los ataques rivales, para empujar al equipo hacia la presión se mezcla con las pinceladas del enganche que nunca dejará de ser. Lo lleva dentro. Rebasa líneas con sus pases y es capaz de convertirse en asistente final. Una rara avis en el Deportivo de los últimos años. Todo pasa y crece a partir de él. El conector, el eje. En torno al 5 se puede construir y así fluye mucho mejor este proyecto.

Este Dépor sin Lucas Pérez no tendría ni alma ni gol, pero sin Mosquera dejaría ser ese equipo tan reconocible y vital. Rápido, versátil, punzante, ordenado... El que da sentido y lo mejora. Lo sube a otro nivel. ¿A quién quieres más: a papá o a mamá? Algún día faltarán y ahí se medirá realmente su impacto.

Si Pedro estornuda, el Dépor se resfría. Las cuatro amarillas al todocampista han hecho pensar al deportivismo que quizás existe una vida sin Mosquera. Sin duda, será triste y gris, eso por descontado. Una ausencia como la que dibujó Gay Talese: "Sinatra con gripe es Picasso sin pintura, Ferrari sin combustible... (...) Puede, en modesta escala, desatar vibraciones por toda la industria del entretenimiento y más allá (...)". Es muy probable que esa orfandad se sufra sin Pedro Mosquera. En breve, tendrá que cumplir sanción y algún día se irá del club de su ciudad. El Deportivo tendrá que reparar entonces ese vacío. Suerte.

Tener que elegir entre qué es más excelso es el mejor síntoma de que al equipo coruñés le sobra materia prima. Víctor Sánchez del Amo la cultiva, la mantiene y la ha hecho crecer, pero sobre todo ha habido una buena labor de captación y búsqueda. Innegable. La secretaría técnica blanquiazul ha fichado muy bien. La experiencia, los retoques, la redistribución de tareas y las directrices generales de Tino Fernández en los últimos meses la han recolocado. Ya solo que se plantee el debate de si es más completa esta plantilla low-cost o la de un equipo más saneado y con posibles como el Celta, dice mucho de su labor. Bienvenida sea tan necesaria y anhelada metamorfosis. Esta entidad no se podía permitir otro cara o cruz como el del Camp Nou. Le quedan algunos años de apreturas y de vivir en el alambre, y necesita afinar el tiro como pocas veces en su historia.

Justicia

Un año que parece una vida. Muchas cosas han pasado desde aquella mañana a contrapié del 30 de noviembre de 2014. Lo primero, el golpe del drama personal que vivirán toda la vida sus allegados. De paso, se han removido los cimientos de las relaciones que sustentan el deportivismo y se ha acentuado esa sensación de aldraxe con respecto al centro peninsular. Ha ocurrido de todo, menos lo esencial, lo primordial, esclarecer una muerte provocada. Escuchas, pesquisas, grabaciones, llamadas... 365 días y un juez no ha dictaminado quiénes son los asesinos de Francisco Romero Taboada, Jimmy, y qué carga legal merecen los hechos de los supuestos autores. Hay muchos indicios de la investigación que dan que pensar, pero el esclarecimiento siempre es el primer paso para una posible reparación. Simplemente, justicia. ¿Será tan difícil?