Ya está el Deportivo en octavos de la Copa del Rey después de solventar el trámite de ayer ante el Llagostera en Riazor sin apenas brillo, en un partido plomizo en el que pesó más el resultado de la ida y que apenas permitió el lucimiento de los jugadores llamados de antemano a destacar en un compromiso reservado a los meritorios de Víctor Sánchez del Amo.

Se le atragantó más de lo esperado a los deportivistas la primera mitad, a pesar de que la alineación vestía más de lo que inicialmente se preveía y de la promesa de Víctor Sánchez de que el equipo mantendría el espíritu competitivo de las últimas semanas. En los jugadores influía más el resultado de la ida y el temor a cualquier percance que estropeara su participación en futuros compromisos. Era el Llagostera el que se esforzaba en romper el ritmo pausado que le querían imprimir los blanquiazules al encuentro para que no se les desmadrara demasiado. La pauta la establecía un centro del campo formado por Domínguez, Mosquera y Medunjanin, que ayer insistieron en un fútbol horizontal sin mordiente.

Eso le restó atractivo al juego hasta desdibujar el interés que había en ver de nuevo a Cardoso y de comprobar cómo le había afectado la inactividad a Luis Alberto. Apenas apareció el joven portugués, el más activo en el partido de ida disputado en Palamós y el jugador que revolucionó al equipo el sábado pasado en el Camp Nou con su desparpajo y atrevimiento.

No llegaban las ocasiones para desesperación de Jonathan Rodríguez, peleado con el gol desde su llegada y ayer con la oportunidad ante sus narices de estrenar su casillero como había hecho Oriol Riera hace dos semanas. El juego se volvió así previsible y plomizo hasta que Juan Domínguez lo probó desde la frontal del área después de un despeje de la defensa visitante. Tuvo otra el delantero uruguayo después de un centro templado desde la izquierda por Mosquera, pero su remate de cabeza también se marchó por encima de la portería.

No encontraba el Deportivo la manera de terminar de inclinar la eliminatoria y el Llagostera iba ganando atrevimiento hasta que a la media hora enganchó un contragolpe que llevó la incertidumbre a la grada de Riazor. Tuvo que llegar Róber en situación muy apurada para terminar mandando a saque de esquina un centro envenenado hacia el área de Manu.

Esa acción espoleó en cierta manera a los deportivistas, que trenzaron una buena jugada entre Mosquera, Juan Domínguez y Luis Alberto. El inicio de la acción fue del centrocampista coruñés ausente el sábado en el Camp Nou y el pase del canterano, que dejó solo al gaditano frente a Ratti. El disparo golpeó en el portero visitante antes de marcharse por la línea de fondo.

Al equipo le faltaba por entonces atrevimiento y le sobraban acciones previsibles. No había rastro de la intención garantizada en la previa por el técnico ni se dejaba atisbar esa supuesta ilusión con la que los deportivistas aseguran afrontar este año la Copa.

Lo probó de diferentes maneras Víctor. Primero le dio la responsabilidad a Juan Domínguez de iniciar el juego entre los centrales y Mosquera estuvo más adelantado, a la altura de un Medunjanin perdido durante la primera mitad, sin la implicación que había mostrado hace dos semanas en el partido de Palamós. Los papeles se cambiaron mediada la primera parte, cuando Mosquera asumió su rol habitual en el equipo y fue Domínguez el que situó más adelantado. El juego, sin embargo, fue igual de espeso en ambas versiones.

Le faltaba a los deportivistas la verticalidad que podrían aportarle Cardoso o Luis Alberto por las bandas, pero apenas se exploró esa opción porque los laterales tampoco se atrevieron a encarrilar los costados. Era el estreno de Manuel Pablo esta temporada en partido oficial, pero el capitán prefirió centrarse en tareas más grises.

Los deportivistas tenían por delante todo el segundo tiempo para convencer a los aficionados que ayer se acercaron a Riazor de que no habían decidido asistir a un encuentro sin historia y de que iban en serio en la competición. De nuevo le costó, principalmente porque mostraron los mismos problemas que antes del descanso.

Siguieron sin aparecer Cardoso ni Luis Alberto y el deambular de la pelota se volvió incluso más plomizo. Parte de la grada lo pagó con Medunjanin en el enésimo balón que el bosnio devolvió de primeras hacia atrás.

No salió bien parado el centrocampista del encuentro, quizá uno de los integrantes de la plantilla que más necesita de autoestima después de todo el curso sin apenas protagonismo. Es de los pocos que ni siquiera ha entrado en las rotaciones del técnico y sus apariciones se limitan a estos dos encuentros de Copa, pero también había compañeros con necesidad de reivindicarse.

El mayor desafío se le presentaba a un Cardoso que había encandilado en la ida y que en el Camp Nou asombró por la manera en la que se estrenó en Primera División. Al igual que el equipo, no tuvo su día y acabó pagándolo físicamente.

No era el único sin embargo con necesidad de cuajar un partido vistoso. Le ocurría lo mismo a Jonathan, fijo en los últimos partidos como acompañante de Lucas pero todavía peleado por el gol. En la segunda mitad lo intentó con insistencia, hasta el punto de abusar en ocasiones de la pelota. El uruguayo, a pesar de eso, volvió a mostrarse atropellado y demasiado ansioso en su pelea particular por el gol.

El partido adquiría tintes de trámite cuando el Deportivo encontró el tanto que cerraba definitivamente la eliminatoria y su presencia en los octavos de final. Juan Domínguez logró conectar en el área pequeña un remate de cabeza después de un saque de esquina para dejar a los deportivistas en la siguiente ronda del torneo.

Lo que le quedaba al partido fue el estreno en partido oficial de otro de los jóvenes de la cantera. Óscar García, Pinchi, tuvo sus primeros minutos con el primer equipo y el Llagostera se llevó el premio del empate a través de un penalti inocente de Juan Domínguez después de una mala cobertura defensiva del propio centrocampista a Manuel Pablo.

Será a partir de ahora, previsiblemente ante un rival de la misma categoría, cuando se ponga a prueba realmente la ambición de los deportivistas en la competición. El sorteo dictará qué rival se cruza en el camino de los cuartos y al mismo tiempo quizá hasta qué punto está Víctor Sánchez interesado en esta competición.