A Víctor Sánchez del Amo (Madrid, 1976) le llegó la oportunidad de hacerse cargo por primera vez de un banquillo después de su etapa como ayudante de Míchel a través de un reto mayúsculo: salvar al Deportivo del descenso. El exfutbolista blanquiazul aceptó la propuesta del presidente, Tino Fernández, por el vínculo emocional que lo unía a la entidad, pero sin apenas experiencia como máximo responsable técnico. El club, además, sumaba a la inestabilidad deportiva los profundos conflictos sociales derivados del asesinato de Francisco Javier Romero Taboada, Jimmy, unos meses antes.

El nuevo entrenador deportivista trató desde el comienzo de utilizar sus lazos con la etapa más brillante del club para intentar reconducir la situación con la grada, pero al mismo tiempo ofreció pinceladas de su método en el banquillo. Víctor se reveló como un técnico minucioso, atento a los detalles y exhaustivo en el estudio de los rivales. Las sesiones de vídeo de hora y media de duración en la ciudad deportiva de Abegondo figuran como anécdotas de la minuciosidad del madrileño a su llegada para reactivar a un equipo muy tocado por aquel entonces y que alcanzaría la permanencia en el último partido del campeonato.

Aquel encuentro agónico en el Camp Nou sentó las bases del Deportivo de Víctor. A pesar de las limitaciones económicas del club y de que las llegadas de jugadores se retrasarían más de lo que le hubiera gustado, el técnico comenzó a construir el equipo en base a jugadores con perfiles polivalentes que se adaptaran bien a diferentes sistemas y variables tácticas. Para el entrenador deportivista, en la variedad está el gusto y por este motivo no ha tenido reparos en alternar alineaciones y esquemas con el fin de adaptar el equipo a las propuestas del rival. El fin último es lograr un conjunto igual de competitivo que él mismo.