En los últimos dos meses, el Deportivo se ha ido dejando algo más que puntos por el camino. Sobre todo se ha dejado puntos (tan solo ha sumado 6 de los últimos 30), pero por encima de todo ha perdido buena parte de la reputación que construyó en una primera vuelta casi impoluta. Ha empeñado también la cuota de tranquilidad que había adquirido en la clasificación y ha reducido el crédito del que disfrutaba con su afición. La seguridad que transmitía el conjunto de Víctor Sánchez se ha transformado en desconfianza, al mismo tiempo que ha virado también la manera en la que se observa al técnico. El asombro por el modo en el que pilotó el comienzo del campeonato ha dado paso a los pitos que tuvo que escuchar el domingo desde la grada cuando hizo los cambiospitos , aunque no fueron exclusivos para él. Los jugadores también fueron despedidos con una silbatina por Riazor, prueba de que el nerviosismo ha aflorado en las últimas semanas. La plantilla, en ese escenario, recomienda tranquilidad mientras el descenso se contempla ya a ocho puntos.

Una sangría de puntos. La distancia debería representar un colchón lo suficientemente sólido para afrontar el resto del curso y representa una bendición para un equipo acostumbrado al sufrimiento durante sus últimas temporadas en Primera, pero la racha de diez partidos sin ganar lo ha condicionado todo. Desde que se impusieran al Eibar en Riazor el 19 de diciembre (2-0), los blanquiazules han acumulados seis empates y cuatro derrotas. De haber podido sellar la salvación durante el último mes, han pasado a calcular la distancia que los separa del descenso. "El objetivo del presupuesto de este club es salvar la categoría y nunca hemos perdido de vista la diferencia con el descenso", recordó ayer Álex BergantiñosÁlex Bergantiños. "Sabemos que hay ventaja, pero que el calendario es exigente y tenemos que ser responsables en ese aspecto de intentar sumar para permanecer y que esta racha no nos perturbe ni nos nuble respecto al objetivo que tenemos", añadió.

Un equipo menos reconocible. Los síntomas que muestran los deportivistas, sin embargo, son los de un equipo menos seguro, menos fiable y mucho menos sólido de lo que acostumbraba. El discurso oficial desde la plantilla y el cuerpo técnico aludía a detalles como responsables de la falta de victorias, cuando no a los árbitros. Las sensaciones, argumentaban jugadores y entrenador, eran esperanzadoras, pero éstas se han esfumado en los dos últimos compromisos. El equipo, coincidiendo con la utilización de un trivote que no ha funcionadotrivote , se ha partido por el camino, perdiendo un equilibrio que se convirtió en su principal rasgo de identidad. Las miradas en este momento especialmente gris se han dirigido hacia el banquillo para buscar explicaciones.

El crédito de Víctor. El entrenador deportivista había sido reconocido como el artífice de este Deportivo ilusionante, pero ahora ha sido señalado como el principal responsable del mal momento que atraviesa el equipo. El sábado se llevó una pitada de la grada, que le reprochó el inmovilismo que muestra en ocasiones para cambiar el guión establecido y modificar sobre la marcha el planteamiento que había hecho del partido. Le faltó cintura para dar un golpe de timón que después de caer ante el colista se ha vuelto obligatorio.