Optó Víctor por repetir trivote, con Mosquera, Bergantiños y Borges, pero con cambios tácticos en la pérdida de balón, ya que antes era Borges el encargado de tapar la banda izquierda para darle más libertad a Luis Alberto y acompañar este a Lucas. Este movimiento en los últimos partidos nos creaba demasiados espacios libres y por ahí sufría mucho el Dépor. El 4-3-3 que teníamos con posesión de balón se convertía en un 4-1-4-1, bajando Fede y Luis Alberto a la línea que marcaban Bergantiños y Borges en medio campo, dejando a Mosquera por detrás de ellos para posibles ayudas a los centrales y a las espaldas de los mediocentros. Ciertamente, el hecho de juntar las líneas y estar más agrupados le salió bien, pues el Málaga, salvo por alguna circulación en medio campo, no tuvo balón ni encontró huecos para encontrar alguna jugada de peligro.

Mención aparte son los goles encajados. Todos sabíamos que una de las virtudes del Málaga era el balón parado debido a la gran envergadura de sus jugadores y no sé si por falta de entrenamiento de Víctor o por falta de intensidad de los jugadores deportivistas, al final un equipo que llegó a Riazor a esperar y no atacar marcó tres goles en jugadas que todos sabíamos que te iban a llevar peligro. No puede ser que un equipo que esté compitiendo para salvar la categoría pueda regalar tantos puntos en jugadas de este tipo.

Viendo que el próximo partido es en el Vicente Calderón, creo que esta semana debería hacer trabajo específico del balón parado, y no trabajar otra cosa más que eso.