No consigue ganar el Deportivo ni cuando consigue remontar el marcador dos marcadores adversos. No encuentra la manera el equipo de Víctor Sánchez de poner punto y final a una racha negativa que no le abandona. Castigado por sus errores, ayer sumó un nuevo empate después de encajar tres goles a balón parado y de fallar oportunidades que hacen pensar en alguna clase de maleficio.

A los deportivisas les tocaba enfrentarse al Málaga y al mismo tiempo a los fantasmas que los persiguen desde hace más de dos meses. La falta de triunfos y las derrotas de las últimas jornadas alimentaron las dudas alrededor del equipo. Eso, sumado al despertar del furgón de cola de la clasificación, avivó los nervios de una parroquia acostumbrada a hacer equilibrios sobre el alambre durante los últimos cursos, pero a la que se le hizo soñar con una temporada sin agobios. Ayer se exigía un resultado positivo, pero por encima de todo abandonar la versión chata de las últimas semanas, la de un equipo huérfano de todos los rasgos que lo habían identificado.

Se presentaba el Málaga en Riazor con una cosecha de puntos parecida a la de los coruñeses, también agobiado por unos resultados discretos en las últimas semanas, pero con unas sensaciones recientes más positivas. No se preveía así un encuentro a pecho descubierto por parte de los andaluces, que dejaron la iniciativa a los locales para no destaparse demasiado. Ocurrió que el Deportivo tampoco lo hizo consecuencia de ese planteamiento con tres mediocentros con el que Víctor Sánchez se ha propuesto recuperar la solidez perdida en las últimas semanas.

Al técnico no le gusta que le llamen trivote porque argumenta que el planteamiento se estructura a partir de un 4-4-2. Eso depende de la posición que ocupen Álex y Borges y ayer a los dos se les vio menos perdidos que en los partidos anteriores en los que Víctor empleó este sistema. El costarricense abandonó la banda para ejercer realmente como centrocampista y el coruñés tuvo libertad para moverse por todo el balcón del área. Fue una versión más equilibrada que las anteriores, pero también con problemas para armar el juego con claridad.

Se sucedieron los balonazos a Lucas Pérez para pelear alguna ocasión mientras el equipo no conseguía darle vuelo a las bandas y lograr que los laterales ejercieran como carrileros con recorrido. No aparecía Cartabia por la derecha y a Luis Alberto le ganaba su ansia por marcharse hacia el centro. Aún así el Deportivo tuvo oportunidades claras para adelantarse en el marcador. Fueron a través de errores del rival, esos que hasta no hace mucho los blanquiazules solían aprovechar para castigar al contrario.

Kameni no fue capaz de atrapar el balón tras un córner al filo del cuarto de hora y lo dejó muerto a los pies de Mosquera prácticamente sobre la línea de gol. Al centrocampista le faltó ímpetu para lanzarse para adelantar a los coruñeses. Prácticamente a la jugada siguiente el portero camerunés repitió la pifia en un centro de Luisinho y el que no estuvo acertado fue Lucas Pérez. No fue el único error del delantero ayer, que también parecía haber perdido la estrella en las últimas jornadas coincidiendo con el bache del equipo.

Perdonó el Deportivo y lo aprovechó el Málaga, confirmando que por mucho que cambie el fútbol hay viejos axiomas imperecederos. Ni se había acercado el conjunto andaluz por el área de Lux cuando se adelantó gracias a un saque de esquina defendido de manera lamentable por los coruñeses. Luisinho se olvidó de su marca en el segundo palo y Charles solo tuvo que empujar la pelota después de que la peinase un compañero.

Al equipo de Víctor se le presentaba el peor de los escenarios dada su reciente depresión. Estaba por ver si aún conservaba parte del carácter que le hizo remontar varios partidos este curso o si la tiritona se trasladaba a las piernas. Que el Deportivo ya no tiene la frescura de hace unas semanas lo demostró la ocasión de Lucas para empatar cuando Álex lo dejó solo frente a Kameni. Primero intentó definir por debajo de las piernas del coruñés sin acierto. Tuvo la fortuna de que le regresó con todo a favor y solo dos defensas bajo palos. Mandó la pelota al pecho de uno de ellos.

El gafe sobrevolaba Riazor, pero el empate llegó al filo del descanso a través de Borges. Tenía todo el segundo tiempo por delante el Deportivo para espantar fantasmas, pero se encontró el segundo del Málaga en otro saque de esquina. Un mazazo que compensó con un jugada brillante, maradoniana, de Cartabia.

A partir de ahí, el descontrol. Lucas acercó el fin de la maldición con un gol a centro de Fayçal que lo reconcilió con una tarde espesa y con una parte de la grada. Tenía su triunfo el Dépor en la mano, pero otra jugada a balón parado los condenó, con tal crueldad que fue Arribas el que batió a Lux. Un castigo en forma de empate.