Nada o casi nada. Cenizas. Donde había identificación ahora solo queda desafección. Hay matices, condicionantes, peros... Mil razones que explican y puntualizan la crónica de un despido cocinado durante cuatro meses en una olla exprés que no paraba de silbar. Pero la realidad es que Tino Fernández ya no se reconocía en el Dépor de Víctor, ni veía en sus valores y sus acciones el club que quería proyectar, esa entidad fuerte que debe estar a salvo de las zozobras que sufre un club grande, fiel a su historia, pero también modesto y endeudado. Ni se veía en ese técnico que no supo estar por encima de provocaciones y, sin pudor, sacó al sol todos los trapos sucios en una mañana de mayo en Abegondo. Ni en ese entrenador que veía los partidos pasar. Ni en ese trabajador en las antípodas de una secretaría técnica con la que tenía que trabajar codo con codo este verano. No fue ni un líder ni un activo estratégico. Cuatro meses autodestructivos que no hubieran previsto ni los más fiables test de estrés. La primera vuelta parece una ensoñación ocurrida en el Pleistoceno. Está ahí, nadie la discute, se valora, pero ahora de nada vale. El Dépor debe mirar al futuro y todo este ambiente enrarecido era una mochila insoportable. No es la única, pero esta había que dejarla ya en el camino. El Dépor 2016-17 empezó realmente este lunes.

"Es importante que este club se esfuerce en que sus jugadores salgan bien, por la puerta de delante, no por la de atrás". Tino Fernández, al que lo ocurrido en las dos últimas semanas le pareció una falta de respeto a la afición y a la figura del homenajeado Arsenio, hizo esta defensa de las formas para salvaguardar la imagen de Lopo. Un detalle. Algo parecido debe ocurrir con Víctor Sánchez del Amo. Sí, se ha equivocado, mucho. Todos en el Deportivo han errado en mayor o menor medida. Pero estos catorce meses son una circunstancia más en una trayectoria que le une inevitablemente al Dépor. Es un campeón de la Liga y más allá de las desavenencias puntuales, debe seguir manteniendo ese estatus en el olimpo blanquiazul. Tienen que esforzarse el entorno, el club y hasta el propio Víctor siendo elegante en su salida. Irse en paz, no en el medio de ajustes de cuentas o dimes y diretes, le elevará con el paso del tiempo. Ni hagiografías ni camiones de estiércol. Ni es un mártir ni debe ser objeto de un linchamiento público. En cierta medida, marcharse antes de que las circunstancias se lo llevasen por delante en el mes de octubre o noviembre, le ayudará a gestionar mejor su salida y a salvaguardar su imagen en la grada de Riazor. Y entonces brillarán más la salvación del Camp Nou, los últimos meses de 2015... Él seguro que aún no lo ve así. Tiempo.

No solo un entrenador

Y la decisión en torno a Víctor debe ser la primera de muchas. Tino Fernández no las quiso comunicar por respeto a los implicados, pero hay un nombre que sale por la boca de cualquier consejero y en repetidas ocasiones en las últimas semanas: Richard Barral. Es una manera de reforzarlo. Sobre él van a pivotar los cambios que también deben afectar a la estructura del club. Porque mal análisis habrá hecho el Dépor si todas las decisiones a tomar que justifican y buscan virar el trazo de los últimos meses empiezan y acaban en Víctor. El presidente verbalizó que han captado el mensaje y que ese es el camino. La secretaría técnica no será ajena a estas modificaciones "de nombres y de relación", según sus propias palabras. Se reforzará su labor ejecutiva, su poder para tomar decisiones, su presencia pública y los consejeros tendrán labor de supervisión, administrativa. Un club con las áreas de trabajo bien delimitadas, organizadas, siempre carbura mejor. Una obviedad que no se había terminado de entender. A ver si así funciona por fin esta parcela, muy inestable en los últimos años. Su primer trabajo, la elección de un nuevo entrenador. Ahí se jugará Barral gran parte de su renovado crédito. Un gestor, con una idea, un líder decidido a trabajar a largo plazo... Debe reunir muchas cualidades y el dinero tampoco sobra. Es tan importante saber cuándo tu entrenador ha acabado su ciclo en el club como encontrar un sustituto que lo mejore, que genere unanimidad en su valía. Y si no, solo hay que echar la vista atrás dos años... A trabajar.