El derbi gallego de Montevideo pasará a la historia por ser el primero disputado fuera de España, pero no por el espectáculo que brindó a los pocos aficionados que se dieron cita en el estadio Gran Parque Central. Fue un clásico desangelado, con poca tensión salvo en la recta final, y decantado a favor del Celta gracias al acierto a balón parado de Iago Aspas. El Dépor hizo una primera parte decente pero no tuvo respuesta cuando se vio con el marcador en contra. Radoja, en el 90, anotó el segundo y definitivo tanto de los celestes.

Aceptable primera mitad del Deportivo, que presentó una alineación con solo tres novedades con respecto a la pasada temporada: Albentosa, Çolak y Bruno Gama. Gaizka Garitano apostó por un dibujo con dos delanteros, Lucas Pérez y Oriol Riera, que se mostraron especialmente aplicados en la presión. El nuevo técnico quiere que el Dépor sea un equipo intenso y, en el arranque, lo logró. Todavía está lejos de su tono de forma óptimo, pero el conjunto coruñés mostró hechuras de conjunto disciplinado y con nuevas armas, como la movilidad de los dos hombres que partieron desde las bandas: Çolak y Bruno Gama. Ambos son muy dinámicos, como Lucas, que con frecuencia retrasó su posición para ofrecerse a sus compañeros y lanzar los ataques.

El coruñés fue el primero que probó suerte en el disparo, al atreverse en el minuto 6 con un lanzamiento muy lejano, casi desde el centro del campo, sin problemas para el meta Rubén. Fue el primer aviso del Deportivo, que en un cuarto de hora encadenó una serie de varias ocasiones seguidas, ninguna de ellas clara. Bruno golpeó desde fuera del área, tratando de sorprender desde lejos, pero su lanzamiento no encontró portería. Tampoco Oriol Riera acertó a rematar entre los tres palos un buen servicio de Sidnei, al que le sigue encantando incorporarse al ataque. Incluso se atrevió a tirar un caño.

El Celta, más hecho, se fue sacudiendo poco a poco el dominio que ejerció el Dépor en el tramo inicial y empezó a estirarse para finalizar sus primeras jugadas. Lo hizo Drazic, a las manos de Lux, y luego Bongonda poco antes de que Jony y Aspas intentaran batir al argentino con sendos disparos lejanos. El más peligroso lo conectó el moañés, cuyo lanzamiento se marchó fuera por poco. Fue la última jugada destacable de una primera parte con detalles interesantes, pero en la que no hubo ni rastro de la tensión característica de los derbis gallegos. El de anoche, histórico por tratarse del primero que se disputa fuera de España, estuvo condicionado por el momento, en plena pretemporada.

De lo que se trata ahora es de prepararse lo mejor posible para lo verdaderamente importante, que empezará el 19 de agosto. Por supuesto que los dos salieron al campo con la intención de ganar, pero faltó ese punto de competitividad característico de este tipo de encuentros de máxima rivalidad.

Tampoco lo hubo en la segunda mitad, para la cual Garitano solo hizo un cambio, el del portero, con la entrada de Tyton en sustitución de Poroto. Fue el Celta el que generó las llegadas más claras. Laure tuvo que emplearse a fondo donde menos destaca, en el juego aéreo, para despejar de cabeza un par de centros peligrosos.

A media hora del final Garitano cambió de dibujo dando entrada a Fayçal en lugar de Oriol Riera. Lucas se quedó como única referencia y el francomarroquí ocupó la mediapunta. También movió ficha Eduardo Berizzo, en su caso obligado por la lesión de Drazic. Por él entró el canterano Borja Iglesias. Poco después fue Naranjo el que sustituyó a Bongonda. Nuevas alternativas ofensivas en el conjunto celeste, que se adelantó gracias a una falta al borde del área cometida por Celso Borges. Iago Aspas, de perfecto zurdazo a la escuadra, inauguró el marcador en el 68.

Seis cambios hizo de golpe Garitano. Entraron Saúl, Álex, Borja Valle, Arribas, Pinchi, que acabó jugando de delantero centro, y Guilherme dos Santos, quien disputó sus primeros minutos con la camiseta del Deportivo. Pese al ímpetu de los recambios, el equipo coruñés no tuvo ni fuerzas ni fútbol para encontrar el camino del empate en un derbi sin tensión, más allá de algún pique aislado de Albentosa en la recta final. A la contra, en el 90, el Celta mató el partido por mediación de Radoja, que aprovechó un remate defectuoso de Naranjo para marcar a puerta vacía.