Mereció ganar el Dépor mucho antes frente a Peñarol (2-2), pero hubo que lanzar dieciséis penaltis para desempatar un encuentro del que el equipo coruñés sale reforzado. Gaizka Garitano aprovechó el segundo de los amistosos de Montevideo para volver a explorar un camino en el que ya se había adentrado en el estreno veraniego frente al Negreira, el de la defensa de tres -ayer Arribas, Sidnei y Navarro-, con dos carrileros -Bruno Gama y Saúl- y tres futbolistas en el centro del campo: Álex, Guilherme y Fayçal. Repitió ese novedoso dibujo y encontró el premio en forma de solvencia defensiva y también goles, los de Guilherme y Borja Valle en la segunda parte. Sin merecerlo empató Peñarol, aunque fue lo de menos.

Ese 3-5-2 es un sistema atractivo para atacar, porque permite llegar con mucha gente arriba, pero que al mismo tiempo tiene sus riesgos. Sobre todo por los costados. Lo aprovechó el Peñarol para abrir el campo en la primera parte, insistiendo sobre todo por la banda izquierda, la que le tocó defender a Bruno. El luso tiene muchas virtudes en campo contrario pero debe crecer en fiabilidad si Garitano pretende darle todo el carril a él solo.

Fue una primera parte muy igualada, con muchas llegadas a las áreas y pocas oportunidades claras. La mejor de los uruguayos tardó solo 37 segundos en llegar, tras un centro de Olivera que se envenenó y acabó con el balón golpeando en el poste. Al Dépor le costó hacer circular el balón con criterio pese a la insistencia de Guilherme por aparecer y dar salida. No se complica con la pelota y tiene presencia en los dos campos, incluso para asomarse al área y acabar él mismo las jugadas. Dos remates firmó el brasileño en la primera parte, uno con el pie y otro con la cabeza. Variedad de registros para culminar las acciones, igual que Borja Valle a la hora de crear peligro. El ponferradino derrocha movilidad y suele acertar al elegir qué hacer con el balón, si encarar o apoyarse en sus compañeros. Volvió a dejar destellos muy interesantes, esta vez pareja ofensiva de Lucas.

En general no hubo continuidad en el juego. Demasiadas faltas, algunas duras, para elevar el nivel de tensión de un encuentro sin un claro dominador hasta el descanso. El partido estaba para el primero que marcara y el Dépor lo logró nada más comenzar la segunda parte, con una buena acción por banda de Bruno Gama culminada por Guilherme, que aprovechó el rechace a un tiro de Lucas para marcar a puerta vacía y confirmar su fama de buen llegador.

El gol le sentó bien al Deportivo, que pasó a tener el control de forma clara ante un Peñarol que no mejoró sus prestaciones ofensivas ni siquiera con los numerosos cambios. Los uruguayos apenas generaron peligro ante la ordenada zaga coruñesa, con Sidnei imperial bien flanqueado por Arribas y Albentosa. Sin pasar apuros atrás, el Dépor fue creciendo con balón hasta acumular méritos para ampliar su ventaja. A veces a la contra, y otras jugando con criterio y paciencia. Borges, de volea, casi marca justo antes de que Borja Valle firmara el 0-2 (m.78). Saúl ganó la línea de fondo, metió la pelota en el área y el mal despeje de la defensa lo aprovechó el berciano para marcar de tiro raso y potente.

El Deportivo, claro dominador sobre el césped y en el marcador, tenía la victoria en la mano. Solo le quedaba saber jugar con el resultado a favor y dejar pasar los minutos. Y eso fue lo que trató de hacer hasta que el Peñarol, a la salida de una falta sin aparente peligro, recortó distancias por mediación de Novik (m.85). Arrancó en claro fuera de juego, pero el árbitro concedió el gol. Tampoco tuvo dudas tres minutos después al señalar penalti dentro del área coruñesa. De nada sirvieron las protestas de Arribas. De nuevo Novik anotó, esta vez desde los once metros, para llevar el partido al desempate de la tanda de penaltis. Catorce aciertos seguidos hasta el fallo de Freitas y la definitiva transformación de Saúl. El lateral -uno de los tres que jugaron el encuentro completo, junto a Sidnei y Arribas- decantó el trofeo a favor del Dépor, que vuelve con buenas sensaciones.