"Prefiero jugar mal y ganar". Lo dijo esta semana Florin Andone. Y eso fue justo lo que hizo el Deportivo frente al Eibar, remontar un partido que se decidió a balón parado en las dos porterías. Cuando peor lo tenía, se encontró con dos goles en dos zarpazos aislados culminados por dos coruñeses, Pedro Mosquera y Lucas Pérez, para embolsarse los tres primeros puntos. Lo mejor, casi lo único positivo, fue el resultado. Por lo demás, el partido fue muy gris y el Dépor estuvo espeso, especialmente con balón. Tiene mucho que mejorar, muchísimo, pero siempre es mejor construir desde las victorias, aunque sea ganando sin merecerlo, como anoche, porque lo más justo quizá hubiera sido un empate.

Había muchas ganas de fútbol, aunque poco propuso el Dépor. Abusó del pelotazo, que no fue un recurso puntual sino una solución recurrente. Muchos balones en largo lanzó, demasiados, todos condenados a acabar en poder del rival. El equipo coruñés estuvo nublado. No acabó de sentirse cómodo con la pelota y su ansiedad por adelantarse en el marcador derivó en muchas imprecisiones. Y eso que el partido se le pudo poner de cara muy pronto, antes de que se cumplieran los primeros tres minutos. Juanfran apretó arriba con fe, como le gusta a Gaizka Garitano, y forzó un robo que le permitió colarse en el área, donde fue derribado por Ramis. Penalti claro que no vio Melero López.

Con el 0-0 el Eibar se mantuvo fiel a su plan, el de esperar bien armado atrás sin impacientarse por buscar la portería rival. Muy poco se estiraron a la contra los armeros, sin llegar a generar ocasiones claras. Un lanzamiento lejano de Bebé, que atajó Lux con seguridad, fue la mejor aproximación visitante hasta el descanso. Gaizka eligió a Poroto para defender la portería y, de paso, para lucir el brazalete con Laure en el banquillo y Álex en la grada por decisión técnica. Mosquera, recién nombrado cuarto capitán, trató de darle algo de sentido al juego del Dépor, pero sin acabar de desatascar al equipo.

Tampoco destacaron los mediapuntas. Ni rastro de la movilidad que lucieron en pretemporada, en especial en el Teresa Herrera contra el Villarreal. El listón de las expectativas se había elevado después de un verano cargado de sensaciones positivas. Todo eran buenas intenciones para el estreno. Y en eso se quedaron, en meros propósitos, porque el Dépor no fue capaz de poner en práctica el plan que quería Gaizka. Ni Carles Gil, ni Fayçal, ni tampoco Bruno Gama brillaron para dinamizar el ataque. Poco conectaron con Lucas, desesperado en su guerra particular con Ramis.

Aun así el equipo coruñés hizo más méritos que su rival para irse al descanso con ventaja. Además del penalti no señalado, dispuso de tres llegadas claras. Nacieron a base de arreones o detalles aislados, no por la fluidez en ataque, que apenas hubo. Bruno Gama puso a prueba a Riesgo antes de servir un balón a Lucas para que el coruñés rematara fuera. Guilherme, con mucho menos protagonismo que en los amistosos, demostró su llegada con un fuerte chut que paró Riesgo. Para entonces ya había transcurrido media hora de juego y el partido transitaba como quería el Eibar. No sufrían atrás los armeros. Optaron por seguir bien posicionados, sin apenas arriesgar en campo contrario. Les bastó para llegar al intermedio con un esperanzador empate que dejaba todo por decidir.

Parecido panorama tras la reanudación, de no ser por la presencia de Çolak, Luisinho y Andone calentando en la banda. El delantero rumano, fichaje estrella del Deportivo, era la principal carta que Gaizka tenía para agitar el ataque en busca del gol. Sin embargo, el problema no era de pegada sino de fluidez. Le seguía faltando al equipo coruñés, que tuvo que golpear desde lejos para crear algo de peligro. Así lo intentó Guilherme en el 52 para obligar a Riesgo a hacer una gran estirada. Gran parada del meta visitante, como la que hizo acto seguido Lux a tiro de Bebé. El argentino mandó el balón a córner aplazando un gol que sí encontró Ramis peinando en el primer palo el envío de Inui desde el banderín (m.55). Volvían viejos fantasmas a planear por Riazor, los de la fragilidad a balón parado de un equipo que parecía haber mejorado en esa faceta pero que empieza la Liga tan vulnerable como antaño.

Gaizka reaccionó de inmediato dando entrada a Andone para jugar con dos delanteros, aunque el que creció no fue el Dépor, sino el Eibar. Justo cuando más a gusto se encontraban los vascos, llegó el empate en otra acción de estrategia, esta vez una falta lateral colgada por Lucas al segundo palo, donde apareció Mosquera para empatar. Luisinho acababa de entrar al campo para pasar a jugar con ese ofensivo 3-5-2 que el Dépor mantuvo hasta el final. No bajó los brazos y siguió intentando completar la remontada hasta que en otra acción aislada, el penalti de Juncà a Lucas, encontró el 2-1 con la transformación del coruñés desde los once metros.