Un zarpazo acabó ayer con el Deportivo ante el Athletic. Un remate excelente de Raúl García por la escuadra decidió un partido en el que el conjunto de Garitano amagó con despejar las dudas sembradas en las dos primera jornadas, pero que se quedó a medias. Sólido y serio tácticamente, le faltó afilar el colmillo para hacer verdadero daño a un Athletic que pasó de puntillas por Riazor si no fuera por el tanto de Raúl García y las secuelas que el propio delantero rojiblanco dejó en el equipo deportivista. Está por ver cuál es el estado de Joselu después de una alevosa entrada del navarro y también el alcance de las molestias de Sidnei para afrontar el maratón de partidos que aguarda a los blanquiazules a partir de la próxima semana.

No le sentó bien la marcha de Joselu al equipo de Garitano, que de golpe y porrazo perdió a la referencia que buscó en esos veinte minutos iniciales. Tardó en acomodarse a la nueva realidad porque perdió de vista la diana sobre la que pivotaron todos los lanzamientos de Albentosa desde el centro de la defensa. Y no es que el Deportivo abusara de este recurso como sí hizo ante Eibar y Betis.

Ayer fue una alternativa más, un comodín para cuando la baza de Mosquera y Borges no estaba disponible. Y fue en pocas ocasiones en una primera mitad en la que los dos centrocampistas blanquiazules se impusieron con claridad a los del Athletic. Dominaron la escena con colocación y alternativas constantes para evitar las llegadas de los rojiblancos, pero les faltó claridad para enlazar con sus compañeros de arriba.

Aún así, el Deportivo consiguió encadenar algunas aproximaciones ante un Athletic poco ambicioso. La primera la tuvo Andone después de una jugada de Carles Gil por la banda derecha. El delantero rumano logró conectar el centro con un cabezazo envenenado que el debutante Kepa tuvo que despejar lamiendo el palo.

Fueron los mejores minutos de los coruñeses, que poco después se verían sacudidos por la lesión de Joselu. Cuesta asimilar que la ausencia de un recién llegado, un jugador que tan solo contabiliza cinco entrenamientos junto al resto de sus compañeros, se pueda dejar sentir de esa manera, pero en él hay depositadas buena parte de las esperanzas ofensivas del equipo de Gaizka Garitano. Y eso es mucho decir.

La sombra de Lucas Pérez todavía es muy alargada en Riazor, que ayer asistía al primer partido desde la marcha a Londres del delantero coruñés, y la melancolía convive con las dudas que ha despertado el equipo en estas jornadas inaugurales del campeonato. La fugaz aparición de Joselu, sin embargo, se recibió en la grada con el alivio de quien ha encontrado un reemplazo para quien dejó un vacío profundo. Las pruebas médicas determinarán en los próximos días las consecuencias de la dura entrada de Raúl García al delantero.

Superado el desajuste inicial, el Deportivo recuperó el mando del partido liderado por Pedro Mosquera. El coruñés volvió a ser el centrocampista dominador que llamó la atención de otros clubes al comienzo de la temporada pasada. Por momentos dio un recital. Empequeñeció por completo a Beñat y San José para desesperación de Raúl García, que ya hacía tiempo que andaba pasado de revoluciones.

Lesionó a Joselu y antes llegó al límite en una entrada al propio Mosquera. Riazor le tenía en el punto de mira, lo mismo que él la portería de Lux. No había inquietado prácticamente el Athletic en la primera mitad cuando el jugador rojiblanco recogió una pelota a diez metros de la frontal del área, se acomodó aprovechando que la defensa blanquiazul se estaba replegando y soltó un latigazo que se coló por la escuadra derecha.

Después de dominar buena parte del primer tiempo, el Deportivo se encontró con un gol en contra al filo del descanso. La reanudación, sin embargo, no le sentó bien a los de Gaizka Garitano, que evidenciaron una vez más esas carencias ofensivas que les han lastrado en estas primeras jornadas del campeonato de Liga.

Al conjunto blanquiazul le sobra orden y rigor táctico, pero le falta imaginación. Superados los tres cuartos de campo, se le apagan las luces y no encuentra alternativas ni por el centro ni por las bandas. Ayer probó con Carles Gil y Fayçal, para después dar la alternativa a Marlos, agotando las posibilidades que ya había manejado anteriormente con Emre y Bruno. No le funcionó, como tampoco el recurso de Borja Valle como sustituto de Joselu.

El Deportivo no encontró el camino a la portería contraria y en el tramo final lo hizo más con fe que con fútbol, mal síntoma para un equipo que tendrá que afianzar sus opciones de salvación mediante el rendimiento en su estadio. El trayecto se le hará largo mientras no alcance el equilibrio, porque ayer únicamente fue superado mediante un zarpazo ante un Athletic más inocuo de lo que se presumía.

Aún con sus carencias ofensivas, el Deportivo consiguió acorralar al Athletic en los minutos finales y rozó el empate en una falta lanzada por Fayçal a la barrera que después Juanfran recogió para estar a punto de sorprender a Kepa.

Hubo incluso polémica porque Estrada Fernández, recurrente en la historia reciente deportivista, no concedió un tanto a Andone por un fuera de juego inexistente que hubiera sido justo para lo mostrado por los dos equipos sobre el césped de Riazor. Le tocará remar al Deportivo y sobre todo sobreponerse del zarpazo de la derrota y de las posibles secuelas que puede dejar en el futuro más inmediato.