El Deportivo había hecho bastantes méritos en los seis encuentros anteriores a la visita del Sporting, los suficientes como para haber sumado algún punto más, pero por una razón u otra los partidos se le acababan torciendo hasta encadenar una serie negativa de cinco jornadas sin ganar. Hasta el sábado pasado el fútbol no había sido justo con el equipo coruñés, que recibió muchos golpes seguidos, uno detrás de otro: lesiones de Joselu y Sidnei, y gol legal de Andone anulado ante el Athletic; remontada del Leganés en Riazor en un partido que el Dépor tenía perfectamente controlado con el marcador a favor; y expulsión de Fayçal en el Calderón al cierre de una primera parte notable en el Calderón. Contra el Sporting el buen trabajo del conjunto blanquiazul, muy superior a su rival, estuvo a punto de resultar insuficiente de no ser por el zapatazo de Ryan Babel en el 92, que hizo justicia con su gran gol.

Ataque sin tregua. Más ofensivo que nunca salió el Deportivo frente a los asturianos, dispuesto a poner el partido de cara lo antes posible. Buscó el gol de todas las formas: a balón parado, con Albentosa cabeceando con mucho peligro; por banda, sobre todo la de Marlos Moreno; y también explorando los pasillos interiores gracias a la visión de juego de Emre Çolak.

Siempre en campo contrario. El Sporting no tuvo más remedio que atrincherarse en su área para defenderse de los continuos ataques del conjunto coruñés, que se instaló permanentemente en campo contrario. La sensación que dio desde el inicio fue que el 1-0 era solo cuestión de tiempo.

Cara y cruz a balón parado. El Deportivo abrió el marcador a la salida de una falta lateral lanzada por Çolak y rematada en dos tiempos por Celso Borges. Sin embargo, en la segunda parte un desajuste grave en la marca en un córner permitió a Sergio Álvarez firmar el empate. Cabeceó solo, sin oposición, y no es la primera vez que los rivales del Dépor sacan provecho de ese tipo de acciones a balón parado.

Fe y entrega hasta el final. Tras el mazazo del 1-1 el Dépor no se vino abajo y buscó con insistencia la portería visitante. Sin tanta fluidez como en la primera parte, pero sí con la misma fe y entrega. Todos se vaciaron y nadie bajó los brazos. Al final, el tanto de Babel fue el justo premio a ese derroche físico tan grande que hizo el equipo coruñés con la intención de sumar esos tres puntos fundamentales.

Individualidades que afloran. No solo el delantero holandés destacó culminando sus minutos de calidad con un auténtico golazo. También Çolak volvió a brillar como el guía ofensivo del Dépor, que recuperó a un seguro de vida como es Sidnei.

Refuerzo para el futuro. La victoria del sábado, la segunda de la temporada, sirve para encarar el parón liguero con tranquilidad y confianza tras superar las urgencias clasificatorias que el Deportivo tenía antes de recibir al Sporting. Fue un triunfo balsámico que permite afrontar de otra forma el difícil calendario que se avecina, con Barça, Celta y Valencia en el horizonte.