Los clásicos gallegos pueden llegar a su fin casi un siglo después del primer enfrentamiento si se confirma la venta del Celta a un holding asiático. Los Deportivo-Celta, o Celta-Deportivo, van camino de perder su identidad si se confirma la venta al grupo chino con sede en Suzhou. Es el gran temor de la afición celeste, la más que posible deslocalización del club que preside Carlos Mourinho, máximo accionista y propietario de la entidad olívica, según hicieron público varios colectivos celestes que, desde la distancia, miran de reojo el modelo del Deportivo, cuyas acciones están repartidas entre cerca de 25.000 socios.

La eterna disputa que mantienen deportivistas y celtistas sobre cuál es el mejor club de Galicia va a tener menos sentido del que ya tenía -el Deportivo es 12º en la clasificación histórica de la Liga y el Celta, 13ª; además, el equipo coruñés acumula seis títulos oficiales y el Celta ninguno- si se cierra esta operación. El Celta seguirá asentado en Vigo pero de alguna forma dejará de ser de los vigueses. Así lo asegura el colectivo celeste Tropas de Breogán en el segundo párrafo de un comunicado: "? maniobra especulativa a gran escala que ponga en peligro nuestro futuro y nuestra identidad como club e institución". "Consideramos a la masa social el principal activo del club y nuestra identidad, galleguidad, historia y tradición nuestros bienes más preciados, y por lo tanto, junto a un proyecto deportivo estable, valores básicos e irrenunciables para el porvenir de nuestro equipo", continúa la misiva.

Por otro lado al de la desidentificación del Celta marcha un Deportivo inmerso en la última fase de la ampliación de capital social, que venía impuesta en el acuerdo singular que firmó con Hacienda en marzo de 2014 para hacer frente a la deuda ordinaria, que permite a unos 25.000 deportivistas ser un poquito dueños de su club. Esta quinta y última fase, que se abrió el pasado 1 de septiembre y se cerrará el 31 de enero de 2017, es libre y pueden participar todos aquellos seguidores que no sean socios o no tengan títulos con anterioridad. Con esta y las cuatro fases anteriores, el club coruñés alcanzó un capital social próximo a los 9,5 millones de euros e incrementó el número de socios, la mayoría de los cuales tienen dos acciones. El modelo es el mismo con el que nació el Deportivo SAD allá por 1992, es decir, con un tope de inversión para evitar que el club pueda caer en manos de un único inversor.

El sistema del Deportivo es inusual en el fútbol español, si bien ya no existe el tope del 1% del capital social, eliminado en 2007, el actual consejo de administración estableció un nuevo límite fijado en 90.150 euros, o lo que es lo mismo 1.500 acciones. Esta decisión se produjo para cubrir un vacío existente desde 2007, cuando el consejo de administración de esa época decidió eliminar la barrera máxima -1% del capital social-, en la última fase de una ampliación de capital social de 60 millones de euros iniciada en 2004 y que apenas contó con participación. En ese momento cualquier interesado podría haber comprado el Deportivo por algo menos de 4 millones de euros, cantidad que le permitiría hacerse con más del 50% de las acciones. No llegó a suceder. Tampoco ahora, cuando las grandes empresas y numerosos particulares se sumaron a la campaña e incrementaron su participación accionarial.

También en Vigo pudieron hacerlo, pero la masa social no respondió en la misma medida que la deportivista. Eso le permitió a Horacio Gómez convertirse en accionista mayoritario y ser presidente de la entidad desde 1995 a 2006, cuando vendió su paquete accionarial a Carlos Mouriño. El actual presidente y mandatario pagó a Gómez 5 millones de euros por el 25% del accionariado y ahora negocia con un holding chino la venta de sus títulos por más de 100 millones de euros. Un negocio redondo para el empresario gallego-mexicano -acaba de regresar al país norteamericano por unos días para alejarse del conflicto que generó en Vigo su decisión de vender-. Además de la compra a Gómez, Mouriño puso 2 millones más durante una ampliación de capital con escasa repercusión; abonó 5,5 por los títulos que poseía Abanca -que invirtió parte de la deuda en acciones- y puso alrededor de 8 millones más en calidad de préstamo al club. Mouriño se gastó en el Celta alrededor de 20 millones, ahora lo venderá por una cantidad por encima de los 100.

El celtismo no le reprocha el negocio, le reprocha a quién lo vende. No olvidan que el actual presidente llevó al equipo olívico al Concurso de Acreedores en 2008 con una deuda de 69 millones y el convenio le permitió rebajarla a 33 millones, menos de la mitad, con un 85% de quita. Sin embargo, esa afición que lamenta que Mouriño que ahora venda el club a una empresa asiática es la misma que en su momento no respondió como hizo la blanquiazul. El deportivismo se involucró primero con la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva, después con las participación en sucesivas ampliaciones que otorgaban descuentos, especialmente en los partidos de la Liga de Campeones, y, finalmente, en la ampliación en curso en la que el club tenía que alcanzar un mínimo de 1,5 millones. Las grandes empresas de A Coruña respondieron, pero también el pequeño accionista que, en pequeñas dosis, siguió participando. "Incluso ahora en la fase final, que es la libre, hay un goteo importante de gente que no es socia ni era accionista", apunta una fuente del club. El lema se mantiene vivo desde 1992, aunque con ciertos matices en periodos intermedios, y es que el Deportivo sea del deportivismo. Por eso, cada vez más se cree que lo clásicos gallegos están a punto de desaparecer. Lo lamentan incluso aficionados blanquiazules, que muestran su apoyo a los celtistas ante esta posible pérdida de identidad del club celeste con esta operación. No gusta eso de: el Celta de Suzhou.