El errático Fabril cuenta con un nuevo refuerzo, Manu Molina (Huelva, 1991), un futbolista en paro que en noviembre cumplirá 25 años y que llega para dar impulso a un filial que en las ocho jornadas de competición acumula 13 puntos y está fuera de los puestos que dan derecho a participar en la promoción de ascenso a Segunda División B. Ese es el objetivo, jugar dicha fase y lograr una plaza en la tercera categoría del fútbol español. Sin embargo, el inicio parece conducir al filial a otro destino. Lleva cuatro victorias, un empate y tres derrotas que le llevan a ocupar la sexta plaza, igualado con tres equipos más, a dos puntos de los puestos de promoción y a seis de la primera posición.

Molina viene para ocupar una demarcación escasa de efectivos en la que Cristóbal Parralo tiene que adaptar futbolistas. La marcha de Calvet y la lesión de Edu motivó que el filial se quedase sin medios de referencia, papel que tiene asignado ahora el futbolista onubense que hoy se incorporará ya a los entrenamientos en Abegondo. Molina se forjó en la base del Recreativo, el equipo de su ciudad, pero en edad cadete fue fichado por el Espanyol de Barcelona con el que llegó a debutar en Primera División. Lo hizo frente al Getafe (3-1) en el primer encuentro de la temporada 2010-11, campaña en la que llegó a disputar siete partidos de Liga (uno como titular) y dos de Copa.

El centrocampista fue cedido al Huesca el año siguiente (2011-12) con el que jugó 23 partidos, entre los que están los dos que el cuadro oscense disputó contra el Deportivo (0-2 y 2-1). El segundo, celebrado en Riazor, supuso el ascenso matemático del cuadro blanquiazul que en aquella época dirigía José Luis Oltra. Al año siguiente Molina se fue al Valencia y tras permanecer dos años en el filial regresó al Recreativo. La pasada temporada fue de los fijos en el Decano, que acabó descendiendo a Segunda División B. Molina decidió no continuar a la espera de una oferta de Segunda División, pero finalmente decidió aceptar el reto de militar en Tercera con la camiseta del Fabril.

Viene para convertirse en el líder de un equipo disminuido en el centro del campo y con un entrenador, Cristóbal Parralo, al que están superando las circunstancias. El exfutbolista internacional afronta en el filial blanquiazul su primera experiencia como entrenador y lo hace en una competición que desconoce por completo. Llegó acompañado de varios jugadores formados en Cataluña -el Fabril incorporó hasta seis futbolistas este verano- con la intención de que formasen la base del cuadro y dirigiesen una campaña brillante. Sin embargo, según personas cercanas al fútbol de esta categoría y del propio técnico, Cristóbal se encontró con una realidad muy diferente a la que se imaginaba, pues esta Tercera es mucho más fuerte de lo que podía esperar.

Además, lo dicen los defensores del entrenador del Fabril, se encuentra con que apenas pueden programar los entrenamientos como es su deseo. El primer equipo, es decir, Gaizka Garitano, entorpece su planificación al estar llamando continuamente a jugadores fabrilistas para entrenar con el primer equipo. "Así es muy complicado entrenar y preparar los partidos", asegura un entrenador que conoce perfectamente todas las categorías del fútbol gallego. "Quizás falte planificación porque él se entera en el mismo día de que no puede contar con tal o cual futbolista", añade. Son problemas que conducen a la situación actual del Fabril, fuera de los puestos de promoción y con la obligación de ascender. Por eso se produce el refuerzo de Molina, para cubrir un espacio vacío y fortalecer el plantel, e incluso es posible que llegue alguno más.