Un par de errores gruesos, una llamativa desconexión y una pizca de parcialidad arbitral terminaron allanando el camino al Barcelona para una goleada que pudo ser incluso mayor y que coloca al Deportivo de nuevo en una situación incómoda, con el derbi a la vuelta de la esquina y asomado ya a los puestos más delicados de la clasificación.

Hay derrotas que permiten buscar consuelo para mitigar el golpe, pero poco o nada se puede rescatar del paso ayer del equipo blanquiazul por el Camp Nou. Animaban los precedentes, esos dos empates consecutivos que invitaban a pensar en alargar las sorpresas, y la alineación de Luis Enrique, más pendiente quizá de la visita del Manchester City de Guardiola que de la de los coruñeses.

Reservó a Messi e Iniesta y experimentó con el esquema para insistir en el castigo a Aleix Vidal, mientras que Garitano apostó por un centro del campo con tres jugadores que en realidad se convirtió en un 4-4-2 para tratar de entorpecer al máximo la circulación de balón de los azulgrana.

Funcionó los primeros veinte minutos, cuando el Deportivo consiguió convertir el partido en un compromiso espeso y áspero para el Barcelona, que se asomaba por el área de Lux más por iniciativa de Neymar que por funcionamiento colectivo.

Dos líneas muy juntas de cuatro jugadores más allá de la frontal, con Çolak y Andone descolgados, formaban la frontera de resistencia de los blanquiazules, que incluso se permitieron salir combinando con fluidez hacia la portería de Ter Stegen en cuanto recuperaban el balón en la medular.

Al Deportivo le faltó entonces lo mismo que en jornadas anteriores: claridad en el área contraria. No la tuvo Emre cuando, en lugar de acomodarse la pelota hacia la derecha en la frontal con los defensas rivales sin capacidad de reacción, le atizó con la izquierda muy por encima de la portería del guardameta azulgrana; y le faltó a Andone después de una jugada larga del equipo blanquiazul que terminó con el remate cruzado del rumano.

Caminaba entonces cómodo por el partido el Deportivo, mientras el Barcelona se enredaba en ataques directos resueltos de manera solvente por la defensa coruñesa. Fue así hasta que a Fernando Navarro se le ocurrió un doble regate ante Arda y Rafinha del que no salió bien parado. El hispano-brasileño cruzó el disparo y a Lux se le coló por debajo del cuerpo después de semirechazarla con el brazo.

A partir de ahí, el Deportivo prácticamente renunció a disputar un encuentro que se le iba poniendo cuesta abajo al Barcelona sin que fuera necesario que mediara intervención externa. Aún así, la hubo: la de un árbitro que ya desde el arranque del partido amenazaba con cierto ramalazo a mostrarse fuerte con el débil y débil con el fuerte.

Lo hizo cuando perdonó un alevoso puñetazo de Luis Suárez en la cara de Alejandro Arribas cuando ambos pugnaban por el balón durante una carrera. Sánchez Martínez lo vio, o al menos lo intuyó porque el delantero uruguayo de inmediato reaccionó disculpándose y reconociendo que había golpeado al defensa. Ahí quedó la cosa.

Poco después, ya sin Sidnei sobre el césped, llegaría el segundo de los azulgrana en un saque de falta lanzado con Neymar y rematado en primera instancia por Piqué con la colaboración de la defensa deportivista y al borde del fuera de juego. Rafinha terminaría embocando y el Deportivo sacando la bandera blanca.

No le quedaba mucho más que salvar la honra al equipo de Garitano y evitar una derrota sonrojante en vísperas de visitar al Celta en Balaídos. Lo consiguió a medias, porque el Barcelona dispuso de ocasiones suficientes como para abusar en el marcador. El tercer tanto lo marcó al borde del descanso después de una acción en la que intervino de nuevo Neymar, que apabulló a un desquiciado Laure. El brasileño le puso una pelota envenenada a Luis Suárez, que con un amago se deshizo de Albentonsa para dejar el encuentro resuelto.

Buscó a partir de ahí el Deportivo resistir, pero se encontró que tuvo que hacerlo con un jugador menos. Sánchez Martínez decidió expulsar a Laure después de una acción en la que propinó un codazo a Neymar mientras disputaban un balón a la carrera. No dudó ni por un instante y la contundencia que le faltó con Suárez la mostró con el lateral blanquiazul.

Llegaría entonces el tanto del reaparecido Messi con un Barcelona volcado con malicia sobre la portería deportivista. Lo único que salvó al conjunto de Garitano de una goleada mayor fue la falta de puntería de Paco Alcácer, que estrelló un balón en el palo y se encontró con Lux en otra acción en la que fusiló al portero argentino a bocajarro.

No hay sin embargo consuelo para el Dépor, que deberá sobreponerse ante el primer duelo marcado en rojo sobre el calendario.