Hay dos cosas que están penalizando al Dépor en los últimos tiempos: el descontrol y la falta de juego en el medio del campo y la sensación constante de que todos los rivales, con muy poco y a veces hasta sin querer, le van a hacer mucho daño.

Ofensivamente, la idea parece que es llevar el balón hacia los pasillos exteriores para desde allí ponerlo en el área e intentar acabar la jugada, pero a esto se llega con una circulación lenta y que apenas manifiesta progresión en el juego ya que éste es excesivamente horizontal. Pocas veces se combina por dentro, apenas se juega a los espacios y, salvo Andone, los demarques de ruptura brillan por su ausencia lo que sumado a la escasa movilidad que hay por delante del balón ayuda a ralentizar aún más el juego. Se abusa del juego corto y esto hace al equipo muy previsible.

Defensivamente el equipo sale con la idea definida en el posicionamiento pero a medida que el partido avanza el equipo se rompe en los mecanismos defensivos, generalmente por las bandas, ya que el perfil de los interiores no es el de estar pensando en ese tipo de tareas y por dentro se mantiene la idea de estar muy atentos al juego aéreo rival. Pero el equipo tampoco defiende con criterio las segundas jugadas ni aquellas que llegan por el centro y pueden acabar con tiros a media y larga distancia, como quedó demostrado ayer en el de Ontiveros.

En definitiva: hay que buscar una solución definitiva al medio del campo porque hay futbolistas capaces en la plantilla para ello y cambiar la sensación de derrotismo en la que está sumido el equipo. Ambas cosas le corresponden al cuerpo técnico encabezado por Garitano.

Lamentablemente a este paso, no sé si le dará tiempo.