Fue el más contundente cuando se empezó a cuestionar el trabajo de Gaizka Garitano. Nada más marcar su segundo gol ayer ante la Real Sociedad, el que cerró la goleada, se fue a abrazar a él. El entrenador deportivista necesitaba sus goles casi más que el propio Andone, liberado después de anotar en tres jornadas consecutivas y espantar los fantasmas que lo perseguían desde el comienzo del campeonato. Ayer, sin embargo, el delantero rumano se desencadenó en la misma medida que lo hizo un equipo hasta entonces maltratado por la fortuna, los árbitros y sus propios errores.

Lo necesitaba Garitano, cada vez más cuestionado, lo necesitaba Andone, cuyos tres goles anteriores tan solo habían servido para sumar un punto, pero por encima de todo lo necesitaba el equipo tras los varapalos encajados frente a Sevilla y Málaga. Hacía falta un triunfo que permitiese refrendar la evolución mostrada en las últimas jornadas para evitar que la confianza se hundiese en la misma medida que lo había hecho el conjunto blanquiazul en la clasificación.

La goleada ante el equipo que el propio Garitano definió como "el mejor" del campeonato permite a los deportivistas tomar aire en la tabla -supera a Valencia y Sporting y sale de los puestos de descenso que ocupaba provisionalmente antes del partido- y sacudirse todas las miserias acumuladas en las últimas semanas.

Lo hizo desencadenado por el ímpetu y el trabajo colectivo, pero también por la confianza le imprimió un Florin Andone cuyas primeras acciones, sin embargo, no anticipaban una noche inspirada. Tuvo dos ocasiones francas ante Rulli y las dos las desperdició. Se desquitó con continuos desmarques a la espalda de los defensas de la Real que acabaron encontrando recompensa en el tercer tanto de los deportivistas ayer. Era el cuarto tanto en cuatro jornadas y la confirmación de que la sombra de Lucas Pérez es cada vez menos alargada en el equipo y en el propio Andone, al que secaron las comparaciones con el coruñés en sus primeras semanas. Aún marcaría un segundo, el quinto esta temporada, para desencadenarse por completo.