Más que un resultado, que también, al Deportivo le hacía falta una noche redonda como la de ayer para recuperar de golpe toda la autoestima y la confianza. No fue un partido sino un partidazo. Aplastó a la Real Sociedad, uno de los cocos de la Liga, y se echó una manita a tiempo, cuando la necesidad más apretaba. Cinco goles como cinco soles para el deleite de una afición que hacía mucho que se merecía una victoria. Y qué victoria. A lo grande, con un 5-1 que devuelve la esperanza, espanta el pesimismo y mantiene al Dépor fuera de los puestos de descenso.

En una noche para "ganar o ganar", como había reconocido Gaizka Garitano en la previa, el técnico puso toda la carne en el asador desde el inicio con una alineación de marcado carácter ofensivo. Solo se guardó a Luisinho y a Joselu, este último todavía sin la chispa necesaria para jugar de inicio tras su lesión. Se trataba de dejarle claro a la Real desde el arranque que, esta vez sí, el Dépor iba a romper su larga racha negativa de resultados. Era obligatorio tras tanto tiempo sin ganar. Nada más y nada menos que siete partidos seguidos, contando el de Copa frente al Betis. Más de dos meses después del último triunfo, en Riazor frente al Sporting (2-1), el equipo coruñés necesitaba con urgencia un resultado positivo para no caer en puestos de descenso. Y a por él salió de forma decidida, llegando arriba con mucha gente, pero también sufriendo para juntarse atrás ante una Real Sociedad muy cómoda con balón.

Tocaron fácil los donostiarras, que se asociaron con mucha precisión y rapidez en campo contrario, aunque sin demasiada profundidad. Su peligro en la primera mitad llegó casi siempre a balón parado, como en el minuto 4, cuando Xabi Prieto casi marca el primero a la salida de una falta. El Dépor, valiente para mantener alta su línea de presión, buscó a Babel y Çolak para iluminar su ataque. Dos futbolistas diferentes el holandés y el turco, sin duda los más talentosos dentro de una plantilla sin demasiados jugadores capaces de marcar las diferencias. Saben qué hacer con el balón y pocas veces se equivocan. Le dan pausa al equipo cuando hace falta y sus intervenciones suelen servir para hacer mejores a los que están a su alrededor. Como Andone, tan peleón y entregado como de costumbre. Un diez en compromiso para el rumano, quien antes de marcar por cuarta jornada consecutiva desperdició dos ocasiones claras en sendas cabalgadas sin oposición hacia la meta de Rulli. Primero fue el portero el que rechazó su disparo (m.6) y cinco minutos después fue el propio Andone el que se entretuvo demasiado a la hora de finalizar la jugada, que acabó en córner. Lo arregló de inmediato Sidnei, que a la salida del saque de esquina se acomodó el balón, recortó con esa alma de nueve característica en él y perforó la portería visitante con un potente zurdazo.

Con el partido de cara, el Dépor continuó apretando. No cambió nada. Igual de intenso y de ordenado, aunque con algunos problemas más para quitarle el balón al rival. Lo tuvo más la Real, pero sin crear mucho peligro. Solo Vela, que encontró un pasillo por el que colarse, llamó a las puertas de gol en el resto de la primera parte. El Dépor, a lo suyo, ganó varias veces la espalda de la defensa vasca con buenos pases en profundidad, sobre todo de Çolak. Así nació el 2-0 en el 29, cuando el turco buscó la carrera de Andone, cuyo envío al área lo introdujo involuntariamente Íñigo Martínez en su propia portería.

Era la noche del Dépor, la primera con la suerte de cara en una temporada plagada de infortunios de todo tipo. Le salía todo al equipo coruñés, que no levantó el pie del acelerador. Tenía la lección bien aprendida por lo que le había pasado ante el Sevilla, y frente a la Real no se desconectó. Siguió enchufado. Y no solo para defender, también para seguir buscando la portería contraria. Lo intentó Andone en el minuto 36, en un alarde de potencia culminado con un disparo duro que Rulli rechazó con apuros. Hacía tiempo que Riazor no disfrutaba tanto con su equipo. Por el resultado, y también por la imagen. Festival de fútbol en el campo y fiesta total en la grada, que volvió a estallar de júbilo cuando Andone hizo el 3-0. Llegó al borde del descanso, en el 42. Gran centro de Juanfran y remate inapelable del rumano.

Noche redonda para el Deportivo, que afrontó la segunda mitad con idéntico planteamiento y ganas. Dos claras perdonó Andone, otro mano a mano y luego un remate de cabeza, antes de que Yuri volviera a meter en el partido a la Real con el 3-1. Imparable su potente disparo, que obligó al Dépor a tener que sufrir, aunque muy poco tiempo. Respondió pronto el equipo coruñés, con un lanzamiento colocado de Babel que se marchó fuera por poco justo antes del penalti sobre Albentosa, transformado en dos tiempos por el holandés para matar el partido. Luego llegó el quinto, el segundo de Andone, para completar una manita de lujo y revitalizadora.