Con menos fútbol del que ha acostumbrado en las últimas semanas, aunque con más efectividad, el Deportivo se metió en los octavos de final de la Copa del Rey. Era el objetivo que había proclamado Gaizka Garitano apelando a las grandes noches del club en el torno y lo consiguió. Sufrió innecesariamente para lograrlo, pero mantiene con su pase la buena dinámica en la que se ha instalado.

Casi desde el comienzo el Deportivo se encontró con el mando del partido, empujado también por la pasividad de un Betis que aprovechaba la baza de su ventaja en la eliminatoria. No le hizo ascos el conjunto de Garitano a la posibilidad de enganchare a la siguiente ronda y le puso ambición para asomarse por el área y la portería de Dani Giménez.

La alineación ya anticipaba las ganas de los deportivistas, especialmente de su técnico, por mantenerse vivos en la competición. En el once se mezclaron meritorios en busca de una oportunidad con jugadores imprescindibles en la evolución experimentada por el equipo durante el último mes. Junto a Juanfran, Guilherme, Babel y Sidnei estuvieron los que aguardan la ocasión de subirse a la buena ola que atraviesa actualmente el conjunto blanquiazul. Ahí estaban Mosquera, Marlos y Fayçal, relegados en las últimas semanas del papel protagonista del que disfrutaron, además de un Joselu que busca descontar minutos y goles tras la lesión que le mantuvo apartado de las alineaciones durante casi tres meses.

No tardó el Deportivo en encontrar premio a su propuesta inicial a través de un lanzamiento de falta desde el costado izquierdo. Fayçal colgó el balón pasado en el área, donde llegó Arribas para remacharla a la red y confirmar que los equipos de Víctor Sánchez del Amo siguen sufriendo en las acciones a balón parado.

Tenía entonces el Deportivo lo que buscaba, igualar la eliminatoria para centrarse en ampliar la ventaja en busca de los octavos de final. El dominio inicial, sin embargo, no lo pudo mantener y fue el Betis el que se arrogó la iniciativa. Lo que le ocurrió al conjunto de Garitano fue que perdió el manejo del balón, precisamente el apartado en el que se ha basado la mejoría del último mes.

En cuando cedió la pelota, el Betis comenzó a encadenar oportunidades peligrosas en el área deportivista. Fue Rubén Martínez el que sostuvo a los de Garitano en esos momentos de dominio visitante. No encontró alivio el conjunto blanquiazul porque apenas pudo combinar y tan solo encontró el camino de la portería contraria a través de individualidades. El único respiro lo consiguió a través del descanso, al que llegó vivo y con posibilidades de enfilar los octavos.

Fue lo mejor que pudo sucederle al Deportivo, porque lo que vino tras la reanudación le convenció de sus posibilidades reales de pasar la eliminatoria. Llegó otra vez a balón parado y con morbo. A los diez minutos de la reanudación Fayçal volvió a lanzar una falta, en este caso rechazada por la defensa bética. El balón le cayó en la frontal a Luisinho, que sin dejarla caer la colocó como un misil en la portería de Dani Giménez. Quién sabe si el tanto será el colofón a la particular historia entre el lateral deportivista y Víctor Sánchez del Amo, pero ese tanto colocó a los deportivistas en ventaja por primera vez en la eliminatoria.

Se abrió entonces un intervalo de dudas acerca de cómo afrontaría el equipo de Garitano todo lo quedaba por delante, pero casi no dio tiempo porque apenas cinco minutos después Babel allanaba todavía más el camino hacia los octavos de final.

Ese arrebato de quince minutos colocó a los deportivistas en la posición dominante de un partido que a partir de entonces dependía del ímpetu que mostrase el Betis. No lo tuvo, pero en una jugada por la banda defendida con pasividad por los deportivistas se enganchó al partido. Un centro desviado en el área despistó a Rubén, que no pudo evitar que golpease en el palo y lo embocara Piccini.

Necesitaba entonces el Deportivo encontrar la pausa que le facilitase el control de la pelota, pero en lugar de eso puso una marcha más con Marlos como protagonista. Se empeñó el colombiano en encarar aprovechando también las incorporaciones de Juanfran. En una de esas consiguió colocar un centro en el área al que no llegó Babel, desequilibrado por Piccini. El árbitro no dudó y puso al Deportivo en disposición de sentenciar su pase a los octavos de final. Joselu, sin embargo, la envió por encima del larguero y mantuvo la incertidumbre. El Betis estaba a un gol, ya con Rubén Castro en el campo y tras abandonar Víctor todas las precauciones en busca de un tanto que le colocase en la siguiente ronda. No llegó, y el Deportivo mantiene así el idilio entre fútbol y resultados que inauguró hace aproximadamente un mes y que no espera estropear a pesar del inoportuno parón navideño que afronta ahora.