Durante muchos minutos, una hora larga, el Deportivo se pareció al de principios de temporada, plano y atascado en ataque. Entonces aún no estaba Babel. Ahora, tampoco. Ni lo estará. Toca reinventarse y anoche, en el primer partido del año, volvió a mostrar unas carencias enormes en campo contrario. Y eso que acabó empatando ante el Alavés, al que encerró en su área en el último cuarto de hora. Por lo menos, lo intentó hasta el final, con más corazón que fútbol, pero con fe y coraje. El 2-2 deja la eliminatoria viva para la vuelta gracias a los goles de Bruno Gama y Joselu.

Ese último arreón, en el que sí dispuso de llegadas y ocasiones, fue lo más destacado de un partido por lo demás muy gris del Dépor. En nada se pareció a ese equipo alegre y punzante que despidió 2016 con tres victorias consecutivas en Riazor. Ni rastro de la variedad y la profundidad en ataque que exhibió en ese mes de diciembre tan positivo. Sin Babel ni Carles Gil falta falta pausa y visión de juego, imprescindibles para hacer daño a cualquier rival de Primera, y más si el que está enfrente es un bloque tan sólido como el Alavés.

En la primera parte el Dépor solo generó peligro a balón parado. Tuvo la pelota, pero ese dominio de la posesión no se transformó en ocasiones. Mucho mejor atacó el conjunto visitante, con las ideas muy claras con y sin balón. Desde el pitido inicial los vitorianos demostraron que su plan no era solo defender. El del Deportivo pasaba por ganar sin encajar, pero duró poco más de dos minutos, los que tardó Christian Santos en firmar el 0-1. Arribas midió mal para defender un centro desde la izquierda y permitió que el delantero recibiera el balón para plantarse solo ante Rubén, al que batió por bajo.

Ese primer mazazo tan pronto dejó al equipo coruñés noqueado. Le costó entrar de lleno en el partido y echó de menos a futbolistas capaces de cargar con la responsabilidad. Solo Çolak iluminó tímidamente al Deportivo en campo contrario. Faltó fluidez para enlazar, alguien capaz de repartir juego desde el centro del campo. Alguien como era Mosquera hace justo un año, cuando el Valencia quiso ficharlo. La realidad, dura, es que el coruñés sigue sin recuperar su nivel. Tampoco brilló Borges, más preocupado de frenar las contras rivales que de darle sentido al juego. Ante semejante panorama el Dépor no tuvo más remedio que recurrir a las acciones de estrategia para acercarse al área. Las lanzó todas Çolak y una de ellas casi la aprovecha Arribas para empatar. Su cabezazo (m.11) se perdió por encima de la portería y fue la ocasión más clara de los blanquiazules en los primeros 45 minutos.

El Alavés se juntó para defender con orden su ventaja pero también montó varias contras peligrosas. Le bastó con dos o tres pases rápidos y precisos para superar líneas y llegar al área coruñesa. Una de esas salidas veloces culminada por Katai casi acaba en gol. También lo buscó Feddal con un disparo lejano que no encontró portería. Mientras, el Dépor vivía de chispazos aislados, como un pase interior de Marlos al que Mosquera no llegó por poco. Joselu apenas recibió balones cerca del área y tuvo que retrasar su posición con frecuencia para ofrecerse y abrir espacios. Nada funcionaba en el ataque coruñés, igual de apagado pese a las variantes que buscó Gaizka intercambiando las posiciones de Marlos Moreno y Bruno Gama.

El Deportivo pedía a gritos que llegara el descanso para recomponerse y buscar un nuevo plan después de esa primera parte tan mala. Era lo mejor que le podía pasar, irse a la caseta con solo un gol de desventaja para buscar la reacción en el segundo acto. Pero justo antes del intermedio llegó el penalti de Mosquera sobre Llorente. Édgar Méndez no perdonó desde los once metros y puso la eliminatoria todavía más cuesta arriba.

Con 0-2 el Dépor no tenía nada que perder. Estaba obligado a salir a por todas en el segundo acto, aunque eso supusiera arriesgarse a recibir un tercer gol que dejaría cerrada la eliminatoria. Tenía que dar un paso al frente y demostrar sus ganas de seguir vivo en la Copa como fuese, con fútbol o con corazón. Y eso hizo, aunque tardó bastante en meter al Alavés en su área.

Arreones aislados, todos estériles, y nulo fútbol combinativo. Gaizka reaccionó con un doble cambio a media hora del final. Entraron Guilherme y Pinchi por Borges y Çolak para retocar el dibujo y pasar a jugar con un 4-4-2, con Marlos como acompañante de Joselu en la delantera. Al Dépor le seguía faltando fluidez y profundidad. Se le agotaban los minutos, y con ellos las opciones de encontrar un gol con el que dejar la eliminatoria viva. Entonces tiró de casta y encontró el 1-2 en una acción individual de Bruno. Faltaba un cuarto de hora para el final y el Dépor cargó con todo, sin tregua. Dispuso de ocasiones suficientes para empatar -incluido un claro penalti sobre Juanfran no señalado- antes de que Joselu, sobre la bocina, hiciese justicia al marcar el 2-2.