David Jason se come el presente y mira al futuro sin que las cuitas del pasado le impidan avanzar. Al coruñés de Os Mallos se le cerraron las puertas del Dépor con 15 años, pero no desistió y a base de regates, goles, insistencia, un gran instinto de superación y un crecimiento gradual está llamando a las puertas de Primera en el Levante más coruñés que arrasa en Segunda División. Siete goles en una veintena de partidos partiendo desde una banda y ya pide paso después de un camino de carreteras secundarias y dos cesiones al Villarreal B y al Albacete. Su ejemplo y el de Lucas Pérez pueden inspirar a muchos jóvenes que creen que la vida se acaba en Abegondo.

-Es uno de los futbolistas más destacados de Segunda, pero en su tierra es un desconocido. ¿Es usted de la ciudad de A Coruña?

-Sí, claro que sí. Nací en Os Mallos, aunque mi madre ahora vive en Vilaboa y mi padre en Osedo, muy cerca de Sada. Y mis vacaciones siempre son por allí. Los cinco días que tenemos en Navidad y un par de semanas en verano las utilizo para estar con la familia y los amigos, eso siempre lo hago.

-¿Cuál es su altura?

-Hace tiempo que no me mido, pero la última vez estaba en torno al 1,78 metros. No creo que haya crecido desde entonces.

-¿En la cantera del Dépor lo descartaron por bajito?

-Sí, es verdad. Fue el motivo que me dieron para darme la baja. Fue Miguel Gamallo. Nada más terminar la temporada hubo las típicas reuniones de Abegondo y eso fue lo que me dijeron, por mi estatura. Yo entonces jugaba de delantero o mediapunta y optaban por un juego de más altura, más físico.

-¿Cómo asimila un golpe así un adolescente?

-Acababa de terminar como cadete B. Debía tener 14 o 15 años. Tuve la etapa de venirme abajo, de decir que no valía para esto, de pensar que no me iban a querer en ningún sitio. Mi padre fue el que me incitó a no dejarme llevar por esos pensamientos y a volver a intentarlo en el Montañeros para seguir la línea que quería. Aun así, yo al club le tengo cariño. Porque una persona no confiase en mí yo no puedo achacarle nada al Dépor. Siempre lo voy a tener como el equipo de mi ciudad, siempre voy a estar agradecido por el tiempo que he jugado ahí, ojalá en un futuro pueda volver a vestir esa camiseta.

-¿No cree que su caso y el de Lucas animan a muchos chavales de A Coruña a pensar que la vida no se acaba en Abegondo, a seguir intentándolo?

-Es posible porque se pueden sentir reflejados en nosotros en el momento que les dan la baja porque son muchos los futbolistas que cada año viven una situación parecida. Se tienen que fijar en eso, en lo que nos ocurrió a nosotros, en que no pasa nada porque prescindan de ti. Al final tienes solo quince años y te queda todo por recorrer; eres superjoven y puedes tener miles de oportunidades.

-Montañeros, Racing de Ferrol y Levante, que es un club que está a mil kilómetros de su casa y al que se fue cuando era un niño. ¿Es un ejemplo de superación?

-No sé. Si te salen bien las cosas y apuestan por ti, puedes triunfar. Yo me fui a un equipo que quizás no es el más habitual y también eso me pudo ayudar a dar el salto.

-Para quien no lo siga con asiduidad, ¿cómo es el Jason Remeseiro que se puede ver hoy?

-Cuando fiché por este equipo sí que es cierto que me querían como delantero, pero al segundo partido el entrenador ya me puso en una banda, en la izquierda. Y este año por primera vez estoy jugando en la derecha. A mí es lo que me gusta: el regate, la asociación, la velocidad y el disparo a puerta.

-Este año está acompañado por Róber. ¿Cómo lo está viendo en su salto a Segunda?

-Con la lesión de Chema empezó a jugar y estuvo impecable, sin fallos. Y ahora es complicado que vuelva al banquillo después de hacerlo así. Adaptarse a esta categoría es difícil, lo lleva muy bien.

-Antes decía que siempre volvía a A Coruña por vacaciones. ¿No le insisten, aunque sea de broma, sus amigos y familia con que tiene que volver al Dépor?

-Claro. Es el comentario de cada Navidad y cada verano por si cae la breva. Quieren verme allí y a mí obviamente algún día no me importaría defender esos colores.

-El que sí lo pudo hacer fue su primo Marcos Remeseiro...

-Cierto. Lo hizo muy bien en Cerceda y Ferrol y el tiempo que estuvo en el Dépor rindió de maravilla de falso nueve y tuvo la oportunidad. Yo intentaba seguirle desde la distancia, estaba encantado.

-Su objetivo, además de ascender, será disfrutar de una manera continuidad de Primera, ¿no?

-Sí, claro. Hasta ahora tuve apariciones esporádicas en las etapas de Caparrós y Alcaraz. Justo tras debutar me lesioné de gravedad, estuve de baja cinco meses y... Me gustaría disfrutar de LaLiga siendo importante en este equipo.

-Con su presencia y la de Róber el Levante es el equipo de élite con mayor cuota coruñesa porque Álex y Mosquera no juegan. ¿Qué hace falta para encauzar todo el talento de la ciudad?

-Me fui y en parte le perdí la pista, pero hay jugadores que se deben trabajar y darles las oportunidades que no se dieron en el pasado. Para mí Róber podría estar perfectamente en el Dépor, pero son los de allí los que deben tomar la decisión, yo en eso no me debo meter.

-Su nombre es David. ¿Por qué le llaman Jason?

-Fue Juan Subirán, un técnico que estaba en las categorías inferiores del Dépor, el que me puso el mote. No sabría muy bien explicar el motivo. Éramos tres davis en el equipo y al final a ninguno lo acabó llamando por su nombre. A uno por el apellido, a otro por Deivid en inglés y a mí Jason porque se le ocurrió. Y con la broma al día siguiente se quedó. Muchos creen que me llamo Jason, no saben que mi verdadero nombre es David.