Al Deportivo le faltan muchas cosas para terminar de dar el estirón en la clasificación que quizá por su propuesta merecería. Carece del cuajo necesario para evitar que los partidos se le escurran en los momentos decisivos, como ocurrió ayer en San Mamés y tantas otras veces esta temporada. Tampoco le acompaña la fortuna, pero por encima de todo le faltan puntos. Alguno mereció ayer ante el Athletic si se ponen en la balanza los méritos de ambos equipos, pero se vuelve con otra derrota dolorosa que incrementa la preocupación alrededor de un equipo tocado.

Quizá lo peor sea comprobar que los planteamientos no hacen justicia a un conjunto que volvió a mostrar una buena cara. Lo hizo de inicio ante un Athletic menos ambicioso que en otras ocasiones y a través de la pelota, pero se encontró con la misma desgracia que le ha perseguido desde que arrancó el campeonato.

Y es que el relato de lo ocurrido en San Mamés no es muy distinto al del partido frente al Sevilla en Riazor, o en La Rosaleda o en el Santiago Bernabéu. Son puntos que volaron, enjugados por el desempeño de un equipo que por entonces todavía contaba con la complicidad del calendario para enlazar resultados. Las jornadas, sin embargo, han transcurrido sin que el equipo haya logrado trasladar al marcador actuaciones como la de ayer ante el Athletic.

El tiempo apremia, aunque los rivales en la pelea por la permanencia parezcan no hacerlo, y eso se trasladó de inicio a un Deportivo que trató de desconectar a los rojiblancos del partido mediante el manejo del balón. Sabía Gaizka Garitano que la mejor manera de contrarrestar el arreón inicial del conjunto de Ernesto Valverde, y al mismo tiempo evitar los malos comienzos recientes de los suyos, era adormecerlo mediante la posesión. Le funcionó y los deportivistas apenas pasaron apuros en el primer tramo del encuentro de ayer, incluso tuvieron algún acercamiento esperanzador a la portería de Gorka Iraizoz.

El peligro del Athletic, sin embargo, era perenne en cada acción a balón parado. Yeray tuvo la oportunidad de adelantar a su equipo después de un saque de esquina en la que un rechace le cayó en el área. El remate era demasiado difícil para precisar y terminó enviando el balón manso a las manos de Tyton.

Reaccionó el Deportivo, que confirmó que como más cómodo se encuentra es con el balón. Es el perfil que más se adapta a un equipo en el que Emre Çolak ha adquirido un protagonismo importantísimo con la colaboración de Carles Gil. Ambos buscan siempre asociarse, lo que en ocasiones perjudica a la velocidad de Andone, más propenso a la velocidad y los desmarques.

En uno de esos el delantero rumano cazó la mejor ocasión para los deportivistas en la primera mitad. Un pase a la espalda de la defensa de Borges lo dejó en solitario frente a Iraizoz, pero no fue capaz de acertar con el remate en el mano a mano.

Merecía el gol por entonces el Deportivo, que lo encontraría de manera más inopinada unos minutos después. Çolak se asoció con Carles Gil en el centro del campo después de que el valenciano pusiera la pausa necesaria para superar la presión del Athletic. El centrocampista turco contó con la complicidad de la defensa rojiblanca para avanzar metros y colocar la pelota fuera del alcance de Iraizoz con un potente remate lejano.

Aguantó entonces el Deportivo el arreón final del Athletic y también el del inicio de la segunda mitad. Era de esperar e incluso Raúl García estrelló un balón en el larguero, pero el Deportivo ofrecía seguridad y esperanzas de romper el gafe de victorias a domicilio de una vez por todas.

Le faltó frenar el empuje del Athletic, sobre todo por un costado izquierdo en el que Navarro se vio solo ante el ímpetu de Williams y De Marcos. De un centro del joven extremo rojiblanco llegaría el empate después de un error de Tyton. El portero polaco no cazó el remate de cabeza inicial de Aduriz y dejó el balón muerto en el área para que lo embocase Muniain.

Ese podría haber sido el marcador definitivo, porque ni uno ni otro insistieron demasiado por llevarse el premio de la victoria. Lo intentó más el Athletic, que acabaría encontrando el tanto definitivo en uno de esos errores comunes de los deportivistas.

El "otro fútbol" al que se refirió el viernes Gaizka Garitano es otra de las carencias de sus jugadores, reiterativos cuando se trata de malgastar el trabajo en los instantes finales de los partidos. Les ocurrió en San Mamés después de que un balón perdido por Celso Borges en el centro del campo no encontrara una respuesta contundente en sus compañeros para frenar el contragolpe del Athletic. Aduriz terminó rematando en el área en una posición dudosa incluso en la televisión, muy difícil para el árbitro y su auxiliar, para condenar al Deportivo a una semana plagada de nervios y ansiedad.