La plantilla deportivista regresó ayer a los entrenamientos con los ecos de la dolorosa derrota frente al Alavés resonando todavía y la exigencia del trascendental partido ante el Leganés ya en el horizonte. Hubo charla del entrenador, Gaizka Garitano, antes de iniciar la sesión, como de costumbre. No fue muy distinta a otras, según sus participantes, a pesar de la delicada situación por la que atraviesa el equipo.

Lo que sí cambió fue la manera en la que el técnico enfocó un entrenamiento intenso, marcado por la carga física y la variedad de ejercicios con los que exprimió a los jugadores para la decisiva cita del sábado en el estadio de Butarque (18.30 horas).

Al término de la sesión, con el grueso de la plantilla estirando sobre el césped de la ciudad deportiva, Garitano hizo un aparte con Andone y Joselu al que también se sumó Marlos Moreno. Con la ayuda del preparador de porteros y de los guardametas del conjunto juvenil que estuvieron presentes en la sesión instruyó a los tres sobre los movimientos que deben ejecutar cuando coinciden en el campo.

El rendimiento conjunto de los delanteros es una de las asignaturas pendientes del equipo esta temporada y el sábado contra el Alavés volvió a demostrarse poco útil cuando el equipo más lo necesitaba. Joselu ingresó al campo inmediatamente después del gol visitante, pero no consiguió aportar ofensivamente a los blanquiazules. No se entendió con Andone, que tampoco brilló en ese último tramo del partido, y ambos acabaron discutiendo sobre el césped.

Garitano intenta paliar esa debilidad y al mismo tiempo conseguir que la opción con dos delanteros represente una alternativa real en el juego del equipo. Por eso se centró en los movimientos tanto de Andone como de Joselu, especialmente en la forma de compenetrarse y de encontrar alternativas para disputar el balón sin estorbarse como ocurrió el sábado pasado en Riazor ante el Alavés.