El Celta terminó llevándose de Riazor un derbi chato, disputado con más intención que fútbol y del que sale mal parado el Deportivo y también su hasta ahora invicto entrenador. El embrujo de Pepe Mel se esfumó ayer en un día en el que apostó más por protegerse que por desmelenarse. En un encuentro pasional, que se suele disputar desde las vísceras, el técnico blanquiazul escogió lo racional y trató de anular la tradicional ambición del conjunto de Eduardo Berizzo con un planteamiento reservón. Le funcionó hasta que Iago Aspas aprovechó la que tuvieron los celestes para confirmar que los deportivistas aún tendrán que remangarse para alcanzar la salvación.

Arrancó el partido según el guión planificado, con el Celta fiel a una propuesta que no suele negociar y el Deportivo a la expectativa de lo que deslizaba la alineación escogida por Pepe Mel. El técnico se decidió finalmente por la variante que había trabajado a lo largo de la semana, con Álex Bergantiños y Pedro Mosquera en el doble pivote y Celso Borges en una posición intermedia entre la de un volante y un mediapunta. Ejerció por momentos de delantero, especialmente cuando en esos primeros instantes el conjunto blanquiazul se proponía comprometer la salida de balón del Celta. Lo consiguió en no pocas ocasiones, evitando que Wass y Hernández contactasen con la pelota y abriesen camino a Bongonda y Aspas.

El costarricense servía de comodín para permitir al Deportivo crear superioridades, tanto ofensiva como defensivamente. Fue determinante en la primera oportunidad del partido cuando Arribas midió mal un pase hacia Guidetti, que se plantó en los morros de Lux listo para rematar. Apareció providencial Borges por detrás para impedir el disparo cuando no habían transcurrido nada más que siete minutos y además el sueco se marchó lesionado. Se jugaba entonces en el campo del Deportivo, aunque con más intención que claridad por parte del Celta, al que no le sentó bien la marcha de su delantero. Entró Beauvue, un jugador más vertical que con las cualidades necesarias para fijar a los centrales y servir de referencia a sus compañeros. Lo pagaron los visitantes y lo agradecieron los deportivistas, que se encontraron más cómodos en su propuesta de aguardar al rival y aprovechar la constancia de Joselu arriba.

En el atacante de Silleda residía la tarea de prolongar los balones en largo o conservarlo el tiempo suficiente para facilitar las incorporaciones del resto de jugadores blanquiazules. El Deportivo consiguió así encadenar llegadas desde los costados, pero rara vez los centros encontraban el área poblada para acompañar las jugadas con ocasiones de gol. Lo intentó desde muy lejos Joselu en el que fue el primer disparo a puerta de los de Mel, cada vez más sólidos para frenar a un Celta que se entregó a los contragolpes. Le costaba encontrar fluidez a través del Tucu y de Radoja, y tampoco lograba conectar con un Aspas anulado por Luisinho.

Ganaba confianza el equipo de Mel para estirarse, pero tenía que convivir con las salidas a la contra de los celestes. Sin dominar el encuentro como suelen estar acostumbrados, eran los de Berizzo los que contabilizaban más oportunidades. Lux llevó el miedo al ayer imponente graderío de Riazor con una salida en falso que a punto estuvo de aprovechar Aspas. Respondería el Deportivo con una incorporación de Álex Bergantiños por la derecha, que delante de Sergio dudó y terminó cediendo la pelota atrás sin demasiada convicción.

El derbi llegaba vivo al descanso, pero se pudo inclinar para los deportivistas nada más regresar de los vestuarios. Mel ordenó presión alta en cuanto el Celta pusiera en circulación la pelota. Allí acudieron Joselu y Borges, que le rebañó el balón a Roncaglia. Con toda a favor, estrelló su remate contra Sergio. Tampoco acertó el delantero en el rechace posterior.

A partir de entonces llegaron los mejores momentos del Deportivo, que encadenó llegadas y encontró mayor velocidad a través de las transiciones. Se le hizo pequeño el campo a los blanquiazules y más y más grande a los celestes, que no encontraban la manera de hacer efectiva la presión al hombre con la que acostumbran a ahogar a los rivales. Lo intentó Juanfran acomodándose hacia el centro desde el costado derecho y su disparo se marchó desviado. También el de Carles Gil minutos después en una jugada muy parecida. Lo rondaba el Deportivo, pero el que terminaría encontrando el tanto sería el Celta, que hasta entonces había pasado de puntillas por la segunda mitad. Un centro de Beauvue lo recogió Aspas colándose entre los centrales para rematar a placer ante Lux. Lo perdió de vista Albentosa en el único error que cometió en el partido. El de Moaña, encendido, lo celebró enfrentado con la grada. El portero argentino se lo afeó y se llevó una amarilla que reclamaba para el rival.

Tenía margen Mel para corregir el planteamiento inicial, que solo funcionó a medias. Un cuarto de hora para mantener la vitola de invicto y evitar una herida profunda por todo lo que conlleva caer en un derbi. Quiso corregir y dar más fútbol al equipo con la entrada de Carles Gil, Andone y Çolak. No le funcionó y el Celta tuvo un final de partido plácido en el que el Deportivo no se encontró a gusto a contracorriente. El técnico blanquiazul pierde atractivo con esta derrota, que casi puede devolverle a la casilla de salida.