Sorprendió de entrada Pepe Mel con la inclusión de Borges, Bergantiños y Mosquera en el medio del campo. Teóricamente parecía que era para contrarrestar el buen manejo de pelota de la que hace gala el Celta. Pero a poco de empezar el encuentro, el dibujo que parecía iba a ser de 1-4-1-4-1 se tornó sorprendentemente mucho tiempo en 1-4-4-2 y el costarricense jugó como acompañante de Joselu en fase ofensiva. Esto hizo que tuviese un desgaste físico importante y además limitar el juego de ataque por su dificultad a la hora de recibir el balón de espaldas a la línea contraria. La fase de creación se solapó porque el juego se hizo muy directo, en algo que se demostró cuando Lux enviaba en largo o cuando el balón pasaba por los centrales para intentar ponerla en el área contraria sin apenas transitar por el medio campo. El fútbol combinativo tiene la máxima de ir de afuera hacia adentro para después llegar a los extremos y de ahí realizar el último pase: la banda de derecha con Bruno Gama y en alguna ocasión con la ayuda de Juanfran entendió bien esa posibilidad durante el primer tiempo. Tampoco parecía que Fajr interpretase bien ese papel y su tendencia de venir hacia adentro y acumular ahí excesivos futbolistas le dio claridad al juego deportivista. Defensivamente se posicionó en repliegue intensivo y aunque Joselu peleó todos los balones aéreos y fue a la disputa con fuerza y criterio, el Depor llegaba en inferioridad numérica y apenas creó peligro.

Defensivamente apenas se vio sorprendido porque dejó en vigilancia a los dos centrales, un lateral y Alex e incluso por veces a Mosquera, por detrás de la pelota para evitar las transiciones rápidas del equipo celeste. Sólo el despiste en un centro lateral muy mal defendido por toda la línea le dio una ventaja quizá injusta al equipo rival pero que no puede esconder una cosa importante: el Celta tuvo el control del juego y fue fiel a su idea. El Dépor después de noventa minutos... no dejó claro lo que quería hacer ni cuál era su plan. Llega el parón. La última parte de la competición se antoja incierta y confusa a partes iguales.